La tercera confrontación mundial diezma millones de vidas en el planeta

Coronavirus. / Mundiario
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La superposición en lo que va de siglo XXI de todo tipo de pugnas, pandemias y economías de guerra, nos hace pensar que sin estar en una guerra mundial, sí padecemos lo que llamaríamos la Tercera Confrontación Mundial (TCM) con millones de vidas de baja.
La tercera confrontación mundial diezma millones de vidas en el planeta

Si alguien creyó que la III Guerra Mundial iba a librarse con cañonazos y misiles puede que sea un ingenuo. Algunos llegamos a intuir que iba ser cibernética, debido a los innumerables ataques en las redes de internet  por parte de agentes desestabilizadores procedentes de Rusia, Oriente Medio, Asia y hasta de EE.UU. Sin embargo, la realidad se torna poderosa. La actual Tercera Confrontación Mundial (TCM) es y está siendo multidisciplinar. Y como las anteriores, ya se ha cobrado millones de vidas humanas. 

Pese a la gravedad, llama la atención la pasividad de algunos gobiernos para atajar al enemigo multipolar, por estar imbuidos en estériles polémicas domésticas y enzarzados en verbenas peregrinas. El Foro Económico Mundial en su último informe de riesgos globales cita como causas más relevantes: el uso de armas de destrucción masiva, los efectos del cambio climático y de las crisis hídricas, los desastres naturales y los provocados por el hombre, el ciber-terrorismo, el colapso de infraestructuras y la propagación de pandemias bacteriológicas. 

Precisamente la pandemia de la covid 19 y sus variantes mutantes, es un claro ejemplo por su efecto devastador a escala mundial. Se trata de la tercera pandemia más grave en la historia de la humanidad, tras la peste negra y la gripe española, esta última a finales de la I Guerra Mundial. La covid se ha cobrado de momento hasta finales del 2020  unos dos millones de vidas humanas en todo el mundo, sin distinción de nacionalidad, raza o sexo.  Se calcula que a día de hoy  existen cerca de 40 millones de contagiados por el virus en todo el mundo, y  en algunos países como EE UU ya engrosa 400.000 fallecidos, lo que supone más bajas humanas que durante la última gran contienda mundial contra Hitler.

Según el Departamento de Asuntos Veteranos (VA), las fuerzas estadounidenses apenas contabilizaron 290.000 bajas en batalla a finales de 1945. En comparación, se calcula que en la Guerra por la Independencia Americana (1775-1783) murieron alrededor de 700.000 personas. La actual pandemia del covid sin embargo ya se ha erigido en la principal alarma mundial. Lo sospechoso es que habiéndose iniciado supuestamente en laboratorios chinos, el gobierno en Pekín contabilice a día de hoy una de las tasas menores de fallecimientos con apenas 5.000 muertes y menos de 100.000 casos de infección registrados.


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Como se ha puesto de manifiesto estos días en el Foro de Davos, el mundo después de la pandemia no volverá a ser lo que era, en palabras del presidente chino, Xi Jinping, quien advirtió además de una nueva guerra fría:  “Iniciar una nueva guerra fría, rechazar, amenazar o intimidar a otros, imponer a las bravas el desacople de las economías, la cadena de suministros o sanciones y provocar el aislamiento o el estrangulamiento económico solo provocará una mayor división del mundo e incluso llevará a la confrontación”.

Pero a las muertes frías por la pandemia hay que añadirle otras muchas por acción directa del hombre. Si en el pasado la plaga del hambre afectaba a más de 1.100 millones de personas sobre todo en países de subdesarrollo, resulta que por primera vez en la historia de la humanidad, Occidente ya supera en número de muertes al hambre del Tercer Mundo por enfermedades derivadas de la obesidad y el exceso de peso.

El ciberterrorismo se duplica en un lustro

Gran número de analistas internacionales, expertos en geo-estrategias y gurús de conflictos externos vaticinan que otra confrontación mundial está al alcance de la mano y puede haberse iniciado con el empleo de armamento robotizado y armas autónomas con inteligencia artificial (IA). Algunas se han activado a distancia desde un satélite o desde la sala de mandos de un buque de la Armada en el mar del Golfo Pérsico, en no pocos puntos calientes  del planeta en lo que va de siglo como Afganistán, Iraq, Siria, Libano, Ucrania, o la cruzada contra el terrorismo yihadista mundial. 

Los ataques cibernéticos para desestabilizar Occidente es otro ejemplo de conflicto mundial encubierto que se libra por parte de piratas informáticos a sueldo de ciertos estados. Gobiernos, grandes corporaciones, Naciones Unidas,  bancos y hasta el mismo G-20 han sido ya víctimas de los ciberataques más perversos en los últimos tiempos. De ahí que el ciberterrorismo y la cibercriminalidad azoten el mundo, vestidos de camuflaje en forma de: malwares, botnets, phishings, DDoS (ataques de denegación de servicio), APT (amenaza persistente avanzada), Ping flood, Ping de muerte o MITM (hombre en el medio) entre otros. La explicación radica en que los datos y los BigData son el nuevo petróleo del siglo ecodigital más codiciado para dominar el mundo. Su agravante es que no existen límites ni reglas por ahora que los aplaquen ni  convenciones internacionales como en tiempos de los tanques Panzers o los misiles intercontinentales que limiten su actuación. 

