La vacuna de Oxford contra la Covid-19 valdría 2,5 euros y podría ser vendida al costo

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Un investigador sostiene una muestra del virus SARS-CoV-2 (Covid-19) en un laboratorio de la Universidad de Oxford / lainformacion.com
El epicentro de la disputa global por el dominio de la influencia científica y financiera sobre el sistema mundo tiene a EE UU y Reino Unido indirectamente enfrentados en una carrera por la nueva era post-pandemia.
La vacuna de Oxford contra la Covid-19 valdría 2,5 euros y podría ser vendida al costo

La confrontación geopolítica entre dos grandes potencias dentro del nuevo campo de batalla marcado por la primera carrera científica-biológica del siglo XXI, continúa posicionando a la primera economía del mundo, Estados Unidos, y a la sexta, Reino Unido, en un pulso por el dominio de los mercados y de los espacios diplomáticos estratégicos que podrían ganar con la distribución del instrumento que la humanidad demanda para retomar la normalidad de su sistema de vida y de su ciclo económico; la vacuna contra el coronavirus.

Así como la pandemia no ha dado tregua, tampoco la ha habido entre las élites científicas de ambos países, que son diametralmente opuestos el uno al otro por una razón fundamental: Estados Unidos quiere ganar expansión financiera con la distribución de la vacuna y Reino Unido no prioriza el elemento comercial de su investigación, pues solo planea, hasta ahora, lanzar la vacuna sin obtener ganancias o retornos de inversión.


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Ahora, el nuevo epicentro de la disputa entre los dos socios occidentales más poderosos del hemisferio, situados en ambos lados del Océano Atlántico, es la dicotomía de vender la vacuna con y sin márgenes de ingresos tras el ingente paquete de 500 millones de dólares que el Gobierno estadounidense dio a la farmacéutica Moderna para el desarrollo del antiviral, así como la alianza entre la Universidad de Oxford y la farmacéutica británica AstraZeneca. 

Washington vs. Londres a contrarreloj por la pandemia

Washington busca recuperar su inversión tras haber inyectado medio millardo de dólares a la compañía biotecnológica más grande del país y una de las más importantes del mundo. En la otra cara de la moneda, Londres podría apoyar logística y financieramente el programa sanitario-humanitario de vacunación mundial junto con China y la OMS de forma inicial para luego vender la vacuna a precio de producción.

Los laboratorios estadounidenses Pfizer, Merck y Moderna anunciaron que, en caso de lograr la vacuna contra el coronavirus, no la venderán a precio de costo. Así lo aclararon sus representantes durante una audiencia en el Congreso de EE UU el pasado martes. La Casa Blanca puede tener una influencia directa en esa estrategia debido a que este pasado miércoles, el presidente estadounidense Donald Trump informó de que había comprado y pagado por adelantado unas 100 millones de dosis de la vacuna que desarrolla Pfizer (con la fórmula de Moderna).

Es decir, Moderna creó la fórmula, la estructura genética y el prototipo de la vacuna, llamada ARN-1273, pero el laboratario encargado de su producción en masa es Pfizer, razón por la cual el Gobierno de Trump le pagó con anticipo 100 millones de dosis, que pudieron haber tenido un costo aproximado para Washington de 1.000 millones de dólares.

Por el contrario, las compañía Johnson and Johnson y la farmacéutica AstraZeneca, se han comprometido a vender inicialmente sus vacunas sin obtener ganancias. La primera empresa dijo que podría tener listas sus dosis para comienzos o mediados de 2021, pero la segunda anunció ayer que la vacuna AdOx1-nCov-19 (la que desarrolla la Universidad de Oxford) podría estar disponible “en cualquier momento a partir de septiembre”, es decir, en dos meses. 

¿Una carrera por la ciencia y el poder?

Como siempre, el Gobierno estadounidense no planea perder, razón por la cual ha otorgado subvenciones a esas compañías, pero bajo la condición de no vender las dosis al precio de producción, pues el contrato firmado entre la Casa Blanca y las farmacéuticas es el instrumento que la Administración Trump tiene para captar ingresos a futuro que permitan generar un colchón fiscal bastante sólido para el proceso de recuperación de la economía estadounidense, sumida en una recesión que podría entrar a una fase más aguda del -5% de caída del PIB si la pandemia se agrava en el país.

