La vacuna de la meningitis B sigue sin comercializarse en España

Campaña en el Reino Unido sobre la meningitis B.
Campaña en el Reino Unido sobre la meningitis B.

La Asociación Española de Pediatría ha pedido la inclusión en el calendario vacunal. El 70 % de los casos anuales de meningitis, entre 450 y 600, se producen por el tipo B.

La vacuna de la meningitis B sigue sin comercializarse en España

La Asociación Española de Pediatría ha pedido la inclusión en el calendario vacunal. El 70 % de los casos anuales de meningitis, entre 450 y 600, se producen por el tipo B.

La vacuna de la meningitis B sigue sin comercializarse en España. La vacuna comercializada por la farmacéutica Novartis con el nombre de Bexsero fue aprobada por la Unión Europea en enero de 2013 tras haber superado más de una decena de ensayos clínicos. La vacuna  en España se autoriza desde el pasado mes de agosto solo para uso hospitalario. España es el único país de la Unión Europea que sigue sin comercializarla, frente a países de su entorno en los que se permite la venta libre y otros, como Reino Unido o Canadá, donde está incluida en el calendario vacunal.

El  70 % de los casos de meningitis que se producen cada año, entre 450 y 600, generalmente en niños y adolescentes, se producen por el tipo B. Por el momento no había ninguna vacuna en el mercado, lo que hacía que uno de cada diez afectados acabase falleciendo y entre el 20 y 30 % sufriese algún tipo de secuela (amputaciones, sordera, retraso mental...). Los lactantes, los niños de corta edad y los adolescentes son los colectivos más vulnerables ante una enfermedad que puede causar tanto meningitis como septicemia, ambas potencialmente mortales.

Una de cada diez personas que la padece se muere, si a eso le  añadimos las graves secuelas que sufren los que sobreviven (amputaciones, convulsiones, sordera y retraso mental), estamos hablando de una enfermedad muy seria que provoca la intranquilidad en un amplio sector de la población.

En estos momentos la vacuna no es accesible a la población general y no puede ser prescrita por los pediatras, de ahí que aflore el peligro del "turismo vacunal", donde las condiciones ambientales del transporte juegan un papel fundamental de cara a la conservación de las propiedades y la efectividad de la vacuna. Los pediatras aseguran que seguirán pidiendo que se amplíe su uso pero, al mismo tiempo, alertan a los padres del riesgo que conlleva adquirir estos productos en otros países o a través de Internet. Un medida de advertencia en la que el colectivo médico no quiere cogerse los dedos y determina “curarse en salud”.

El precio del “bexsero” cuando Novartis lo pone en manos de cualquier hospital ronda los 74 €. Siendo pragmáticos, que en temas de salud, no debemos serlo, el tratamiento de por vida de un paciente con secuelas puede rondar los 1,2 millones de euros. Además, la compañía ha aclarado que el precio actual es el que se ha fijado para su venta a los hospitales por lo que, de cambiar su estatus, el precio también podría variar.

La comercialización y la inclusión de la vacuna en el calendario nos daría  a conocer la «efectividad real» que tiene la vacuna en la población española.  Si se  restringe su uso, nunca se conocerán  los beneficios que realmente ofrece. Según la AEP, su uso debería ser sistemático en todos los bebés sanos de dos meses ya que actualmente no se puede predecir a qué niños puede afectar.

La Asociación Española de Pediatría (AEP), defiende que la primera vacuna frente al meningococo B recién aprobada en España sea incluida en el calendario vacunal del Sistema Nacional de Salud para que los padres que quieran puedan vacunar a sus hijos.  Así también lo ha defendido Pachi Vázquez en el Parlamento Gallego en una moción secundada por todos los grupos, quizás por la consciencia del goteo continuo de padres que van a comprarla al país vecino, o bien por la proximidad de las elecciones del 24 de Mayo. Por otro lado el Ministerio de Sanidad sigue acotando su administración al uso hospitalario.

La actual situación ha generado una diatriba en la que muchos padres optan por asumir el riesgo que conlleva el “turismo vacunal” y otros en un ejercicio de alquimia y mano de santo deciden la propia, “no prescripción facultativa”, de una vacuna que puede salvarle la vida a sus hijos. La respuesta, como decía Bob Dylan, está en el viento.

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