La vendimia en la Ribeira Sacra puede considerarse dura, heroica y sublime

Viñedos de la Ribeira Sacra. / carlos vazquez
Viñedos de la Ribeira Sacra. / carlos vazquez

Debido a la escasa y costosa mecanización, los porteadores tienen que transportar las cajas de uvas a sus espaldas por las escarpadas y empinadas laderas hasta los puntos de recogida.

La vendimia en la Ribeira Sacra puede considerarse dura, heroica y sublime

Desafiando el vértigo de la inmensa cicatriz que forman las montañas, cuyas laderas mueren conformando un imponente cañón en las orillas del río Sil, los romanos, que de vino sabían un poco, vistieron este paisaje de verdes cepas. Así nacieron unos vinos cuyo delicado cultivo perdura hasta nuestros días, sabiendo que detrás de cada sorbo, de cada gota está una viticultura heroica.

La Ribeira Sacra, que se extiende a los márgenes del río Sil y también del Miño, entre las provincias de Lugo y Ourense, actúa como motor económico de una amplia zona sostenido por dos pilares: El vino y el turismo. Cerca de un centenar de bodegas, casi 3.000 viticultores y una cuidada promoción han conseguido generar riqueza en un entorno rural exportando vinos a diversos países y atrayendo visitantes que quedan prendados del paisaje y la gastronomía de una zona marcada por la abundancia de monasterios que son los culpables del toponímico de “ribeira sacra”.

La viticultura de la Ribeira Sacra se asienta en un enclave de los más escarpados del mundo y cuando llega la época de la vendimia llega también el momento en el que se muestra la dureza del trabajo de los viticultores haciendo equilibrios cargados con la materia prima por las terrazas de sus empinadas laderas, con pendientes que superan el 30% y pueden llegar al 80%. Si dejamos de lado los carriles instalados en algunas viñas, estamos ante un trabajo que es pura artesanía, cuyo esfuerzo se ve compensado con la calidad del vino obtenido de variedades de uva como mencía, godello y merenzao.

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