Victoria Armesto, ‘Totora’, una periodista con opinión en la Galicia del siglo XX

Victoria Armesto / Mundiario
Victoria Armesto / Mundiario

Texto traducido al español del capítulo dedicado a María Victoria Fernández España y Fernández Latorre, Victoria Armesto, ‘Totora’, en un libro del Consello da Cultura Galega sobre ‘Xornalistas con Opinión’.

Victoria Armesto, ‘Totora’, una periodista con opinión en la Galicia del siglo XX

María Victoria Fernández España y Fernández Latorre, Victoria Armesto, Totora -apodo heredado de su madre-, Totorita... ¿Una periodista con firma? Es difícil encontrar a una con más firmas. Y no lo es menos dar con una profesional gallega más viajera e inquieta. Una periodista, en definitiva, que supo abrirse paso en una sociedad de otro tiempo, donde no era precisamente fácil que una mujer triunfara en Galicia.

Estamos ante una periodista con criterio y una periodista con opinión, por lo general a caballo entre liberal y conservadora, pero por momentos vanguardista, cosmopolita, plural y siempre próxima, dada su capacidad de conexión con sus lectores. En realidad, una mujer periodista, política, historiadora, escritora e investigadora. Según el ex alcalde de A Coruña Francisco Vázquez, "posiblemente, la coruñesa más importante del siglo XX".

> Aproximación a la figura de la autora

La recuerdo, como si fuera ahora, de visita en La Voz de Galicia de los años ochenta, en Cuatro Caminos, en A Coruña, pero sobre todo en su casa, la Casa Grande de Xanceda (Mesía), cerca de Ordes, en un medio rural que contrastaba con su estilo urbano y cosmopolita. En realidad María Victoria era vista y no vista en aquella casa estrenada en el verano del 68, porque Totora siempre iba corriendo, sin que, curiosamente, eso le impidiera demostrar sus buenos modales, que se notaba a la legua que eran de cuna. Entonces, María Victoria ya era más política que periodista, aunque pensándolo bien ella nunca dejó de serlo; acaso se disfrazó de escritora para, siendo gente, contarle a la gente lo que le pasaba la otra gente. La definición de periodista de Eugenio Scalfari, el fundador del diario italiano La Repubblica, encaja como anillo al dedo en la mano de Victoria Armesto, que sabía mirar más allá de lo que veían otros, manteniendo la sonrisa del que sabe. Se sentía apreciada, también querida, pero tenía sus recelos. Incluso en La Voz de Galicia, donde ella mantenía su cuota de poder, que le venía de familia, pero no imponía sus criterios. Es verdad que, luego, todas sus preguntas como parlamentaria se recogían en el diario, al igual que sus artículos -en ambos los casos de manera destacada- pero no lo es menos que su periódico era entonces un medio sereno y plural, bajo la dirección del maestro Juan Ramón Díaz, cuyo testigo tuve el privilegio de recoger la finales de los años noventa.

María Victoria Fernández España y Fernández-Latorre había nacido en A Coruña el 12 de junio de 1925, por lo que apenas pudo darse cuenta en su infancia de lo que supuso la II República -en algún momento escribió sobre su vago recuerdo de la crispación de las clases sociales menos favorecidas y del recuerdo de ver fumar en su casa a Gloria Pérez, la mujer del presidente Santiago Casares Quiroga-, aunque sí de los sufrimientos que trajo consigo la Guerra Civil (1936-1939), ya que para entonces tenía más de diez años: "En el mes de junio del 36 hice, con mi familia, el viaje en automóvil del Escorial a La Coruña (sic), un trayecto entonces erizado de dificultades tanto para el estado de la ruta como por algunas averías de un vehículo que pronto sería requisado y que desapareció para siempre jamás de nuestro entorno. Al pasar por los pueblos castellanos y ya en menor medida por los gallegos observaba yo cómo grupos de personas levantaban el puño al paso de nuestro automóvil. Ocasionalmente, otras gentes extendían la mano en el nuevo saludo fascista, pero eran menos que los primeros. Alguna que otra piedra nos abolló el capó. Del Alzamiento en sí poco recuerdo. Comprendía que estábamos viviendo una guerra entre dos fuerzas antagónicas".

