Elías Azulay: "Es cuestión de regular el uso de la Inteligencia Artificial y no tanto de desacreditarla"

A la derecha, el rostro de Elías Azulay y a la la izquierda, también… pero modificado con IA. Elías
A la derecha, el rostro de Elías Azulay y a la la izquierda, también… pero modificado con IA. / Elías Azulay

El investigador de la empresa española creadora de la tecnología ADNe® considera que el escenario inmediato se pinta con los colores de la fusión de la IA Biotech con la Neorobótica.

Elías Azulay: "Es cuestión de regular el uso de la Inteligencia Artificial y no tanto de desacreditarla"

En las últimas semanas han saltado todas las alarmas sobre la intrusión de la IA en nuestras vidas. No deja de ser paradójico que nos encontremos a la defensiva respecto a algo que nosotros mismos hemos creado, pero también es cierto que el sentido común tiene la obligación de evitar el uso incorrecto de dicho avance.

Desde Eliezer Yudkowsky del Machine Intelligence Research Institute que dice que “la IA nos matará a todos”, pasando por Bill Gates (Microsoft) que comenta que “la segunda gran revolución tecnológica ya ha comenzado”, hasta Sam Altman, CEO de OpenAI, que nos asegura que “la IA ofrece tantas ventajas que seguro vale la pena superar grandes retos”. Así mismo, Rafael Yuste (Universidad de Columbia) lleva años sensibilizándonos con la implementación de los Neuroderechos.

Como ve, el debate está servido. Por ello hemos acudido al investigador Elías Azulay de la empresa española JCBSON, creadora de la tecnología ADNe®. Le preguntamos…

- ¿Qué es la Inteligencia Artificial?

- La IA es la lógica consecuencia de la conjunción de diferentes disciplinas que por sí solas ya han alcanzado su techo. Me refiero a la informática, a la ingeniería, al marketing, a la neurología, etc… Lo que realmente asusta es el nombre que se le ha dado, “Inteligencia Artificial”. Pero para entrar en detalle no es mala idea diferenciar entre la IA Bruta y la IA Biotecnológica.

- Le escucho…

- La primera se ha erigido como la facilitadora del trabajo duro y tedioso. Algo así como lo que representó la mecanización en los procesos productivos e incluso, en cierto modo hizo en su momento la informática. Es la IA que casi todos conocemos y aprovechamos. Está en un ascensor, en su Smartphone, etc… En cambio, la IA de raíz biotecnológica posee un enfoque mucho más amplio, más sofisticado y muy delicado.

- La verdad es que se trata de un paso inquietante. Sobre todo, en lo que confiere a su potencial efecto en los humanos. ¿Corremos algún riesgo?

- No creo que corramos riesgos. Es cuestión de regular su uso y no tanto de desacreditar la IA. Para su información, actualmente ya se ha replicado la base del modelo sináptico de las personas en un código algorítmico y eso facilita enormemente el conocimiento del comportamiento humano. Así mismo, nos encontramos en el umbral de saber qué piensa una persona sin necesidad de preguntárselo. Cosas increíbles hace escasamente 15 años, pero no por ello negativas. Creo que no sabemos con exactitud qué es lo que tenemos entre las manos. El que inventó la rueda lo tuvo más fácil.

- ¿Cómo se presenta el futuro de la IA entonces?

- La verdad es que el escenario inmediato se pinta con los colores de la fusión de la IA Biotech con la Neorobótica, no necesariamente de aspecto humanoide. Le adelanto que es mucho más sencillo diseñar el comportamiento de un robot (IA) que intentar modificar el de una persona.

Los factores emocionales de las personas poseen polimorfismos y derivas adaptadas a las vivencias, a la memoria y a la cultura. Es algo así como una composición epigenética cambiante que en cierta manera va corrompiendo el estado original de la mente. Lo que está por venir trata de traspasar un “ADN limpio” a algo que no está vivo.

- Entonces, según usted, ¿tendremos robots (máquinas) con un comportamiento “humano” más pronto que tarde?

- En las personas, la modificación del comportamiento puede realizarse a través de moléculas de síntesis o bien, a través de inductores de liberación neurotransmisora. Sí… me refiero a “drogas”. Esas moléculas obtienen un efecto más o menos inmediato, pero no cuentan con la autoregulación bioquímica que nuestro cerebro realiza posteriormente dentro de su extraordinaria complejidad. De ahí que estos procesos sintéticos posean un final indeterminado. Poco sabemos del cerebro, pero lo poco que sabemos podría ser suficiente para fabricar una mente complementaria a la nuestra que inhiba ciertos comportamientos no deseados a los que nos encontramos expuestos.

