Los indígenas norteamericanos domesticaron a los caballos españoles antes de ser colonizados

Indígenas a caballo. / Mundiario
Indígenas a caballo. / Mundiario

Una investigación que estudió restos arqueológicos y genéticos de caballos del Viejo Oeste, ha determinado que los nativos domesticaron équidos ibéricos antes de la llegada de los británicos.

Los indígenas norteamericanos domesticaron a los caballos españoles antes de ser colonizados

Los pueblos nativos de América del Norte comenzaron a montar y a criar caballos ibéricos a comienzos del siglo XVII, un hecho que precede mucho más de lo que sugerían los registros y también décadas antes de la llegada de los europeos al Viejo Oeste estadounidense, antes de que los pobladores indígenas fueran colonizados, según un estudio publicado en la revista Science, en la que participaron casi un centenar de investigadores de todo el mundo.

La investigación multidisciplinar reconstruye de forma exhaustiva la historia de los équidos en el continente americano, a través de los restos desenterrados en diferentes localidades a lo largo y ancho de las Grandes Llanuras y las Montañas Rocosas, en el sur y el medio oeste de EE UU, para determinar cómo y cuándo se dispersaron los caballos en territorio estadounidense, en lugar de analizar registros europeos, principalmente británicos, para evitar cualquier sesgo u omisión de la información.

Los hallazgos del estudio sugieren que los pueblos primigenios como los comanches, naciones indígenas con estrechos vínculos sociales y espirituales con los caballos, comenzaron a relacionarse con estos animales apenas unas décadas después de su llegada a bordo de los barcos españoles, y determinó que los équidos contemporáneos no solo descienden directamente de los ejemplares británicos que llegaron con los colonizadores ingleses, sino que también son parientes directos de sus ancestros ibéricos.

Los resultados de la investigación reescriben la historia de América. Los científicos han refutado la teoría del origen de los caballos en suelo estadounidense, que indicaba que los nativos no comenzaron a criar a estos animales hasta la rebelión de Popé en 1680, en la que parte del ganado de los colonizadores españoles salió desbocado con el caos que generó la insurrección indígena. Pero al revisar la datación de carbono y los análisis de ADN de varios restos hallados en el oeste del país, se determinó que algunos de los animales, nacidos y criados por aborígenes en las Grandes Llanuras, se remontan a décadas antes de la rebelión, a principios del siglo.

La nueva datación fósil adelanta la presencia de los équidos domesticados en los Estados Unidos, e indica que estos animales encontrados en el Viejo Oeste son ibéricos, provenientes de Europa a través del Atlántico, después de que llegaran en embarcaciones españolas al Caribe. En concreto, la datación de radiocarbono de las muestras halladas en Wyoming, Idaho y Kansas demostró que los caballos ya estaban presentes en la región después de llegar a través del sur, desde el Virreinato de Nueva España (actual México, el Caribe, Centroamérica, parte de Asia y Oceanía), tras haberse extendido por los asentamientos fronterizos de Nuevo México.

Los investigadores indígenas comprueban sus tradiciones

Los análisis del genoma de los ejemplares de los caballos no solo abordaron los comienzos de la equitación durante las primeras etapas de la colonización americana, al hallar una “fuerte afinidad genética” con los équidos contemporáneos y los españoles desde hace siglos. La evidencia de ADN demuestra que la mayoría de los caballos domesticados por indígenas habían descendido de los ibéricos, y que a partir de los siglos XVIII y XIX comenzaron a ser comunes los británicos.

Los análisis demuestran que la ascendencia española dominante se diluyó en el tiempo, adquiriendo la herencia autóctona de linajes británicos, por lo que primero los caballos locales fueron ibéricos, para después tener genes anglosajones. Los análisis de los restos incluyeron pruebas osteológicas, genómicas, isotópicas, radiocarbónicas y paleopatológicas.

“Quizá nuestro hallazgo más importante sea que los descubrimientos arqueológicos, en este caso, validan las tradiciones orales de muchos de nuestros colaboradores, como los comanches, cuyas tradiciones sugieren que ya criaban caballos antes de su larga migración a las llanuras del sur en el siglo XVIII”, indica el investigador principal William Taylor, que resalta el valor de que muchos de los científicos involucrados en el estudio son miembros de las comunidades indígenas comanche, pawnee y lakota, entre otros pueblos originarios. @mundiario

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