Tardes de plazilla, con la magia que a todo el Miraflores reunía

Jugar.
Jugar.

Relato de un barrio josefino a inicios de los ochentas, cuando eventos como las “típicas mejengas” congregaban a todos los vecinos, alrededor de un balón de fútbol, en franca camaradería.

Tardes de plazilla, con la magia que a todo el Miraflores reunía

Era la tarde de un 25 de diciembre y en la plazilla como en familia, los vecinos del Miraflores se reunían, para la “mejenga” de solteros contra casados, el acontecimiento del año que más celebraban.

Por la mañana, a orillas del río Torres la caña cortar, gruesa para los parales, larga y recta para los transversales, marcos nuevos, era la costumbre “estrenar”.  Don Felo, con cal la cancha marcaba, para la “barra” unas bancas armaba y para los entretiempos galones de fresca limonada.

Poco a poco iban llegando, algunos estrenando “tacos”, otros trasnochados sus aventuras con lujo de detalles contando, allá en la calle los niños sus bicicletas estrenando, aquí ambiente de gran camaradería, todos celebrando.

El Negro, Richard y Geri, eran algunos de los casados; al frente, “Messi” Jiménez, Mariano y Ramón, por parte de los solteros.  Se venía el ritual de iniciación, con al menos quince fiebres de cada lado, bola al aire y empezaba el mejengón.  Tres horas de partido al menos, un montón de goles en cada marco, uno que otro pleito y al final de la jornada, a esperar una semana, porque en la tarde del 01 de enero, la revancha se jugaba.

Historias de mi barrio que quedan en la retina que se guardan en el alma que te ayudan a reir.  Escribe un cuento, saca tu relato, que los amigos de la infancia nos volvemos a reunir.

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