La escritora Elena Poniatowska es un ejemplo de periodismo comprometido

Elena Poniatowska en su visita a la Real Academia Galega, con Xosé Ramón Barreiros el 8 de mayo de 2009 -
Elena Poniatowska, en su visita a la Real Academia Galega, con Xosé Ramón Barreiro, el 8 de mayo de 2009. / Francisco Puñal

Si Poniatowska, Fallaci y Levi, tres ejemplos de mujeres, hubieran contagiado sus principios a las mujeres que se han dedicado a la política tendríamos un mundo distinto.

La escritora Elena Poniatowska es un ejemplo de periodismo comprometido

Si Poniatowska, Fallaci y Levi, tres ejemplos de mujeres, hubieran contagiado sus principios a las mujeres que se han dedicado a la política tendríamos un mundo distinto.

 

Nadie como ellas -Elena Poniatowska, Oriana Fallaci y Rita Levi-Montalcini- para hacernos ver que este dañado planeta hay otras maneras de ver, de sentir y de hacer las cosas y el valor de, contra toda lógica, intentar cambiarlo.

Las que en los años 90 tuvimos nuestros coqueteos con la política y salimos por patas porque se empezaba a buscar el poder por el poder, tuvimos parte de responsabilidad en no seguir intentándolo contra todo pronóstico. Es la lección de estas tres mujeres. No rendirse cuando sabes que lo que propones es lo correcto pase lo que pase y aunque solo lo empiecen a disfrutar, los nietos de tus nietos “que todos somos muy pequeñitos, que hay una  gran inmensidad, y que en ella somos apenas una chispita”, dice Elena Poniatowska en una entrevista.

Hoy toca hablar de “la Poni”, la única de la que todavía disfrutamos;  la  más incisiva de las tres, siempre con  una gran sonrisa que encandila a sus entrevistados y que les hace bajar la guardia, pero que esconde una determinación de acero. 

La descubrí  hace pocos años,  en una entrevista que le había realizado Sánchez Dragó sobre su libro “La piel del cielo”; me fascinó. Su vida, como aquellas que merecen ser vividas, es apasionante. Biznieta del último rey de Polonia, periodista, escritora, es sobre todo una gran observadora y utiliza su percepción para dar visibilidad a un mundo demasiadas veces invisible, el de la gente corriente, el de las mujeres, el de la vida cotidiana como hace Alice Munro. Va más allá en su denuncia de las injusticias sociales;  es la gran defensora  de las mujeres rurales de México; ella misma se reconoce “una chingona...”

Y ahí sigue haciéndolo: “Mientras los medios de comunicación sigan estando en pocas manos, la democracia no será posible en México". Y  lo dice a Televisa en una entrevista…. “La política es una trampa y si queremos la hacemos nosotros mismos”, ”el miedo más profundo es el de no estar a la altura...", "…me da miedo haber hecho todo de la patada…", son apenas unas frases de una mujer hermosa por fuera y por dentro, flexible y dura, luchadora y que sigue ahí, peleando a sus 81 años, aunque a veces tenga que tomarse un respiro. Y es que su aspiración es que todos los mexicanos tengan un lugar donde dormir cada noche, después de haber comido algo.

Elena es un ejemplo de  periodismo comprometido,  que  para un mejor trabajo, escribe libros en forma de novelas, cuentos, poesía, ensayo o teatro, y que aprovecha para transmitirnos valores universales. En El tren pasa primero, «Tuve hambre y frío, sentí que ningún fuego, ningún abrazo me calentarían, pero sé que si un solo hombre lucha y no se deja morir, la vida vale la pena.».

Hoy más que nunca el premio Cervantes está a la altura de esta gran señora que reconoce haber aprendido un mal español de su nana y de la calle. Y es que lo importante de un  idioma es ser el soporte de ideas que vale la pena transmitir.

Comentarios