¿Pero por qué tus invitados son siempre tan distintos a los de tu mujer?

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Cuando tu mujer invita a un amigo tuyo... no sé que pasa pero todo se revoluciona.

"Son seres humanos, como tú y yo; pero un invitado tuyo nunca será igual que uno de tu mujer. Lo hacen con cariño, pero no nos entienden...", comenta este escritor.

¿Pero por qué tus invitados son siempre tan distintos a los de tu mujer?

Son seres humanos, como tú y yo; pero un invitado tuyo nunca será igual que uno de tu mujer. Lo hacen con cariño, pero no nos entienden.

Esto de invitar a alguien a comer a casa, pero una comida que tal, no un bocata y tirapalante, tiene su miga (si hay pan. De verdad, ¿soy normal?, ¿se puede decir mayor estupidez?) porque no es lo mismo que el invitado sea tuyo que de tu mujer. Y es que son distintos, pero que muy distintos.

Invita tu mujer a alguien, y más que estar en casa parece que estás en el Palacio de Oriente porque hay una máxima: no-pu-e-de-fa-llar-na-da, na-da. Y lo primero que sucede es que de no sé dónde, saca un mantel con unas virguerías de agujeritos que le llaman puntilla que ni que lo hubiera hecho la costurera de la Catalina de Austria, casi no se puede tocar y hay que comer levitando, no se vaya a manchar, que tú… bueno tú como mucho pondrías el felpudo.

Y son tan diferentes que si estás comiendo y cae algo al suelo, por ejemplo un trozo de pan… ni que estuviera envenenado y aquello fuera un terremoto; todo diosssss se inclina al suelo, coge el mendrugo ese bajo la mesa… «y que no, que no lo tomes, que ni hablar, que…». Eso ellas, claro, porque nosotros, nosotros con nuestros invitados…

Hombre, yo no te digo que si viene un colega y si un bistec lo notas un poco duro lo cojas, lo tires al suelo y lo taconeemos en grupo, a ver si ablanda, y tras zapatearlo alguien lo toque y si lo ve como que aún no está tierno, pues tras una mirada cómplice a todos, otro tracatrátrátrá a ritmo flamenco de José Mercé… joé, que es un amigo, no una bestia, pero de ahí a tirarse todos cuerpo a tierra porque ha caído un panecillo..

Y si son tan diferentes que ante una situación así, de que ha caído un pan, una invitada de tu mujer no dice nada; pero uno tuyo no solo dice que da lo mismo, sino que si al pan se le ha pegado incluso una mosca dirá: «No, no, deja la mosca, déjala, que yo en casa siempre lo tomo así…». Un santo, de verdad que un santo.

Como te digo, yo no sé como serán los invitados de tu mujer, pero los míos… los míos, eso, unos santos; pero lo que me extraña es que haya algunos que no vuelven, pero no sé si es porque vivo lejos, en una aldea y les resulta complicado, o porque que el pan sí que estaba envenenado y como en los diarios digitales, que es lo que leo, las esquelas no se publican… pues que quieres que te diga.

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