El detalle de los cigarrillos de la mujer de Casares Quiroga parece que le quedó grabado. Quizá por eso, en una de sus primeras crónicas desde Nueva York, donde estuvo de corresponsal, subrayaba un tanto sorprendida que "la mujer americana consume muchos más pitillos que los hombres".

Pocas veces se da un nacimiento en el mismo lugar que uno va a elegir para su profesión, según escribió sobre ella el periodista y historiador coruñés Carlos Fernández, quien sostiene que puede que haya alguien que la conozca igual, "pero más que yo lo dudo". Carlos Fernández se refiere, obviamente, a que Victoria Armesto vino al mundo en el edificio del periódico La Voz de Galicia, en la travesía de Montoto, esquina a la calle Santiago, donde estaba la antigua Puerta Real de A Coruña. En su libro Victoria Armesto. Escritora, política y periodista, Carlos Fernández recuerda también que Totora sería hasta su muerte, en 1999, una persona delgada, debido a un metabolismo que la mantuvo siempre en un peso mínimo y que a veces le hizo sufrir pero también ser muy elegante, incluso hasta el punto de que dicho autor la define en su juventud como "una belleza europea muy de la época, mezcla de Greta Garbo e Ingrid Bergman". La propia periodista escribiría al respecto: "Tuve la suerte de nacer bonita y aun más suerte de no haberme preocupado nunca por esta condición, de forma que su desaparición inevitable no me causará el más mínimo tormento".

María Victoria se llamaba cómo su madre, que era hija del fundador de La Voz de Galicia, Juan Fernández-Latorre, fallecido en 1912. Su padre fue José Fernández-España y Vigil, que perdió la vida en un accidente cuando ella iba a cumplir dos años. Su madre estuvo viuda hasta 1931, año en el que casó con Emilio Rey Romero, padre de Santiago Rey Fernández-Latorre, el actual propietario y editor de La Voz de Galicia. Otros hermanos suyos fueron María Josefa Fernández-España y Emilio y Paloma Rey, esta última melliza de Santiago Rey.

La vida quiso que como periodista conociera a ingleses y alemanes mejor que siendo niña. Resulta que de pequeña les tenía manía a los británicos y alemanes que, "desembarcados de barcos de placer" en A Coruña, les arrojaban a los niños de la ciudad unos sueltos que los chavales "se disputaban como perros, en los suelos del muelle". Pasados los años, a María Victoria convertida en Victoria Armesto convivió con los alemanes en Bonn, la entonces capital federal, donde hizo buenas amistades, entre ellas, curiosamente, el embajador inglés en Alemania, Frank Roberts. Otras amistades suyas de la Alemania de postguerra fueron el pintor Werner Peiner, que pintó un retrato de María Victoria con mantilla española, y el comandante Engel.

> Su formación periodística

Tras cursar el bachillerato en A Coruña, María Victoria estudió desde 1946 a 1949 en la Escuela Oficial de Periodismo de Madrid. Durante su período de formación ya había colaborado en La Voz de Galicia, donde llegó a entrevistar la Gala Murguía, hija de Rosalía de Castro.

María Victoria Fernández-España fue una buena estudiante y saldó sus estudios de Periodismo con altas calificaciones. "Mi formación", llegó a escribir, "fue la tradicional para las mujeres de unas determinadas clases y a cuyo objeto me considero profundamente autodidacta con todas las limitaciones inherentes a esta condición". El periodista Emilio Merino, que fue director de Hoja del Lunes de La Coruña, la recordaba así: "Desde muy joven puso de relieve una notoria agudeza narrativa".

A pesar de cultivar la crónica social y por momentos costumbrista, también se arrancó piezas de carácter político, a veces contracorriente. Aún con el dictador Francisco Franco vivo, Victoria Armesto se atrevió por ejemplo a poner en valor a Castelao, que para ella expresaba "la atracción de los emigrados por la tierra lejana y jamás olvidada". En otros artículos también defendió el gallego, la lengua propia de Galicia, a veces para defender su uso -"Acerca de la conveniencia de hablar gallego", tituló una de sus columnas- y otras para reprobar al franquismo su desprecio por los valores culturales e idiomas como el gallego.