Según la CNN, el presidente ruso Vladimir Putin llegó a afirmar  que  “la inteligencia artificial es el futuro no solo de Rusia sino de toda la humanidad” y aseguró que “quienquiera que sea el líder en este campo será el gobernante del mundo”. 

De acuerdo al Foro Mundial Económico, los ciberataques se han duplicado en el mundo durante el último lustro. A falta de datos fiables sobre bajas ocasionadas, lo que sí sabemos al menos es que los ciberataques han ocasionado de momento más de 110.000 millones de dólares de pérdidas sólo en un año a la economía de EE.UU.

Ante esta nueva realidad, habría que preguntarse si el recambio en la Casa Blanca con Joe Biden, tanto en Europa y en la OTAN por un lado, como en España por otro, estaremos preparados para evitar futuros ciberataques que pongan en riesgo nuestros intereses nacionales. El gobierno socio-comunista en La Moncloa no parece estar muy preocupado ni por este punto ni por otros muchos de geoestrategia global, al estar absorbido, como los gobiernos anteriores desde hace decenios, en asuntos domésticos tras haber deslocalizado la política exterior a las instituciones europeas. Algunos ejércitos como el británico presume de preparar unos 30.000 robots armados (killer robots) para entrar en conflicto real, según confesó en público el Jefe del Estado Mayor de Su Majestad, Nick Carter. Para el 2030, calcula que un tercio de los efectivos humanos de sus fuerzas armadas estarán compuestos por estos robots inteligentes. Países como China, Rusia, Israel y algunos árabes es de suponer que también apuesten por el rearme robótico. 

El cambio climático se cobra 7 millones vidas humanas al año

Por si no fuera poco, la TCM también engulle el cambio climático y engrosa más muertes en los cinco continentes, esta vez  como consecuencia de la contaminación del aire y sus secuelas sobre la salud pública. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la polución -tildada de “asesino silencioso”-  causa más de 7 millones de muertes de humanos en el mundo todos los años. En su último informe, saca los colores a España al destacar a Madrid como la ciudad del mundo actualmente como mayor tasa de dióxido de nitrógeno (NO2) en el aire que respiramos y causante al menos de un total del 7% de muertes prematuras en España. 

Para Mark Nieuwenhuijsen  del Instituto de Salud Global en Barcelona (ISGlobal):  “Las ciudades son los puntos calientes (hotspots) en contaminación aérea”. Con todo, se podría afirmar que las muertes a consecuencia del cambio climático son tan graves como las bajas en la guerra mundial, sin  ser considerado aún un problema de derechos humanos tal y como denuncia la propia ONU.

Por todo ello, la OMS ha hecho recientemente un llamamiento mundial a los gobiernos (con escaso o nulo  eco en España) para una reducción drástica del consumo de los combustibles fósiles, apelando al uso urgente de transporte sostenible y a realizar inversiones en espacios verdes sin demora. También cuantifica que para limpiar el aire que respiramos, el  planeta debería plantar tres billones de árboles, que como España tampoco es ajena a este déficit de arboledas y espacios verdes en las ciudades.

La actual crisis ocasiona la peor recesión mundial

Si las guerras del siglo pasado contribuían a mantener cierto equilibrio demográfico en el planeta, hay que temer los pronósticos que apuntan a nuevas tensiones globales cuando registremos otro récord de población y alberguemos  10.000 millones de habitantes en la Tierra, frente a los casi 7.700 millones actuales.

A todas las conflagraciones antes apuntadas, hay que añadirle los nefastos  impactos sobre la economía. La crisis económica desatada por  la pandemia del covid nos ha hecho caer en la peor recesión mundial desde el final de la Gran Guerra  de acuerdo al Banco Mundial, agravado por el hecho de que por vez primera desde 1870 nunca antes tantas economías experimentaron un descenso tan abrupto de la renta per cápita. Pese a la seriedad del tema, no vemos en el caso de España empeño real en hacernos salir del túnel (con las reformas estructurales pendientes) que ha desatado el corona virus, a tenor de las disputas permanentes, los recursos ante los tribunales a las parcas medidas que se aprueban, y procrastinando innecesariamente las medidas a adoptar. 

De acuerdo a la misma fuente en Washington, si los países del Tercer Mundo experimentaron una caída promedio del 4,7% del PIB en el 2020, en el caso de España su impacto, sin parangón histórico, fue aún mucho mayor:  del 11%. No se recuerda que en la opinión pública española se haya compartido este dato tan desolador comparado con las regiones más pobres del planeta.  Algo tendrán que ver los medios españoles tan tremendistas con la nieve y las vacunas y poco dado a virilizar el PIB en caída libre, probablemente  en concomitancia con la actual coalición socio-comunista.

De momento, ningún economista ni centro de estudios de renombre ha evaluado por ahora el impacto en vidas humanas de todos los frentes superpuestos de la TCM antes narrados. Lo que sí parece es que sigue su curso y diezmando bajas. Por eso afirmar sin peyorativos que estamos en una economía de guerra, es cuando menos insuficiente para salir de una vez por todas del letargo político, institucional y del imaginario público que contengan más mermas humanas. @mundiario

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