A la Universidad no le vendría mal un poco de control de la productividad y calidad

¿Toca autocrítica en la Universidad?
¿Toca autocrítica en la Universidad?

Un alumno se siente estafado porque un tercio de las clases de su máster no se impartieron, cambiaron a sus profesores y no se le entregó el material previsto.

A la Universidad no le vendría mal un poco de control de la productividad y calidad

Un alumno de la Universidad de Vigo matriculado en el Máster de Dirección Integral de Proyectos, especialidad de Sistemas de Información, impartido por la Facultad de Ciencias da Educación e do Deporte de Pontevedra en el curso 2011-2012, denunció a la institución docente al sentirse estafado porque un tercio de las clases previstas en el programa oficial no se impartieron, los profesores que figuraban en la relación de docentes no fueron los que dieron las clases y tampoco se entregó el material pedagógico que estaba anunciado. 

Denunció, en definitiva, un fiasco de Máster, una estafa intelectual a los alumnos -la matrícula costó 1.800 euros- y una decepción para la sociedad que aún confiaba en sus universidades y ahora sospecha que este caso puede ser la punta del iceberg por donde asoman las irregularidades que rodean a otros másters y a muchos programas de posgrado, trabajos de investigación incluidos. 

Las irregularidades del Máster llegaron al Valedor do Pobo que pidió a la Universidad de Vigo respuestas a las deficiencias denunciadas y comprobadas que afectaban a la gestión, coordinación e impartición de este programa docente. Se queja el Valedor de que la Institución no haya corregido las anomalías detectadas, pero la propia Universidad invoca un informe del Consello Consultivo para "sentenciar" -¡pásmense!- que, deficiencias aparte, lo importante es que al alumno se le expidió el título avalado por las Universidades de Vigo y de A Coruña. Parafraseando la letra del bolero, el ciclo formativo tiene validez "porque lo dicta un papel...".   

Visto desde fuera y sin entrar en detalles, a las universidades, tan orgullosas de su autonomía como encerradas en sí mismas, no les vendría mal un poco de control de la productividad y calidad de los procesos de enseñanza que imparten. Entre otras razones, para evitar que la programación de posgrado se convierta en un lucrativo negocio -en esa formación lucrativa son expertos los sindicatos y la patronal-, o en un entretenimiento académico inútil que no responde a las necesidades de la realidad sociolaboral en permanente cambio.  

En fin, que mucha gente tiene la sensación de que en esta sociedad nuestra todo lo malo se contagia y algunas formas de maldad también contaminan a las universidades que acaban adoptando comportamientos nada edificantes y hasta corruptos, similares a los de otras instituciones que estafan a la propia sociedad.

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