Todo individuo tiene derecho a la libertad de expresión y de opinión

Pintada a favor del escrache. / bitsrojiverdes.org
Pintada a favor del escrache. / bitsrojiverdes.org

La libertad de expresión constituye uno de los fundamentos esenciales de una sociedad democrática, aunque a algunos les dé miedo no controlar las opiniones de los demás.

Todo individuo tiene derecho a la libertad de expresión y de opinión

Escrache es una palabra que en un principio fue odiada por multitud de políticos y empresarios de este país, hasta que éstos han descubierto que se le puede sacar rédito, un maravilloso medio para sacarse del medio ciertas responsabilidades contractuales o laborales. Así parece ser, y el caso del juzgado de Sabadell que ha absuelto a once trabajadores denunciados por escrache, apoya esta nueva versión de escrache. Si no puedes con tu enemigo, únete a él. El empresario los acusó de coacciones e injurias. Pero, ¿es injuria exigir publicamente el pago de los salarios pendientes? ¿Se considera coacción estar frente a un domicilio de quién ha incumplido un acuerdo laboral? No, claramente no. La justicia aquí ha actuado con determinación, demostrando que la libertad de expresión es a veces la única herramienta que tienen muchos trabajadores para exigir que no se le pisoteen sus derechos. En su auto de absolución el juez subraya el valor de la libertad de expresión.

En plena crisis, a muchos empresarios de dudosa ética las redes sociales les dan un vértigo enfermizo, tanto que ante el abismo de la falta de control pierden la noción de lo qué es y no es la buena fe del que demanda únicamente un poco de atención; y es que la libertad de expresión aún en pleno siglo XXI parece que sigue dando mucho miedo. Tanto que algunos hubieran preferido que la Santa Inquisición dictase sentencia a ciertos tuiteros, actuando sin piedad y quedando completamente impune. En época de supuestas libertades evolucionadas hay quienes prefieren jugar a la involución del mejor que no se sepa; ya que es ahí donde se sienten más seguros.

La libertad de empresa que garantiza el artículo 38 de la Constitución, no legitima que el trabajador haya de soportar limitaciones injustificadas de sus derechos fundamentales ni de sus libertades públicas.

Las verdades hieren. Sí, esto es verdad, y no es agradable que el vecindario del empresario, ni sus hipotéticos seguidores en las redes sociales, se enteren que tiene deudas con sus trabajadores. Con más motivo no lo es vivir con la soga al cuello sin motivo alguno, cuando todos los días realizan a rajatabla sus horas de trabajo y cumplen con sus obligaciones. En la vida real como en la vida virtual, las indignaciones motivadas por denuncias públicas de situaciones irregulares, debería solucionarse con un autoanálisis de quién ejerce el abuso.

Es verdad que actualmente las calles o las redes sociales se han convertido en una plataforma de denuncia pública, y cuando éstas van amparadas por pruebas son la salvación para evitar que se repitan situaciones poco transparentes en una sociedad ya por sí bastante castigada por la corrupción y las malas prácticas empresariales.

La libertad de expresión constituye uno de los fundamentos esenciales de una sociedad democrática, y aunque a algunos les dé miedo no controlar las opiniones de los demás, la realidad es que vivimos, o de eso presumimos, en un país libre. Es una amenaza a la libertad de expresión y de opinión tratar de coaccionar con actitudes típicas del siglo XX, las oportunidades de comunicación y de acción que nos ofrece el siglo XXI. Una época en la que Internet concede a todos el poder de ser escuchado y la posibilidad de ser debatido en todas las partes del mundo.

¿Dónde está el límite de un trabajador para exigir sus derechos? En no mentir, en poder demostrar lo que demanda, en no amenazar y abrirse al diálogo... en definitiva en actuar de buena fe. Y exigir que se paguen salarios pendientes, no es un ataque al empresario ni es una amenaza; es un derecho fundamental como ciudadanos. No querer asumir esto, es vivir ciego a lo que es la verdadera libertad de expresión y el respeto por el trabajo ajeno.

 

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