Tranquila, una novia es un obstáculo, pero nunca un impedimento para ti

Unos besos nocturnos en una discoteca y cada uno a su casa, pero el destino es un caprichoso y quiso que estuviéramos invitados a la misma boda... él con acompañante.
Cuando lo conocí no le di la mayor importancia, la verdad.
Unos besos nocturnos en la intimidad (entre comillas) de la discoteca más concurrida de la ciudad. Cuando se acabó la nocturnidad, pues ya había salido el sol, se fue cada uno a su casa y dios a la de todos, como dice mi abuela, pero el destino es un caprichoso y quiso que los dos estuviéramos invitados a la misma boda. Su prima se casaba con mi primo.
Lo vi y mi reloj se paró. Quise que me tragara la tierra al ver que iba de la mano con una chica despampanante. Debe de ser verdad que siempre se quiere tener lo que una no puede o, mejor dicho, no debe.
En el banquete, y menos mal, no estaba ubicada con mis padres y mis abuelos, tan orgullosos de estar en la boda del pequeño que nunca pensaron que dejara de saltar de cama en cama. Sino en la mesa de los jóvenes, la típica en la que agrupan a todos los de la misma edad, en donde parecía que las botellas del albariño más rico que había probado tenían prisa por vaciarse.
No suelo beber, por lo que en seguida cojo una fuerza involuntaria, de la que me suelo arrepentir, para hacer según qué cosas. En este caso, la primera fue subirme a la silla y gritar llorosa cuánto quería a mi primo pequeño y lo que me alegraba de que se hiciera un hombre formal con una chica tan fabulosa, a la que, por cierto, casi ni conocía.
Mi madre estaba furiosa, no; peor que furiosa, estaba como una hiena enfurecida. Vino hacia mí y me agarró del moño, como en una pelea de marujas, y me bajó de la silla.
- Por favor te lo pido, ¡compórtate! Está aquí toda la familia y ya han hecho cien videos, por lo menos, con tu maravilloso brindis. ¡Qué vergüenza!
En aquel momento, me prometí no montar más escándalos, así que decidí fijarme como objetivo principal conseguir a Javi, que así se llamaba mi ligue discotequero, pero todo muy discretamente, claro.
Mi prima, no la nueva prima política a la que había jurado amor eterno delante de trescientos invitados, la de toda la vida, se me acercó y me susurró “una novia es un obstáculo pero nunca un impedimento” mientras me guiñaba un ojo. Tengo que admitir que desde ese momento mi prima me echó un cable, se encargó personalmente de darle una conversación muy amena a la novia en cuestión, la de Javi, y también de llenarle, casi sin que se diera cuenta, una y otra vez su copa de vino.
No queráis saber cómo, pues cada día que pasa me avergüenzo más de ello, pero al día siguiente Javi y yo estábamos debajo de las mismas sábanas. Nuestras conciencias sucias se lavaron mutuamente durante años hasta que ya ha pasado a ser una anécdota.
Hoy, diez años después, es la víspera de nuestra boda y he prometido no beber. @reipardorguez