En su formación fue determinante su paso profesional por diferentes países. Un parágrafo de uno de sus artículos es más que revelador: "La diferencia entre la falsa moral del franquismo y los principios democráticos se acusaba para aquellos españoles que, como era nuestro caso, vivimos largas décadas en los Estados Unidos, Inglaterra y Alemania. En estos países, España y su peculiar sistema eran objeto de constante crítica".

> Fechas claves de su trayectoria

Medios en los que desarrolló su labor profesional

María Victoria Fernández-España empezó a publicar de manera regular en La Voz de Galicia en 1949, por lo general bajo el título 'Madrid'. Se trataba de crónicas urbanas y costumbristas. Pero pronto cambiaría su vida y su trabajo, bajo el común denominador del periodismo.

Nació rodeada de periodistas y creció con periodistas. Incluso en pareja. Al periodista orensano Felipe Fernández Armesto, que sería su marido, lo conoció a causa de hacerle una entrevista. Según le confesó a Carlos Fernández, de Augusto Assía le gustó especialmente "su irresistible personalidad, que absorbía, o anulaba, sus defectos". Nacido en A Mezquita (Ourense), Augusto Assía, como solía firmar sus crónicas, comenzó a ejercer el periodismo en 1924, con colaboraciones en periódicos como Él Pueblo Gallego, Informaciones, Él Sol o ABC y la revista Nueva España. Posteriormente, se incorporó, como corresponsal en Alemania, al periódico barcelonés La Vanguardia, para el cual escribió durante 58 años, hasta 1986. Fue corresponsal de este periódico en Londres, Bonn y Washington, donde compaginó esta labor como agregado de prensa de la Embajada española. Falleció en febrero de 2002, a los 97 años de edad, y fue enterrado en la Iglesia Divino Pastor de Xanceda (Mesía). Al funeral asistieron el entonces presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga; el alcalde de A Coruña, Francisco Vázquez, y el intelectual Isaac Díaz Pardo, entre otras figuras.

María Victoria y Felipe se casaron el 15 de agosto de 1950, en el pazo familiar de Miraflores. Desde entonces, María Victoria firmó sus artículos y libros como Victoria Armesto. Él siempre le llamó Totora, Totoriña o darling. Entre sus regalos de boda, una casa antigua, del siglo XV, en Vigovidín (Almeiras), de parte de la madre de la novia. Con todo, se fue a vivir a un hotel y poco después a un apartamento en Nueva York, donde el matrimonio de periodistas se instaló en septiembre del 50. Sus crónicas para La Voz de Galicia llegan, primero, bajo el título de 'Carta de Nueva York' y, posteriormente, 'Carta de América'.

Otros medios en los que pronto comenzó a publicar fueron el diario madrileño Pueblo y revista Semana, cabeceras que a lo mejor le aportaron más popularidad. Ahora bien, ella sí escribía para La Voz, a diferencia de su marido y maestro, Felipe Fernández Armesto, Augusto Assía. Este me lo explicó con calma y quizá también con algo de exageración una tarde de primavera en Xanceda: "Jamás escribí para La Voz de Galicia. Otra cosa es que La Voz reproduzca los artículos que envío a La Vanguardia". El marido de Totora -o Totoriña, como él le decía, con un cariño que resultaba melancólico-, era todo un personaje. Hablaba de Churchill llamándole Winston, mientras evocaba sus paseos por Londres con uno de los grandes protagonistas de la Segunda Guerra Mundial, y lo hacía con la misma naturalidad que mandaba callar a algunas amigas de Totora de la vieja sociedad coruñesa a quien les costaba admitir que en el periódico de María Victoria pudiera trabajar un joven periodista que no fuera de Alianza Popular. "Aquí en esta casa no se le pregunta a nadie de qué partido es o deja de ser", sentenciaba el veterano maestro de periodistas. En parte, maestro también de su mujer, a la que le llevaba veinte años.

Aunque fue ella la que hizo carrera política, Victoria Armesto fue más bien una relevante periodista social, con mucha capacidad para llegar a la gente, a veces simulando ser ingenua. El analista político de fondo era su marido, curtido en mil batallas de guerra, espionaje y diplomacia. Pero sobre todo de democracia. Claro que, en un momento dado, Assía también estuvo a punto de ser candidato de la coalición de Manuel Fraga por Ourense, aunque la última hora declinó la oferta de CD, por entender que no era "compatible" la libertad de escribir con la pertenencia a una formación política.

