El ajedrez de la vida

Ajedrez. / Pixabay
Ajedrez. / Pixabay

Dios salve a la reina, Dios salve al rey, / el caballo, con un elegante triple galope, / saldrá en defensa de sus majestades. Poesía.

Dios salve a la reina, Dios salve al rey,

vosotros, héroes de marfil,

los protegeréis con vuestra injusta lealtad, pereciendo por ellos.

Dios salve a la reina, Dios salve al rey,

os ha tocado a los peones, bajos y con cabeza regordeta,

morir lentamente y guardar a toda la corte su vil valentía.

Dios salve a la reina, Dios salve al rey,

daréis vuestra vida, cuando caigáis,

un toque de honra de luto en la corneta de nuestro apenado corazón.

Dios salve a la reina, Dios salve al rey,

vuestra misión es proteger a la guardia real,

mas injustamente, los valientes siempre son ellos y vosotros calláis...

Dios salve a la reina, Dios salve al rey,

vuestros aliados y viejos amigos los alfiles, os protegerán,

evitarán vuestra sucia caída en el contraataque del maligno enemigo.

Dios salve a la reina, Dios salve al rey,

el caballo, con un elegante triple galope,

saldrá en defensa de sus majestades.

Dios salve a la reina, Dios salve al rey,

hay dos puras sangres, salvarán a las torres, casa y guarida de los monarcas,

sus tan temidos cimientos defenderán con sus enroques al rey.

Dios salve a la reina, Dios salve al rey,

la dama, dueña del castillo, perdió a sus centinelas ayer,

cayeron ya, fue cuando entró la oscuridad de la noche.

Dios salve a la reina, Dios salve al rey,

entraron sutilmente a sus aposentos y la apuñalaron en su noble corazón,

tres días de luto en su memoria, hay que proteger al abatido nuevo viudo.

Dios salve a la reina, Dios salve al rey,

en la lejanía, se oyen los gritos de guerra,

las torres se derrumbaron, la escolta cayó en su misión de ser unos esclavos felices.

Dios salve a la reina, Dios salve al rey,

"Jaque al rey", gritó la pieza enemiga sin piedad ni alma por esa antigua sonrisa,

el pueblo exclamó: "no se arrodille usted majestad", tres honras por él...

Y el rey murió de pie, siendo aquel joven valiente,

que se hizo hombre con el cariño de sus gentes,

y terminó otra partida, esta vez con una derrota sin su malogrado retorno.

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