¿Qué ha ganado A Coruña con la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial?

Robótica. / Popular Science
Robótica. / Popular Science
La sociedad civil debe seguir por este camino de estudio y pensamiento de la tecnología, constituyéndose A Coruña como una urbe ilustrada que apuesta por el desarrollo de una técnica al servicio de los pueblos y sus libertades y no de los intereses económicos y de poder de sus dueños.
¿Qué ha ganado A Coruña con la Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial?

Desde luego una oportunidad, ¿pero una oportunidad para qué? Voy a plantear una reflexión extensa e intensa sobre esta cuestión y desde un punto de vista independiente y transgresor, porque hoy, defender el Humanismo, se ha convertido en un ejercicio de sospechosa insumisión. Vamos al tema:

Muchos esperábamos que el Gobierno adjudicara a la ciudad de A Coruña esta nueva agencia con nombre futurista, pero la confusión es general sobre para qué sirve y a qué se va a dedicar.

La Agencia Española de Supervisión de la Inteligencia Artificial (AESIA) no es un chiringuito para promocionar el español en España o la caza en Castilla-La Mancha, sino algo mucho más útil e importante para nuestra sociedad y que tiene que ver con el desarrollo de las tecnologías de la información. Pero su objetivo tampoco es desarrollar aplicaciones informáticas avanzadas o provocar que otros las desarrollen, como pueda pensar mucha gente, sino controlar tal desarrollo.

Consiste, entonces, en un órgano estatal para supervisar a qué se dedican las compañías tecnológicas y obligarlas al cumplimiento de las leyes y normas vigentes, especialmente el respeto y observancia de los Derechos Humanos en relación con eso que llaman inteligencia artificial. (Esperemos que la doten de poder sancionador). Esta es la letra. La práctica la veremos en unos años.

Símbolo de dominación

Pero, ¿qué es la inteligencia artificial? La IA solo es un tipo de programa informático que “supuestamente” imita el funcionamiento de la inteligencia viva; especialmente la humana. Con lo que ya chocamos con la primera discusión: ¿es posible imitar la inteligencia humana? Es más, ¿alguien sabe cómo funciona para luego poder imitarla? Hay que contestar con un rotundo no.

Como advierte el egregio jurista español Carlos Rogel Vide, “La inteligencia es un don, una cualidad natural del género humano…solo puede hablarse de IA como licencia del lenguaje… por vía de la ficción.” Luego hablamos de ideología. No es casualidad que se intente que a un mero programa informático le llamemos IA. Detrás hay una enorme carga ideológica que viene de lejos y que comprende la humano como un medio y no un fin en sí mismo.

Para entendernos: la IA es el símbolo de dominación de la supermáquina a través del cual se pretende personalizar y a los robots más automáticos y a los ordenadores con más capacidad de computación. Sus promotores, que son sus mismos dueños y adláteres a sueldo, nos venden la idea de que tales sistemas son la panacea que viene a solucionar todos nuestros problemas y encarrilar de nuevo a una humanidad atascada y decadente. La superación de lo humano es solo cuestión de tiempo, nos dicen.

La supermáquina

El proyecto es que la supermáquina nos sustituya en todos los órdenes de la producción, la política y lo social. Es el nuevo “camino de perfección”. Esta visión supremacista de la máquina se está imponiendo de forma masiva, a tal nivel -ya ven- que ya tenemos una Agencia para controlar su desarrollo. ¿Por qué no se llama Agencia para el control del desarrollo informático? Hemos adoptado su marco de referencia antes de empezar. Nos guste o no, sea verdad o un delirio del tecnocapital, la inteligencia artificial será una inteligencia y será reconocida como nuestro igual. La partida está más que perdida.

No es una broma, aunque lo parezca. Pondré un ejemplo de a dónde llegan las cosas: A espaldas de los ciudadanos, el Parlamento Europeo, sometido al delirio del tecnocapital, intentó que a la máquina avanzada le fuera reconocido legalmente el estatuto de “personalidad electrónica responsable”. Asegura el Proyecto de Informe (2015/2103(INL) de 31.5.2016) que existe una necesidad de “…crear una personalidad jurídica específica para los robots, de modo que al menos los robots autónomos más complejos puedan ser considerados personas electrónicas con derechos y obligaciones específicos, incluida la obligación de reparar los daños que puedan causar”.  De la misma forma similar se expresa el Informe final (2015/2103(INL) de 27.1.2017) derivado del proyecto, que se convirtió, a su vez, en la Resolución de Parlamento (P8_TA(2017)0051) votada por nuestras señorías y elevada a la Comisión. “Sorprendente” es lo menos que se nos ocurre pensar.