Si algo caracteriza a esta pareja de periodistas gallegos es que fueron pioneros de una derecha moderna, democrática, al estilo de cualquiera partido conservador europeo, sin vinculaciones con la dictadura. Por eso resultaba tan distinto hablar con ellos y con otros personajes de su época, a los que se les notaba la caspa del franquismo. En Xanceda, ya de retirada, él decía sentirse "un ser humano que se halla lo más próximo posible al perro, mi animal favorito, con cuya compañía gozo" pero en Nueva York o en Londres había sido el periodista español de referencia para muchos de aquellos que en España no disfrutaban aún de libertad. De todo eso también bebió Victoria Armesto, aun sin llegar a recibir en el extranjero condecoraciones del nivel de las de Assía. En Galicia fue distinto, ya que María Victoria obtuvo, entre otras, la medalla Castelao, el Pedrón de Oro y fue invitada a pertenecer al Instituto de Estudios Coruñeses José Cornide. Según Agustín Sixto Seco, durante muchos años presidente del Padroado Rosalía de Castro, María Victoria fue una de las artífices, la finales de los años 60, de la restauración de la que ahora es casa-museo de Rosalía de Castro.

Tanto Victoria Armesto como Augusto Assía tuvieron que sortear y en algún caso sufrir la famosa y controvertida ley de Prensa de Fraga, a quien, por contradictorio que parezca, terminarían unidos políticamente, sin que antes y después tuvieran problemas. Una de sus pillerías para esquivar la censura previa fue el uso de la carta al director, ya que esta fórmula estaba sometida a menos controles que los artículos periodísticos convencionales. No solo sabía de censura y periodismo. En una época en la que todavía se discutía sobre el color en los diarios impresos, Augusto Assía ya lo tenía claro, muy claro: "Si el Times de Londres da fotos en color en su primera página, todos los periódicos del mundo serán en color". Y así fue. También sabía vivir: "Conseguí el ideal de las trade unions de Inglaterra: trabajar solo cuatro días a la semana".

María Victoria fue madre el 2 de enero de 1953, fecha de nacimiento de Juan José, bautizado en la catedral neoiorquina de Sano Patricio. Con el tiempo, su hijo sería presidente de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV). Junto a su marido, la periodista coruñesa va conociendo la relevantes personajes de aquella época, tanto de la política cómo del arte. Así se van mezclando en sus vidas apellidos tan emblemáticos como los Kennedy o Dalí. A eso también contribuye el nombramiento de Felipe Fernández Armesto, el 12 de abril de 1954, como agregado de prensa de la Embajada de España en Washington, sin que por eso tuviera que interrumpir sus artículos en La Vanguardia.

De Washington, la pareja se traslada en el verano de 1955 a Europa, donde Augusto Assía desarrollaría la labor de corresponsal de La Vanguardia en Bonn, mientras Victoria Armesto hacía lo propio para el diario La Voz de Galicia. Así era como los lectores gallegos se enteraban de lo que sucedía en Alemania. Las crónicas de María Victoria en La Voz de Galicia tenían un gran eco entre los lectores que se asomaban a lo que acontecía en la Alemania de mediados de los años 50. En una de sus crónicas, comentaba: "Hay aquí unos 250.000 norteamericanos y los rumores de que van a reducir el número causa alarma entre los alemanes".

Victoria Armesto utilizaba un lenguaje sencillo y ameno y escribía sobre todo tipo de temas. Uno de los asuntos más recurrentes en sus textos era que España debía integrarse en la Europa libre occidental. Bajo el paraguas de 'Cartas desde Alemania', sus crónicas también dejaban espacio para el drama social de la emigración. En uno de sus artículos titulado "Nostalgia y frío", describe: "Era una jovencita que tenía el rostro amoratado de frío. Esta muchacha carecía de abrigo y la pobre presentaba un aspecto de gran abandono. ¿Qué le pasa la esta joven? ¿Se cayó? No" -contestó una amiga suya emigrante, también española y gallega-; llora porque tiene nostalgia, y desde que salió de Galicia no cesó de llorar. Poco después me enteré de que esta pobre muchacha, que era de un pueblo de Ourense, tenía que mantener a su madre (viuda), a cinco hermanos, a un hermano de su madre que es retrasado mental y a una abuela muy anciana.

