Las vacunas, en el centro de las polémicas

Una dosis de la vacuna de AstraZeneca contra la covid-19. / Pixabay
Una dosis de la vacuna de AstraZeneca contra la covid-19. / Pixabay
AstraZeneca pacta con Bruselas un ligero aumento de la entrega de vacunas y Pfizer enviará a la UE 75 millones de vacunas adicionales en el segundo trimestre.
Las vacunas, en el centro de las polémicas

Las vacunas contra el coronavirus se han convertido en una suerte de llave maestra que sirve para alimentar la esperanza del control de la enfermedad en un plazo de tiempo razonable y, al mismo tiempo, abren la puerta a un futuro económico menos incierto del que ahora domina en los estados mayores de empresas, gobiernos y organismos especializados. La lógica trascendencia que se le ha asignado a estos fármacos preventivos ha permitido visualizar, con mayor amplitud, algunos de los engranajes que habitan en el seno de nuestro cuerpo social.

Los diversos casos de incumplimiento de los protocolos registrados a la hora de realizar las primeras vacunaciones han revelado la indignante -aunque no sorprendente- carencia de escrúpulos éticos en una parte de “nuestras” élites (políticas, militares, judiciales, eclesiásticas, sanitarias...). En la última década se ha vivido una eclosión de casos de corrupción en la administración de los recursos públicos en diversas instituciones. En esos años, la respuesta dominante -entre los afectados, allegados y creadores de opinión- establecía el centro de gravedad en la lógica judicial: todo el mundo es inocente mientras una condena firme no establezca la culpabilidad y, por lo tanto, no cabe exigir responsabilidades derivadas de la aplicación de criterios éticos para valorar la actuación de los gestores públicos. Ahora, sin embargo, la vara de medir ha cambiado significativamente en el ámbito de la opinión publicada. Nadie ha reclamado el previo establecimiento de ilícitos penales o administrativos antes de condenar con dureza y pedir las dimisiones para los cargos políticos, militares, funcionariales o eclesiásticos que han sido descubiertos practicando indeseables tratos de favor o tráfico de influencias.

La duda está servida de cara al futuro: ¿el rigor que se está exhibiendo estos días contra los autores de esas irregularidades es una consecuencia derivada de la preocupación desatada por los efectos letales de la pandemia que padecemos o cabe pensar que se ha producido un punto de inflexión en el clima ético vigente en la vida pública española?

Las vacunas también han estado en el centro de la polémica entre la Comisión Europea y algunas de las grandes empresas farmacéuticas. Aquí tampoco debería reinar la sorpresa. Es conocida, desde hace tiempo, la fortaleza de estas multinacionales a la hora de presionar en los despachos de Bruselas buscando maximizar sus beneficios particulares. Estas empresas nunca han tenido dudas a la hora de jerarquizar los valores que guían su comportamiento y ahora que han visto las rentabilidades inmediatas de sus negocios, mucho menos. Los dirigentes de la Unión debieran responder a interrogantes de la máxima relevancia en el momento presente: ¿han utilizado adecuadamente todo su poder normativo, político y simbólico a la hora de establecer unos contratos de suministro de vacunas a la altura de la emergencia sanitaria que se está viviendo? ¿Han sucumbido a las presiones empresariales para no alterar inercias ya consolidadas? ¿Están dispuestos a priorizar, con todas las consecuencias, su condición de poderes públicos encargados de asegurar el derecho a la vida y a una salud digna de la ciudadanía a la que deben su posición institucional? ¿Asumirán la vieja máxima “a grandes males, grandes remedios” o preferirán aquella de que “la banca siempre gana”? @mundiario

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