Yo también soy pensionista

Pensionista. / RR SS

Y a pesar de mi edad, pienso, pregunto y me uno, con matices, a quienes han expresado sus protestas esta semana.

Yo también soy pensionista

¿Cuánto han subido los salarios y privilegios de sus señorías –diputados, senadores, parlamentarios autonómicos, concejales y asimilados- entre los años 2008 y 2018?

¿Cuál ha sido el incremento medio de las pensiones entre las mismas fechas?

¿Olvidó el  Gobierno su compromiso de que las ayudas para el rescate bancario serían devueltas por las entidades financieras  y el coste para los españoles sería nulo?

¿Quién recuerda la estocada que el último gobierno socialista dio a los planes de pensiones privados -porque eran cosa de ricos- el año 2007?

¿Nos hemos olvidado de la certera puntilla que el gobierno siguiente del PP dio a los planes de pensiones privados?

¿Por qué el año 2015 se siguió perjudicando a los jubilados con la injusta modificación del régimen fiscal aplicable a la venta de vivienda habitual?  ¿Es especulador un pensionista viudo que, después de 30 o 40 años, vende su vivienda en busca de otra de menor tamaño, comprada o alquilada, o para llevar una existencia digna el resto de su vida?

¿Podemos exigir rigor en la persecución de la conocida y tolerada economía sumergida –un 20 % del PIB según expertos-, practicada a todos los niveles, incluidos los casos “con IVA o sin IVA”, y trabajadores no dados de alta en la seguridad social?

¿Qué puede pensar un pensionista de la corrupción que se extiende por toda España, como la grasa de un chorizo de baja calidad impregna el envoltorio, de  los largos procesos judiciales, de que no se recupere un euro de lo ilícitamente adquirido, salvo contadas excepciones?

Pese a formar parte de la llamada tercera edad y estar tan enojado como los colegas que se manifestaron, procuro aplicar el sentido común y contraponer ciertos argumentos.

Hubo que salvar los depósitos de una gran masa de ahorradores porque, si las entidades financieras que tan irresponsablemente los custodiaron hubieran quebrado, los daños hubieran sido mayores para los modestos ahorradores, España se habría convertido en la Grecia occidental y las consecuencias económicas generales hubieran sido demasiado graves. Dicho esto: las mentiras de Gobierno son inadmisibles y la persecución de los gestores por administración negligente ha sido tibia,  salvo alguna excepción.

Con pensiones mínimas en torno a los 400 euros, la vida –no digo una vida digna- es imposible. Las cuantías son bajas y las subidas anuales ridículas; lo que  tiene mucho que ver con el irracional e injusto  sistema de cálculo que, para una misma base de cotización, trata prácticamente igual a quien ha cotizado 20 años y a quien lo ha hecho durante 40.

Por otra parte, las pensiones no contributivas, socialmente justas y necesarias en circunstancias como las que vivimos desde el año 2008, colaboran a que la “manta” de las pensiones descubra los pies si intentamos cubrir el cuello.

Todos, Gobierno, oposición, sindicatos y pensionistas, debemos aplicar el sentido común y considerar lo injusto de la situación, las atenuantes y la perentoria necesidad de buscar un sistema de pensiones justo y sostenible. @mundiario

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