Tras pasar una década en Alemania, el matrimonio Armesto regresa a Madrid en 1966. Poco después, en 1967, Augusto Assía publica un artículo en La Voz de Galicia en el que defiende el gallego, la lengua propia de Galicia. Según Assía, al idioma gallego no es difícil que le ocurra "no solo en la Iglesia, sino en la Universidad, en los estratos sociales y en las oficinas públicas lo que no hace más que veinte años le ocurría a los negros en los Estados Unidos, donde no se les dejaba entrar más que por la puerta de servicio". Fue expedientado.

Estuviera o no en España, Victoria Armesto solía escribir con frecuencia. A veces desde América, fruto de viajes en los que había acompañado a Augusto Assía. Tras asistir cómo observadora al congreso del PSOE de Suresnes, en el que Felipe González se hizo con el control del partido, frente y los líderes históricos del socialismo, María Victoria emprendió un camino bien distinto: se sumó a Manuel Fraga, que entonces dirigía un partido minoritario, aunque con notable presencia en Galicia. Ella fue diputada por A Coruña y, como tal, accedió a varios altos cargos en la Mesa del Congreso. También presidió el PP en su provincia y en 1986 abandonó el partido, en desacuerdo con la postura abstencionista de Manuel Fraga en el referéndum sobre la OTAN, que ella apoyaba. Tras pasar por el Grupo Mixto desembarcó en Coalición Gallega y tuvo la oportunidad de entrar en el PSOE, pero finalmente se alejó de la política. En 1988 fue designada vicepresidenta de La Voz de Galicia, donde dejó de escribir por mor de la venta de sus acciones, a mediados de los años 90. Falleció en Madrid el 10 de junio de 1999. Por dos días no pudo cumplir los 74 años.

A los trabajos periodísticos de Victoria Armesto, se suman sus libros: Historias de Nueva York (1955), De los gallegos: Feijóo y Sarmiento (1964), Galicia Feudal (1969), Palabras gallegas (1973), Herminia (1976), Los hijos cautivos de Breogán/La huella de Castelao en América (1986), Tradición y Reforma en la Vieja Coruña (1987), Apuntes para una historia del periodismo coruñés (1991) y Los liberales coruñeses (1996).

Son varios los expertos que coinciden en destacar su papel como divulgadora de la historia, de manera particular en Galicia Feudal -para esta obra obtuvo importante documentación en su etapa en Alemaña- y, en menor medida, en sus biografías sobre personajes como Feijóo y Sarmiento -dos figuras de la Ilustración en Galicia- o Herminia Rodríguez-Borrell Feijóo. De su última obra, publicada en 1996, tres años antes de su muerte, sólo salió el primer tomo. Entre sus aficiones literarias también figuró la poesía. Su nombre completo era María Victoria Felisa Carlota Antonia Fernández de España y Fernández-Latorre. Toda una periodista con opinión que firmó como Victoria Armesto y a la que le habría gustado hacerlo como Victoria Fernández.

Victoria Armesto. / Mundiario
Victoria Armesto. / Mundiario
 
Bibliografía de Victoria Armesto 
- Historias de Nueva York. Colección Pulga. Barcelona, 1955
- Dos gallegos: Feijóo y Sarmiento. Imprenta Moret. A Coruña, 1964
- Galicia Feudal. Editorial Galaxia. Vigo, 1969
- Verbas galegas. Editorial Galaxia. Vigo, 1973
- Herminia. La Voz de Galicia. A Coruña, 1976
- Los hijos cautivos de Breogán. Edicións do Castro. Sada, 1986
- Tradición y Reforma en la Vieja Coruña. Editorial Deputación de A Coruña, 1987.
- Apuntes para una historia del periodismo coruñés. Instituto José Cornide de Estudios Coruñeses. A Coruña, 1991
- Los liberales coruñeses. Editorial Concello de A Coruña. A Coruña, 1996.
Portada de 'Los liberales coruñeses'. Editorial Concello de A Coruña. A Coruña, 1996. 

 

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