Valores españoles: estancos  y bares abiertos, librerías y escuelas cerradas

Un estanco. / RR SS
Un estanco. / RR SS
Ningún responsable del Gobierno se ha quejado, tampoco sus pares de las autonomías. De la oposición, siempre dispuesta a elevar el tono, ni una protesta. En ese cierre colectivo, plena coincidencia.
Valores españoles: estancos  y bares abiertos, librerías y escuelas cerradas

No es necesario leer tratados sobre la metafísica de España, nuestra singularidad histórica, la Leyenda Negra o recrearnos en la épica de la Reconquista o el Descubrimiento. Nos definen los hechos, como a todos los países. Durante la fase cero de la epidemia, el Gobierno consideró los estancos como servicios esenciales por lo que permanecieron siempre abiertos, mientras que las librerías, como todas las instalaciones culturales, fueron clausuradas. En la fase siguiente, los bares han abierto pero las escuelas, institutos y universidades continúan cerradas. Ningún responsable del Gobierno se ha quejado, tampoco sus pares de las autonomías. De la oposición, siempre dispuesta a elevar el tono, ni una protesta. En ese cierre colectivo, plena coincidencia.

A las pocas semanas el sector cultural elevó la voz enérgicamente, quejándose de su exclusión del programa de ayudas económicas diseñado por el Ejecutivo y censurando duramente al Ministro de Cultura. Algún tiempo después se aprobaron las ayudas para descubrir que salvo el sector cinematográfico, las demás áreas culturales recibirían cantidades muy bajas. Teatro, música, danza, librerías y otros segmentos de la creación artística, ignorados. Y con las puertas cerradas para trabajar.

En el ámbito educativo, la ministra ya ha adelantado que el curso podría no comenzar. En Portugal, Alemania o Francia, la situación académica se está retomando con las medidas adecuadas. En España vacaciones indefinidas. Ni una idea sobre cómo recuperar el tiempo perdido, o impulsar sistemas mixtos de aprendizaje, ni una convocatoria al mundo empresarial para ayudar en la búsqueda de soluciones. Solo cierre. Que no perjudica tanto a las familias acomodadas o con nivel cultural medio como a las familias de bajo nivel cultural. Para éstas es directamente una catástrofe que refuerza su marginación.

Reparemos que en dichos ámbitos, Cultura y Educación, no hay diferencias ideológicas: si hay que suprimir, recursos, personal o actividad, son las primeras de la lista. Después habrá otros debates, abstractos como la asignatura de convivencia o la religión en las aulas, y pedestres, como la pizza en los menús madrileños. O grandes palabras sobre el libro. La realidad es que ambas áreas en España, a diferencia de países de nuestro entorno, Francia, por supuesto pero también Italia, Alemania e incluso Portugal, siguen siendo “marías”. No es casual que España haya sido uno de los últimos países de Europa en erradicar el analfabetismo, a finales de la dictadura, ni que la generalización del acceso a la universidad no se haya producido hasta la década de los 80 o que las bibliotecas públicas hayan sido poco atendidas hasta bien entrada la democracia.

Como no es casual que los dirigentes políticos, con muy pocas excepciones, carezcan de un discurso sobre esas áreas que no sea una colección de tópicos. De ahí que los programas culturales hayan sido barridos de las televisiones, con la excepción del cine. O que el Ministerio de Cultura sea un perfecto desconocido en gran parte del territorio español, dándose la paradoja de que todos los españoles sostenemos la actividad cultural de Madrid, con la excepción de los catalanes que consiguen el retorno de una parte de sus impuestos.

Desconfíe el lector de las grandes palabras. Sin menoscabo del estanco o del bar, preocúpese por la lectura de sus hijos, por la asistencia a museos (de arte, de ciencia, de historia), conciertos y espectáculos, por la formación del gusto y la apertura de horizontes. Y exija a gritos más enseñanza para sus hijos, especialmente si su nivel de rentas o de estudios  es medio o bajo. La igualdad de oportunidades es una utopía, los pasos para conseguirla una realidad. @mundiario

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