Sujeto de Derecho

¿Pero para qué queremos que la inteligencia artificial sea reconocida como sujeto del Derecho? Nosotros, los comunes, para nada. Pero interesa al gran capital. Y fíjense que no solo hablo del tecnocapital, sino que en el ajo se está metiendo todo el mundo con posibles, sobre todo la banca. Seguro que no es para hacernos ningún favor. Pero contestemos a la pregunta: los dueños de la IA necesitan que la máquina sea reconocida como persona jurídica responsable de sus actos para dejar de serlo ellos. Pero no todo está perdido, posteriormente la Comisión de Asuntos Jurídicos del Parlamento Europeo emitió el Informe (2020/2014(INL) donde se “Observa que todas las actividades, dispositivos o procesos físicos o virtuales gobernados por sistemas de IA pueden ser técnicamente la causa directa o indirecta de un daño o un perjuicio, pero casi siempre son el resultado de que alguien ha construido o implementado los sistemas o intervenido en ellos; observa, a este respecto, que no es necesario conceder personalidad jurídica a los sistemas de IA”. Con lo que queda postergada, por ahora, la intención de personalizar la máquina.

Lo cierto es que solo tenemos que imaginar que si tienen tanta prisa en escurrir el bulto es porque piensan desatar poderes que pondrán en peligro la seguridad física y mental, incluso la vida de muchas personas. Si habláramos de casos aislados no hubieran manipulado a su señorías europeas para que tragaran con el disparate de crear una personalidad electrónica. Estos indicios nos advierten de que aquí nos jugamos mucho. Al fin, un nuevo frente de lucha para una Humanidad acosada por la crisis sistémica del capitalismo, la guerra universal, el cambio climático o el avance del neofascismo.

Ya sabemos que la importancia de la AESIA es vital para sostener la democracia

Y aquí aparece la AESIA. Ahora ya sabemos que su importancia es vital para sostener la democracia. Necesitamos esta agencia como contrapoder a la cultura hegemónica. Pero advirtámoslo, sola, aislada, no sirve para nada. Será pan comido para el gran capital asediarla. ¡Ya lo están haciendo y aún no existe! ¿O acaso alguien cree que los poderes que están metiendo la mano lo hacen por amor a España o a la ciudad de A Coruña?

La Universidad, clave

Y aterrizamos en esta última. Podemos hacer dos cosas con el premio que nos ha tocado: convertirnos en los perritos falderos de estos poderes –ya corren muchos a ramonear las sobras de su mesa– o convocar aquellas fuerzas, si queda alguna, que aún no se hayan cambiado de bando y militen en el lado humanista de esta guerra. Pienso, sobre todo, en la Universidad. Sería una aliada de la AESIA si fuera capaz de, manteniendo su independencia del tecnocapital, convertirse en un centro de relevancia internacional para pensar el futuro de la tecnología algorítmica. Se trata de debatir sobre las Leyes que administren el uso y explotación de la máquina, de hablar de ética y de moral, de responsabilidad civil, de potenciar la filosofía que piense la técnica y su relación con el hombre, de cómo preservar los Derechos Fundamentales y los Derechos Humanos frente a la ofensiva tecno-absolutista de una supermáquina total; de potenciar la Industria 4.0 de origen alemán y corte continental en detrimento de los excesos de la Revolución Industrial 4.0 de Silicon Valley; de actualizar el Humanismo frente al maquinismo y sus imaginarios transhumanistas, largotermistas, dataístas y posthumanistas…

Se verían implicadas diversas facultades: Derecho, Económicas, Informática, Sociología, etc. Y se podría apostar por crear uno o varios centros especializados en cada una de las áreas de discusión. Por ejemplo: uno de ellos podría radicarse en la CHUAC, con el objetivo de analizar y proponer las estructuras relacionales entre la máquina automática y las personas enfermas dentro de los ámbitos de una sanidad que se inunda de IA a pasos agigantados. Lo mismo ocurre con la administración del Derecho, donde los proyectos para “sustituir” a letrados y jueces van tomando forma y ya funcionan experimentalmente. Vamos con mucho retraso. A la vista está que no nos enteramos. Recordemos que el proyecto tecnocapitalista es que la máquina intermedie todos y cada uno de los ámbitos de la vida humana. ¿Por qué? Porque es un gran negocio. La IA es antes que nada un inmenso negocio y un poder de control social abominable.

Una vía para diseñar un futuro utópico y no distópico

Pero en A Coruña debemos ser optimistas, y la AESIA supone una vía para diseñar un futuro utópico y no distópico, lo cual no es poco protagonismo. Pero solo si hacemos nuestro papel. Ya digo que de vendernos al tecnocapital no seremos recordanos ni por los diarios de mañana. Debemos arrastrar a la sociedad civil a seguir por este camino de estudio y pensamiento de la tecnología, constituyéndose A Coruña como urbe ilustrada trabajando por el desarrollo de una técnica al servicio de los pueblos y sus libertades y no de los intereses económicos y de poder de sus dueños.

Y una advertencia: no debemos convertirnos en plaza de experimentación. Miremos las consecuencias que para la intimidad, dignidad y libertad de los ciudadanos de Estonia ha traído la hibridación de las tecnológicas y el Estado. Un mundo feliz. Es terrorífico solo pensarlo. Y pasa totalmente desapercibido.

Tenemos una oportunidad de oro para la ciudad. ¿Estaremos a la altura de los tiempos? Siendo optimista y habida cuenta el panorama, yo ya tengo el pronóstico. Ni se lo imaginen… @mundiario

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