Anxo Calvo: España emite nueva deuda para afrontar los deberes derivados de la actual

Anxo Calvo
Anxo Calvo. / J.R.

MUNDIARIO entrevista a Anxo Calvo, decano de Economía de la Universidad de A Coruña. La precariedad laboral,el Estado de bienestar o la importancia del sistema financiero, entre los temas que analiza.

Anxo Calvo: España emite nueva deuda para afrontar los deberes derivados de la actual

MUNDIARIO entrevista a Anxo Calvo, decano de Economía de la Universidad de A Coruña. La precariedad laboral,el Estado de bienestar o la importancia del sistema financiero, entre los temas que analiza.

 

Vivimos en un periodo y en una etapa de la historia en la que la economía se ha vuelto uno de los temas que más preocupan a la sociedad. Las campanas de la recuperación hace tiempo que las escuchamos pero es necesario que esas mejorías cristalicen en nuevas propuestas que aseguren una recuperación estable y duradera y no se queden sólo en soluciones a corto plazo.

Anxo Calvo Silvosa es doctor en Ciencias Económicas y Empresariales y decano de Economía en la Universidad de A Coruña. Fue director general de Energía, Industria y Minas de la Xunta de Galicia y  actualmente imparte clases en la UDC. La precariedad laboral, la propia supervivencia del Estado de bienestar o la importancia del sistema financiero son algunos de los temas que analizamos en esta entrevista, con el objetivo de conocer un poco más acerca del estado real de nuestra economía y de los aspectos clave que la caracterizan en este contexto de crisis que vivimos en la actualidad. 

- ¿Podría hacer un balance de la situación económica actual en España? ¿En qué punto nos encontramos y hacia dónde nos dirigimos?

- Pienso que la española fue una de las economías europeas que sufrió la crisis con mayor intensidad debido a que explotaron simultáneamente las burbujas financiera e inmobiliaria. Un modelo de desarrollo excesivamente apoyado en el sector de la construcción y del turismo y con pocos referentes industriales de importancia que finalmente fracasó. Además, las consecuencias fueron particularmente negativas en términos de crecimiento del desempleo y aumento de la desigualdad y de la pobreza. Hoy tenemos una sociedad empobrecida, con mayores índices de desigualdad en el reparto de la riqueza y con menores coberturas sociales. Servicios públicos básicos como la sanidad y la educación están amenazados por procesos de privatización más o menos explícitos y esto puede provocar un agrandamiento de la diferencia entre ricos y pobres. Sin embargo, y después de todos estos años de dificultades, parece que se pueden vislumbrar algunos indicios, en mi opinión aún muy débiles, de recuperación del PIB y de superación de los problemas de financiación en los mercados a través de la deuda pública. No obstante, hay nubes negras en el horizonte que preocupan: el volumen de deuda pública es prácticamente el 100% del PIB español, el consumo interno después de la intensa pérdida de poder adquisitivo de la clase media no está actuando aun cómo motor de la recuperación y el saldo entre importaciones y exportaciones no permite llegar a resultados concluyentes sobre su aportación al crecimiento del PIB.

- Como dice, hace poco que supimos que la deuda española es prácticamente el 100% del PIB. ¿Cómo va a afectar eso a las generaciones futuras?, ¿Puede afectar al Estado de bienestar?

- Yo tenía un viejo profesor de Derecho que decía: “Deber no es malo, el problema está en no pagar”. El volumen de deuda pública es el resultado de los déficits acumulados en los últimos años a consecuencia de la crisis. Hace tan sólo unos meses, el coste de esta deuda estaba en unos niveles insoportables tanto para el Estado español como para el conjunto de la Eurozona. Honestamente, ignoro a que distancia real estuvo España de declarar una bancarrota por imposibilidad de pagar los intereses y la devolución del principal. El hecho de que la deuda española suba hasta igualar el PIB nos indica que la economía española está en una situación vulnerable y que se pueden repetir las turbulencias vividas en el pasado reciente. Me preocupa en particular que haya que emitir nueva deuda para afrontar los deberes derivados de la actual. Esto evidencia la necesidad de activar políticas que frenen su crecimiento y permitan generar recursos por la vía del crecimiento. En mi opinión, intentar abordar el problema de la deuda y del déficit solo con políticas de austeridad es actuar contra el sentido común. En resumen, y con independencia de la herencia que les podamos transmitir a las generaciones futuras, parece que el propio Estado del bienestar no se puede permitir su financiación a través de incrementos de deuda hasta niveles insoportables. Es evidente que su propio futuro estaría seriamente comprometido.

- ¿Es necesario un nuevo modelo económico? Si es así, ¿cuál piensa que podría ser una opción y en que debería basarse?

