El ADNe. El algoritmo universal que rige las emociones

Emociones. Rawpixel.
Emociones. / Rawpixel.
Para las emociones no se había construido ninguna herramienta. Esta ausencia ha hecho que se fueran afirmando algunas incongruencias que se han tomado como dogma para los allegados a este mundo.
El ADNe. El algoritmo universal que rige las emociones

Desde que el premio Nobel en Medicina (2000) Eric Kandel propuso el concepto de la “Nueva Biología de la Mente”, sabemos que las emociones son el resultado de múltiples y complejas combinaciones neurotransmisoras.

Como sabe, los neurotransmisores son las moléculas con las que se comunican las neuronas, generando lo que llamamos “Sinapsis”. De los más de 60 neurotransmisores que somos capaces de producir, 10 son los que principalmente están asociados a las emociones.

Esta serie de descubrimientos, entre muchos otros, han dado pie a la réplica del funcionamiento sináptico o de comunicación entre neuronas, en clave de algoritmo universal.

Lo cierto es que nuestras neuronas siempre se anticipan a las emociones. De hecho, producen y almacenan neurotransmisores listos para su liberación, o recaptación, por si fuera necesario modificar nuestro status mental ante acontecimientos futuros.

Debe saber que todos y cada uno de nosotros producimos los mismos neurotransmisores pero con diferente intensidad y con diversa capacidad combinatoria. Esto es lo que nos hace ser emocionalmente diferentes y poseer diferentes rasgos de personalidad y mayor facilidad para desarrollar ciertas habilidades, destrezas y competencias.

Por ello este algoritmo, denominado ADNe, ofrece un código personal e intransferible que define el comportamiento emocional de un individuo como si de una huella dactilar se tratase o su propio genoma.

Nuestras emociones se basan en la Combinación Sináptica

Cuando le digan que un neurotransmisor concreto define un comportamiento, no se lo crea. En el colegio nos han enseñado a sumar, a restar, a multiplicar y a dividir, pero no a combinar los números. Hasta hace poco tiempo no parecía necesario, pero a medida que hemos ido avanzando nos hemos dado cuenta de que absolutamente todo funciona con un modelo matemático combinatorio universal.

Dicho modelo es el que crea la música, el que pinta los colores, el que nos hace sentir las emociones, el que sustenta el conocimiento, el que nos permite saborear una buena receta, etc… Así mismo, la expresión génica y nuestro metabolismo funcionan de igual manera.

Hablamos de un algoritmo universal

La clave se encuentra en que a cada liberación neurotransmisora, se activa otra de características inhibidoras, y viceversa. Por ello, aunque su cuerpo y mente descansen, sus neuronas siguen trabajando a destajo. Así que lo que realmente estimula esa “paz interior”, o su “endiablada actividad”, es el equilibrio neurotransmisor (liberaciones duplicadas), que paradójicamente requieren de ese doble esfuerzo.

Le adelanto que, por supuesto, no poseemos 2 ADN ni 3 cerebros, pero la verdad es que durante décadas se ha pensado que la actividad biológica de nuestro ADN no tenía repercusión mental ni conexión con las emociones. De ahí que este innovador concepto lleve el apellido “emocional”.

¿Sabía usted que el mismo aminoácido (tirosina) es el precursor de la dopamina, del color de su piel y de su sincronización motriz? ¿Ve? Necesitábamos un traductor que hiciera que todos entendiéramos lo mismo aunque hablásemos diferentes idiomas.

Este traductor es el ADNe (emocional). Un enlace necesario entre la mente y su condición biológica. Dicho algoritmo es capaz de definir la fórmula de cualquier emoción para así, interpretarla con una exactitud y precisión, poseedora de significancia científica, en cada individuo marcando sus oscilaciones e intervalos emocionales, como por ejemplo, conocer su grado de comportamiento con respecto a la agresividad, a la creatividad o a la espontaneidad.

El psicólogo Paul Ekman intuyó esta universalidad y por ello describió las emociones básicas o también llamadas “universales”, ya que su expresión no fue considerada como dependiente de razas, etnias o culturas, sino del individuo como “ser biológico”.

Los colores son emociones

Si pensamos en los colores, sabrá que el verde es el resultado de la mezcla entre azul y amarillo, y que la tonalidad verdosa será diferente en relación a la intensidad y dosis del azul y del amarillo. Si piensa en el color violeta, verá que se muestra al combinar el azul y el rojo.

Mucho se ha hablado de que los colores estimulan ciertas emociones o sensaciones. Por ejemplo, el verde (mezcla de azul y amarillo) se relaciona habitualmente con la esperanza, cuando en realidad, gracias al algoritmo ADNe, sabemos que invita al orden y a la reflexión.

También llama la atención que el color naranja (mezcla de rojo y amarillo) esté fuertemente asociado al trabajo en equipo, a la generosidad y a la protección.

La música nos emociona

En el caso de la música, podemos decir que es la expresión más ajustada al funcionamiento del ADN y a nuestra expresión génica. Se lo explico…

Si usted tiene un piano a mano y toca una tecla con un solo dedo, está claro que sonará una sola nota de las 7 existentes. Cuando le digo que únicamente hay 7 notas existentes es porque no hay más, y tanto la 9ª Sinfonía de Beethoven como “La Barbacoa” de Georgie Dann han sido construidas con ellas. ¿La diferencia? La combinación definida por sus autores.

Bueno… usted va probando y con ese solo dedo va tocando diferentes teclas y con ello percibe que las notas son diferentes aunque sea duro de oído. Le adelanto que es “dureza de oído” también es dependiente de sus características genéticas.

Pero ahora le voy a proponer que ponga un acorde o combinación de notas. Con 3 de sus 10 dedos de las extremidades superiores pulse un Do, un Sol y un Mi. ¡Bien! Acaba de hacer sonar un acorde llamado DO Mayor. Buena combinación…

¡Sí señor!

Este acorde nos invitará a poner otros como el Fa Mayor o el Sol Mayor, un Re menor o un Mi Mayor, dependiendo el trayecto que usted decida tomar para construir su melodía. Si enlaza el Do Mayor con el Fa Mayor y el Sol Mayor, tendrá la base de canciones tan conocidas como “La Bamba”, “Guantanamera” o “Blowing in the wind” del Nobel Dylan.

Mi recomendación es que si empieza con Do Mayor, acabe con Do Mayor. Si no lo hace así, su final no tendrá consistencia y se quedará en el aire una flotante sensación de vértigo.

Pero para terminar con esta parte musical, le propongo que use un dedo más (4) y a la vez que marca un Do Mayor, ponga una nota más… en este caso, un Si. Ahora ha construido un Do Mayor 7ª… Una nota abierta, esperanzadora, de color suave y de mente sana.

Todo se reduce a un algoritmo

Como sospecha, para la música existen los pentagramas, las notas negras, blancas, fusas corcheas, etc… y para los colores, ya tenemos clasificaciones como Pantone, RGB, etc…pero para las emociones no se había construido ninguna herramienta. Esta ausencia ha hecho que se fueran afirmando algunas incongruencias que se han tomado como dogma para los allegados al mundo de las emociones.

Por ello, el código ADNe ha llegado para quedarse. Ha llegado para definir cómo somos, pero no para decirnos cómo tenemos que ser. @mundiario

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