To be or not to be en Miami

Laurence Olivier en la versión cinematográfica de Hamlet (1948)
Laurence Olivier en la versión cinematográfica de Hamlet (1948).

Mi amigo del alma cree que lo ha escuchado todo sobre la ciudad que lo recibió con brazos abiertos hace ya cuatro años. Algunos de los criterios son positivos. Otros, fantasmagóricos.

To be or not to be en Miami

Obdulio viene a visitarme hoy con las obras completas de William Shakespeare en la mano. En silencio se sienta a la mesa, abre el libro y se pone a leer. Sorprendido por su gusto literario, le disparo:  

-¿Y eso? ¿Te ha dado por el teatro isabelino ahora?

-¡Estoy repasando! Es que anoche se me apareció el espíritu de Hamlet… y me habló.

-¡El mismísimo Príncipe de Dinamarca! ¿Qué te dijo?

-Me preguntó: “¿Cómo es posible que vivas en Miami, hombre de Dios? Una persona de tu talento debería vivir en un lugar de más categoría”.

Me pregunto qué talento le habrá visto el rubio al Obdu, pero me cuido de decirlo en voz alta.

-Mmm… ¿Y qué le respondiste?

-Que, al igual que otras urbes, esta ciudad tiene cosas buenas y malas. Que aquí los salarios son bajos, pero los alquileres altos. Que tenemos playas, pero la mayoría de la gente vive lejos de ellas. Que el transporte público existe en teoría, pero en la práctica es invisible. Que sobran carros, pero faltan museos. Que…

-Pero, ¿no le dijiste nada bueno?

-¡Claro que sí! Luego de eso, lo tomé de la mano, lo saqué afuera, le enseñé el sol miamense…

-Espérate, ¿no era de noche?

-Bueno, ¡uno no se anda con esas pequeñeces con los fantasmas, chico! Le dije, “Mira brother, seguro que allá en Dinamarca, de donde tú vienes, no te vas a encontrar un sol como éste. Ni gente linda de todas partes del mundo. Sobre todo, de Latinoamérica”.

-¿Te respondió algo?

-Me dijo: “Ah, entonces Miami no es tan malo como me lo habían pintado. Creo que me engañaron. ¿Sabes una cosa? Me gustaría vivir aquí. Como espíritu, claro”.

-¿Y…?

-Entonces le pregunté: “¿Sabes español?” Y el fantasma me respondió: “No. Pero hablo danés y el inglés que Shakespeare me enseñó. ¡Soy bilingüe!”. Eso me causó gracia y le dije: “Ta bien, pero en esta ciudad eso no te va a servir de mucho”.

-¿Y cómo reaccionó el Príncipe?

-Puso cara de bobo y me preguntó: “Pero, ¿aquí se habla inglés, ¿no?” Me le quedé mirando y, sonriente, le respondí: “Sí, a veces. Pero nadie se va a molestar porque hables la lengua de Cervantes”. No contento con eso, el fantasma volvió a la carga: “¿Cómo es posible? ¡Esto es los Estados Unidos!”. Volví a sonreír y terminé de sacarlo de dudas: “Te volvieron a engañar, papa. Lo bueno de Miami es lo cerca que está de los Estados Unidos. Si no hablas español, estás frito”.  

-¿Y qué hizo el tipo?

-Parece que no le gustó mucho mi respuesta porque ahí mismo se esfumó.

-Un caso de to be or not to be.

-Más bien de to speak or not to speak… Spanish. @mundiario

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