- A mi juicio, el nuevo modelo de desarrollo debe conciliar tres dimensiones claves: la económica orientada al crecimiento, la ambiental para la preservación del entorno y la social, dirigida la cohesión social y la lucha contra la pobreza y las desigualdades. Vamos a ver, esto no es nada nuevo, pero en el tiempo en el que vivimos se hace absolutamente necesario recordar que el desarrollo en el largo plazo y la propia supervivencia del sistema de mercado exigen considerar de manera conjunta estos tres aspectos. Tenemos que huir de fundamentar la competitividad de nuestras empresas, y por extensión de nuestra economía, en una estructura de costes laborales bajos. Eso sólo contribuye a crear un espejismo de competitividad y eficiencia a corto plazo. Para mí, el corazón del asunto está en apostar decididamente por la creación de conocimiento básico, de ciencia, y su aplicación en el desarrollo tecnológico útil para que las empresas ganen competitividad y eficiencia en sus procesos, creando productos a través de la innovación. En este contexto, sería interesante potenciar la relación entre la Empresa y la Universidad, que pienso que se convirtió en una necesidad estratégica clara y sería importante que la Universidad tuviera una financiación pública similar a lo que tienen las de los países de referencia de nuestro entorno. Esto permitirá la necesaria reindustrialización de nuestra economía a través de la incorporación de los frutos de la I +D+ I a los procesos industriales. En mi opinión, volver a poner el acento en la economía productiva y en la generación de productos y servicios de alto valor añadido es promover que las empresas que están en esta dinámica ganen dimensión para conseguir una mayor internacionalización de sus actividades y posibilitarán retomar el camino del crecimiento y del empleo de calidad con unas bases más sólidas que las que tuvo hasta este momento.

- ¿Que sectores deberíamos potenciar para tener una recuperación más estable y más duradera?

- España y Galicia deberán fijar prioridades y potenciar aquellos sectores donde esta idea de reindustrialización inteligente pueda encajar mejor. Pensemos en el sector de la alimentación, de la energía o del consumo, como por ejemplo el textil, que ya lleva varios años en esta dinámica. Obviamente, todo el sector servicios incluyendo el sistema financiero y la actividad de la administración pública, deberían apoyar este enfoque estratégico. Tal vez convenga insistir en que las medidas de austeridad por sí solas no van a propiciar este cambio y que la Unión Europea necesita de forma ineludible apuestas audaces para estimular la economía en esta línea. Entiendo que la situación es tan compleja que da la sensación de que los viejos manuales pueden estar obsoletos, sin embargo, es necesario buscar la combinación de políticas de oferta y demanda para que en medio plazo se pueda conseguir el cambio preciso para colocar la economía en la dirección correcta de crecimiento. Esto generaría un círculo virtuoso de crecimiento equilibrado, que redundaría en el bienestar del conjunto de la sociedad. Es fundamental que el Estado, a través de un sistema fiscal fuerte, progresivo y justo, garantiza la suficiencia de los ingresos a través principalmente de los impuestos y la eficiencia en el gasto, asegurando la redistribución de la renta y la cohesión social por medio del acopio de servicios públicos de calidad.

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En mi opinión, la Europa del euro debe propiciar que todas sus economías transiten por este camino, lo que hace necesario dar pasos hacia la normalización fiscal en toda la UE y la eliminación de los paraísos fiscales.

- Viene de mencionar de manera rápida el sistema financiero dentro de su propuesta. ¿Podría comentar algo más sobre su importancia en la salida de la crisis?

- Sí, anteriormente señalé que la crisis se vio agravada por la explosión de la burbuja financiera. Podríamos ahora hablar sobre cómo se generó tal situación y cómo se colocó la economía mundial ante el abismo por una desregulación calculada de la actividad financiera, por un fallo generalizado de los mecanismos de control, por la codicia criminal de directivos sin principios ni ética... En España vivimos una profundísima restructuración del sector de las entidades de crédito que terminó con la práctica desaparición de las cajas de ahorro y la concentración del negocio bancario en un pequeño número de entidades. Es posible que el diseño de este proceso fuera previo a la misma crisis, pero en todo caso, es innegable que la gravísima situación por la que pasó la economía española propició la reforma de este sector. Me gustaría señalar que lamento mucho la desaparición de las cajas de ahorro del panorama financiero en España y, en particular, en Galicia. Históricamente jugaron un papel muy relevante en la canalización del ahorro de las familias hacia la inversión y en la creación de empleo en sus territorios de actuación, creando desarrollo y prosperidad. Su obra social contribuyó a dinamizar a educación, la cultura y las infraestructuras en ciudades y pueblos. Sin embargo, creo que en el marco de esta entrevista puede resultar más interesante desde el punto de vista económico que reflexionemos sobre cuál debe ser la función del sistema financiero en el tiempo que ahora comienza.

