Esta vez, Armando, no sé con qué titular...

Armando Fernández-Xesta y José Luis Gómez, en una fiesta en Brión en 1990. / Mundiario
Armando Fernández-Xesta y José Luis Gómez, en una fiesta en Brión (A Coruña) en 1990. / Mundiario

Texto escrito para el libro libro titulado –en gallego– Segundo Nadal sen Armando Fernández Xesta, obra que perfila la trayectoria periodística y personal de uno de los mejores periodistas de Galicia de todos los tiempos.

Esta vez, Armando, no sé con qué titular...

¿Fue Armando Fernández-Xesta un gran periodista? ¿Fue una buena persona? ¿Un hombre ilustrado? ¿Fue un amigo de los amigos? ¿Un gallego de Vigo pasado por Euskadi que se hizo coruñés?

¿Es necesario elegir sólo una de esas cinco cosas? ¿Tal vez otras que, con mejor criterio, señalan otros autores de este libro (Segundo Nadal sen Armando Fernández Xesta)? Él seguramente diría que sí: "hay que titular con una de ellas y saber titular de modo que el lector lo entienda, llame su atención y lea".

Es más, seguramente no le valdría mi titular, y habría que repetirlo, una y mil veces. Tal vez no tantas, mil son muchas –ni él exageraría tanto en un caso así–, pero cinco o seis por lo menos.

– Esta vez, Armando, no sé con qué titular.

El periodista Armando Fernández-Xesta Vázquez (Vigo, 1943) se nos fue en A Coruña en febrero de 2016, siendo presidente de Octo Comunicación, pero en realidad él no era el presidente: era uno más de su buen equipo, como hizo siempre. En el fondo era presumido y coqueto pero Armando no iba de nada. A lo sumo iba de Armando. Él era lo que decía ser: un hacedor de periódicos, un amigo de sus amigos. También el padre de los hijos de CarmenCarmen Goicoa, navarra–, su mujer y ancla de toda una vida. Su equilibrio.

El joven Fernández-Xesta se había iniciado pronto en la carrera periodística: sus primeras prácticas fueron en el diario Faro de Vigo, el rotativo de su ciudad natal, donde tuvo la oportunidad de empezar a publicar sus primeras crónicas. No mucho después, se integró en el rotativo vasco El Correo, del que fue redactor-jefe durante varios años. Allí fue el artífice del rediseño del diario líder en Euskadi, el primero de España en abandonar el formato sábana para apostar por el tabloide, hoy generalizado en toda la prensa escrita. Bueno, en lo que queda de la prensa escrita en papel...

El periodista vocacional que llevaba dentro también le condujo durante años a recorrer el mundo y enviar sus crónicas desde países tan lejanos como Japón, Rumanía, China, Estados Unidos o Cuba, entre muchos otros. Como recordó de manera oportuna la Asociación de la Prensa de A Coruña, a la que pertenecía, uno de los episodios que le dejó más huella fue asistir, desde Cabo Cañaveral, al lanzamiento del Apolo XI que llevó al primer hombre a la Luna. Desde allí mismo envió sus crónicas a El Correo, mientras Jesús Hermida, fallecido en mayo de 2015, hacía lo propio para RTVE. Un año más tarde, en 1970, consiguió explorar la China cerrada al mundo de Mao Zedong y se convirtió en uno de los primeros periodistas occidentales a los que se permitió entrar en La Ciudad Prohibida. Más tarde viajó a la Antártida, junto al ahora popular escritor Arturo Pérez Reverte y otro pequeño grupo de periodistas pioneros, acercando el continente helado a los españoles, a través de sus crónicas.

Tras su estancia profesional en el País Vasco, Armando Fernández-Xesta regresó a Galicia, su tierra, su país, a finales de los años 70. Primero como subdirector y después como director adjunto del diario La Voz de Galicia, de la mano de Juan Ramón Díaz, fallecido casi un año antes que él, en la primavera de 2015. En La Voz de Galicia tuvo un papel clave en la modernización de la imagen del periódico, así como en su organización redaccional. Posteriormente participó en el relanzamiento de La Voz de Baleares y de Diario 16, cuando ambas cabeceras eran del Grupo Voz. Y en 1997 fundó Octo, una consultora coruñesa que lleva casi veinte años asesorando a empresas de todos los sectores en materia de imagen y comunicación.

Fernández-Xesta tuvo, por otra parte, una verdadera pasión por la historia militar española y del mundo, en torno a la cual desarrolló a lo largo de su vida una intensa actividad. Coleccionista incorregible, era poseedor de una extensa biblioteca y de una valiosa colección de figuras, documentos, prensa y filatelia sobre dicho tema. Tanto es así que su impulso a las exposiciones Militaria en Galicia en los años 80 le llevó a ser condecorado con la Cruz al Mérito Militar con Distintivo Blanco y la Medalla de la Ciudad de A Coruña, que gustaba lucir en las ocasiones especiales. En su amplia colección, sobresale su hemeroteca con más de cuarenta mil ejemplares originales de revistas y periódicos publicados durante la Segunda Guerra Mundial. También participó en el consejo de varias editoriales y fue miembro de número de la Academia Hispánica de Filatelia y patrono de varias fundaciones. Ya enfermo, en los últimos meses de su vida, escribió una obra en dos tomos, bajo el título Ejército y Campañas. Testimonios postales de las guerras de España.

Un modernizador del periodismo y de los diarios

Trabajador incansable, quienes compartimos actividad con él –más de tardes y noches que de mañanas–, siempre recordaremos su energía, su liderazgo, su capacidad de análisis, su resolución y la ilusión con la que defendía cada proyecto. Nada, por otra parte, que no nos inculcara a quienes como Bieito Rubido, Lalo F. Mayo, Siro López Lorenzo, Xosé Luís Vilela... fuimos sus discípulos desde comienzos de los felices años 80.

Armando Fernández-Xesta merece pasar a la historia del periodismo como un modernizador del oficio y de los periódicos

Armando Fernández-Xesta merece pasar a la historia del periodismo como un modernizador del oficio y de los periódicos. De ambas cosas. El oficio lo modernizó como abanderado del periodismo en democracia y en libertad. Los diarios los modernizó inspirando innovaciones técnicas importantes y aplicando a su diseño pautas siempre en vanguardia. Su mano se traducía en un buen estilo, una manera elegante de hacer periodismo. Sin boina, con perspectiva y con las ideas claras. También con escepticismo pero una y mil veces con ilusión.

Si me lee allá donde esté con sus soldaditos de plomo, impelido por su modestia, seguro que Armando me manda un mensaje diciéndome que todo eso lo digo porque soy su amigo. ¿Se ha notado mucho...?

Más lo fue él. Ya con un pie fuera de la que era nuestra Casa, Armando Fernández-Xesta fue una de las personas que me recomendó para ser director de La Voz de Galicia. Jamás me lo dijo. Sabía que se habían pronunciado en ese sentido Juan Ramón Díaz –mi Director con mayúsculas– y Santiago Rey Berguer, pero del papel exacto de Armando supe hace bien poco en una conversación con Emilio Rey Berguer, la persona a la que le correspondía proponer mi nombramiento en su condición de editor y consejero-delegado. No voy a decir a estas alturas que me extraña que Armando jugase ese papel pero sí debo decir –y escribir– que en aquellas –para él– difíciles circunstancias pocos hubieran hecho lo mismo. Gracias, por todo, Armando. @J_L_Gomez

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