A los siete años el amor cambia de color: se pasa de los fuegos artificiales del comienzo a una relación más madura basada más en la complicidad y en el cariño que en el sexo.
La saliva, además de mantener húmeda la boca, es un afrodisiaco y lubricante natural que permite a la pareja alcanzar un alto nivel de excitación y placer en la intimidad.