El autor, IGNACIO SÁNCHEZ, colaborador de MUNDIARIO, es consultor y autor de libros y enseñanza superior. Fue periodista financiero y corresponsal en varios países para medios fundamentalmente de habla hispana. @mundiario
Con cada conflicto hay señales escondidas. Nos alientan el cambio pero nos achantan llevar a cabo las reformas por culpa de una clase política entretenida con “performances”.
España estudia copiar el modelo de cogestión alemana. Pero mientras en uno basa sus relaciones en la confianza y transparencia, en el nuestro hemos de aprender a ser menos desconfiado.
Probablemente atravesemos la época más tosca y vulgar en la política institucional de este país. Apropiarse del feminismo para pecar de sexismo logra el efecto contrario: degenerar a la mujer.
Indignación en las filas independentistas catalanas por el espionaje de Pegasus del Estado español. Cuando ellos mismos espiaban a los suyos, a anti-independentistas y a niños, entonces no.
En la invasión a Ucrania, Alemania se opuso inicialmente a casi todas las sanciones a Rusia por razones económicas. “El negocio por encima de las vidas humanas”, le acusan ahora.
Hay quien dijo que venimos al mundo para dejar huella. Otros muchos vuelven reencarnados para hacer la guerra y no el amor. Son tiempos para la reflexión.
Con la inminente revolución eco-digital de la economía descarbonizada y la inteligencia artificial, España sigue anclada en esquemas del siglo anterior.
Las incongruencias energéticas pagan dividendo. Si a esto le añadimos que ponemos en riesgo también el gas argelino tras reconocer la autonomía del Sáhara Occidental, parece inevitable la tormenta…
Desde que se inició la invasión rusa, Occidente padece dolores de conciencia y una montaña rusa de emociones dispares que nos arrastra a la triple ambigüedad.
¿Debería la OTAN intervenir en Ucrania para defenderla de la invasión rusa y de la amenaza nuclear por las mismas razones humanitarias que empleó para bombardear Yugoslavia, Afganistán y Siria?
La invasión de Ucrania va a trastornar la Agenda 2030 en Europa sobre el cambio climático. Vamos camino de que se imponga la máxima de: “primero la guerra y luego el clima”.