- Parece que usted habla de empezar desde “0”. ¿Es así?

- Sí. Piense por un momento en una mente “en blanco”. Una mente preparada para canalizar los estímulos de forma acotada. Una mente que escapa de la heredabilidad genética. Una mente que mantiene intactos sus sistemas neuromoduladores ascendentes y descendentes. Una mente que limita la entrada de Inputs cuya evolución podría propagar cadenas emocionales negativas. Sí. Piense en empezar desde “0”. Creo que no hay otra manera.

- En la actualidad, ¿es eso posible?

- La buena noticia es que, después de muchos años de investigación, tenemos el “Código fuente”. Conocemos la composición básica de las emociones y de sus interrelaciones. Sabemos cómo tramitar sus intensidades y su frecuencia de uso. Así mismo, tenemos constancia de la direccionalidad de las transacciones emocionales y disponemos de los puntos de apoyo para el traslado de unas a otras. Como le decía, lo poseemos casi todo… Se trata de un sofisticado modelo matemático. Pero hay una noticia no tan buena. Hay que hacer el “programa” o, mejor dicho, fabricar esa nueva mente e introducirla en un cuerpo, recipiente o contenedor. Como usted prefiera llamarlo.

- Parece que hemos entrado en el mundo tecnológico sin vuelta atrás. ¿Qué significado tiene esto para nosotros?

- Efectivamente, así, de repente, parece ser que hemos entrado en el mundo de las tecnomoléculas. Nosotros lo hemos hecho de la mano del algoritmo ADNe®.

Dicho algoritmo trabaja en racimo prácticamente como un termostato. Ante cierta intensidad excitatoria, despliega ajustadas acciones inhibidoras y viceversa, generando cadenas positivas.

Por ejemplo, y simplificando al máximo, la agresividad e incluso la violencia poseen diversos precursores. Algunos de ellos, comunes. Para proceder a su análisis debemos diferenciar entre agresividad ofensiva o defensiva. Así mismo, también debemos conocer los resortes de la violencia verbal y de la física. Poseen diferentes fórmulas. Ese es el único cambio. El resto es simple. Se trata de usar un modelo condicional en la programación.

- Ya puestos. ¿Los robots tendrán ADN?

- En realidad, sí. Se trata de un “ADN” de 7 bases y no de 4, cuya expresión quedará limitada a 36.900 millones de combinaciones posibles que se acelerarán para desarrollar una réplica sintética de los neurotransmisores que rigen el comportamiento. Además, su modelo de percepción será capaz de simultanear el análisis de sus interlocutores con sus procesos internos, para así consolidar comportamientos positivos.

- Entonces, ¿Los robots tendrán vida? ¿Cómo será dicho ADN?

- No exactamente. Vivirán con nosotros, pero no desarrollarán procesos vitales regenerativos. Esa será su limitación. Una limitación que pasará inadvertida para la mayoría de las personas. Por eso, nosotros les daremos “vida”. Con respecto a su ADN, su codificación es centesimal por lo que una mínima variación en uno de los elementos ofrece un matiz sensitivo perceptible, modificando así la ordenación sutil de la respuesta.

- ¿Serán todos iguales? Me refiero a su carácter…

- Poseerán la misma base. Aun siendo iguales, los percibiremos como diferentes porque nosotros somos diferentes. Activarán la imaginación, pero limitarán la fantasía imprudente y modificarán la vigilancia fiscalizadora para que ésta se convierta en cuidado y afecto. Su capacidad de análisis será superior y, además, de rango predictivo. Me refiero a los llamados “Robots Sociales”. Más adelante, aparecerán series más especializadas con pequeños cambios en su código.

Mire. Piense en una “persona” agradable, simpática, amable, creativa, ocurrente, cuidadosa, generosa, etc… Le acabo de describir un “ente” con un código (ADNe®) como el siguiente…

26,14:28,45:34,98:27,56:32,03:17,49:20,21. Usted se ha quedado igual, pero el robot ya está programado. En unos años, lo tendrá delante. @mundiario

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