“No venderemos al costo”, dijo el presidente de Moderna, Spethen Hoge, en respuesta a la pregunta de un congresista. Esta compañía biotecnológica desarrolla la que hasta ahora es una de las vacunas experimentales más avanzadas, pues cuenta con una potente capacidad de generación de anticuerpos neutralizadores y células T que crean una barrera inmune en la estructura genética de las células humanas al inhibir las réplicas del coronavirus en el organismo. 

Los ensayos de esta vacuna comenzarán el próximo lunes, 27 de julio, en 30.000 voluntarios, y si pasa la prueba, podrá ser sometida a nuevos análisis para finalmente recibir la aprobación del Centro de Control y Prevención de Enfermedades de EE UU, encabezado por el epidemiólogo Anthony Fauci, aunque no se sabe a ciencia cierta si el Gobierno de Trump buscará la aprobación de la OMS debido a la reciente salida de EE UU del organismo y el cese de sus aportes financieros a este.

“Este es un momento extraordinario y nuestro premio lo reflejará. Durante la pandemia, fijaremos el precio de nuestra vacuna potencial teniendo en cuenta la actual emergencia sanitaria mundial”, dijo John Young, directivo del laboratorio Pfizer. 

Claramente, Estados Unidos apuesta por crear un esquema financiero sólido y lucrativo mediante el cual pueda mercantilizar el programa sanitario-humanitario mundial de vacunación contra la Covid-19 y obtener no solo un importante retorno de inversión para justificar sus estrategias de inversión contra la recesión interna que enfrenta, sino también para imponer una posición geopolítica que lo proyecte como una potencia científica y tecnológica más poderosa que Reino Unido y China en los mercados emergentes, sobre todo en Asia. 

Por su parte, AstraZeneca, socio de la Universidad de Oxford en el desarrollo de la prometedora vacuna británica que ya ha logrado demostrar un importante grado de inmunización, pasó a la fase 3 del estudio (la última) y firmó un contrato por 1.200 millones de dólares con la agencia Barda del Gobierno de Estados Unidos.

La geopolítica de la vacuna 

Sin embargo, la farmacéutica británica ha dejado claro que entregará 300 millones de dosis a precio de costo con un precio estimado de 2,5 euros, es decir, no habrá un porcentaje de ganancia, pero consiste en una estrategia de adaptación y acoplamiento del mercado a un producto biotecnológico que, de funcionar efectivamente en proteger a la población mundial, podría convertir a Reino Unido en el epicentro mundial de la erradicación de la pandemia y abrir un mercado global muy amplio en el que la economía británica se repotencie gracias a la comercialización de su vacuna contra la Covid-19, aunque primero tendrá que chocar cara a cara con EE UU en el complejo ajedrez geopolítico donde China y la OMS respaldarán a Londres como la triada de la carrera científica por la normalización del sistema de vida global, mientras que Washington intentará expandirse a pasos más rápidos en los mercados occidentales antes de que la influencia diplomática china y británica llegue a América Latina con la vacuna y consolide pactos financieros, comerciales y sanitarios con los países del llamado ‘patio trasero’ de EE UU, denominado así por la Casa Blanca. 

“Nuestro objetivo es suministrar la vacuna a todo el mundo, tenemos un objetivo que es también hacerlo sin beneficio, o sea que entregaremos la vacuna a precio de costo en todo el mundo. A precio de costo será cerca de 2,5 euros la unidad (2,8 dólares)”, dijo en una entrevista con la cadena británica RTL Pascal Soriot, director general de AstraZeneca.

Controlar la pandemia y frenarla es la nueva política global de estabilización mundial que China, Reino Unido y la ONU, a través de la OMS, buscan implementar lo más pronto posible. Estados Unidos avanza en varios frentes: mantiene su escalada de tensiones con China para ralentizar su gestión diplomática contra la pandemia y causar que Pekín deje vacíos en los espacios y mercados internacionales donde EE UU sabe que puede inmiscuirse con el objetivo de conectarse a los circuitos de poder en Asia, África y Europa por la vía de la vacuna y su política anti-pandémica. @mundiario

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