- ¿Qué papel debería jugar entonces el sistema financiero en este momento concreto?

- Creo que es fundamental que el sistema financiero retome su actividad esencial de facilitar de manera eficaz el contacto entre ofertantes y demandantes de fondos. Este sistema, que está integrado por los mercados e intermediarios financieros, desarrolla un papel clave al canalizar el ahorro hacia la inversión y posibilitar de este modo los intercambios en la economía. A la recuperación económica en este momento le hace falta que las empresas puedan financiar sus proyectos viables y actividades en curso y los particulares puedan, en la medida de sus posibilidades, utilizar la financiación en sus actos de consumo. Esto significa que los mercados financieros han de operar con transparencia, con una regulación clara y con controles rigurosos para evitar los excesos y los escándalos de los últimos tiempos. Las instituciones tales como el sistema bancario deberían concentrar su negocio de activo en la financiación de la economía real, es decir, proyectos de inversión viables y rentables con capacidad de generar valor y empleo, y abandonar definitivamente las iniciativas de alto componente especulativo, que tan caras salieron la toda la ciudadanía. No se trata de apalancar financieramente las empresas de manera irresponsable y excesiva, sino de procurar que con una ajustada combinación de fondos propios y ajenos, se puedan desarrollar actuaciones de la mejor manera posible. 

- La precariedad laboral provocada por la crisis, ¿es una situación pasajera o vino para quedarse?

- Eso depende del camino que coja nuestra economía. Como dije anteriormente, me parece un error fundamentar la competitividad de la economía en los salarios bajos, en la deterioración de las condiciones de trabajo y en la precariedad laboral. Esto nos llevaría a la destrucción de capital intelectual y la fuga de las personas de mayor capacitación y formación hacia los países de nuestro entorno donde las condiciones laborales sean substancialmente mejores. Para mí la cuestión central es diseñar un sistema de relaciones laborales que concilie el derecho de los trabajadores a un salario atractivo acorde a la función que desarrollan y a unas condiciones dignas de trabajo y estabilidad. Esto permitiría retener e incrementar el capital intelectual y fortalecer la competitividad de las empresas. La existencia de trabajadores pagados justamente e implicados en la marcha de sus empresas contribuye a que emprendan proyectos personales a largo plazo,  como por ejemplo fundar una familia, con evidentes efectos positivos sobre el conjunto de la economía. Pero el comportamiento de las organizaciones empresariales y sindicales observadas en los últimos tiempos no animan a ser muy optimistas en este ámbito. El cortoplacismo, el ventajismo y la miopía son una epidemia entre los agentes sociales. Desequilibrar la balanza para una banda o para la otra podría traer unos defectos capaces de comprometer el futuro de nuestra economía y de hundir la débil recuperación. 

- Una última pregunta. En su opinión, ¿cuándo podrían las economías domésticas notar alguna mejoría? 

- No es una pregunta fácil de responder. Como ya dije, hoy por hoy existen señales de que la recuperación puede estar comenzando. Son señales muy débiles acompañadas de nubarrones preocupantes que dependiendo de las decisiones que se adopten pueden consolidarse o desaparecerse. Para mí, la cuestión central es que los empresarios de verdad, innovadores y capaces de asumir riesgos, sean quienes de potenciar los proyectos que se están desarrollando actualmente y, sobre todo, de emprender lo antes posible nuevos proyectos empresariales dentro de las líneas señaladas antes. Esto lo pueden hacer en solitario o, preferiblemente, creando redes amplias de colaboración con otros. Para esto, las administraciones públicas deberán apoyar la jugada creando un marco institucional y regulatorio apropiado y atractivo a nivel internacional, que les dé confianza y les aclare las reglas de juego. El sistema financiero apoyará los proyectos acercando los recursos en unas condiciones y a unos costes que favorezcan su implantación y desarrollo. El sistema de creación y difusión del conocimiento, las universidades esencialmente, acercarán a este proceso profesionales cualificados formados en sus aulas y recursos tecnológicos para reforzar la competitividad de las empresas en el entorno internacional. En ese momento, entraremos en el círculo virtuoso de la creación de empleo de calidad, de la generación de valor con distribución de rentas entre los diferentes agentes, en el impulso del consumo, en el saneamiento real de las finanzas públicas y en la corrección de los desequilibrios sin renunciar al Estado del Bienestar. En ese momento, las economías domésticas, todos nosotros en definitiva, tendríamos constancia de que la crisis forma parte de la Historia.

 

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