También hay música clásica más allá de las grandes orquestas sinfónicas

Música de Mozart y Haydn Cantabile en el Teatro Colón.
Música de Mozart y Haydn Cantabile en el Teatro Colón.

En todas las ciudades hay música clásica “accesible”. La que nos regalan los pequeños grupos y entidades que dinamizan la vida cultural de los municipios.

También hay música clásica más allá de las grandes orquestas sinfónicas

Como decía la canción de Golpes Bajos, son “malos tiempos para la lírica”. Muchas ciudades están viendo cómo sus grandes proyectos musicales están desapareciendo por falta de recursos económicos y por falta de suficientes apoyos institucionales. Probablemente sea indiscutible que ha llegado el momento de revisar los antiguos modelos de gestión cultural pero esa revisión no puede ir en detrimento de que los ciudadanos, de cualquier clase o condición tengan un acceso generalizado a la cultura, y eso debe seguir siendo responsabilidad de las administraciones.  Porque descubrir las emociones que provoca la música, y en particular la música clásica, no puede depender del poder adquisitivo de cada uno.

Para una ciudad o una comunidad autónoma debe ser un orgullo poder tener una orquesta sinfónica de calidad por muchos motivos: mantener viva una programación musical, fomentar la música clásica, promocionar la ciudad en los circuitos culturales, dar posibilidad de promoción a la cantera local, etc.

Pero una ciudad no debe depender única y exclusivamente de tener una gran orquesta para poder tener una buena oferta de música clásica. Y mucho menos cuando a veces esa oferta es en ocasiones privativa para alguna parte del público porque el precio de la entrada no está al alcance de todos los bolsillos.

En todas las ciudades, sobre todo en aquellas en las que hay escuelas y conservatorios de música, hay música clásica “accesible”. Esa que ponen al alcance de toda la ciudadanía esos pequeños grupos y entidades que a lo largo de todo el año dinamizan la vida cultural de sus municipios  con conciertos de acceso libre. Entidades que deben buscarse sus propios recursos económicos para poder subsistir, sus propios locales de ensayo y sus propios espacios para dar los conciertos. Entidades que han tenido que aprender a hacer una “autogestión cultural sostenible” para poder hacer proyectos de calidad de los que sentirse orgullosos, pero que no dejan de sentirse “mendigos” cuando llaman a las puertas de las administraciones o de las empresas para solicitar un apoyo extra. Entidades como la asociación que gestiona el Coro Cantabile, que este viernes emocionará al público en San Nicolás con la Misa de la Coronación de Mozart  (y  que también lo hará en agosto en  la propia cuna de Mozart), que tienen un lleno total de público en sus conciertos y que demuestran que la música clásica es para todos: niños, jóvenes  y no tan jóvenes y que da igual la cantidad de dinero que se tenga en la cartera.

Porque la música clásica no está, y no debería estar,  solo en los grandes teatros de la mano de las grandes orquestas, sino también en las plazas, en las iglesias o en los centros cívicos. Porque está bien que las orquestas salgan a las plazas en ocasiones, pero también que los pequeños grupos puedan acceder a los grandes escenarios. Porque esas entidades, esos grupos de músicos y cantantes, son los que hacen que en cada ciudad, cada semana,  haya algún concierto que acerque esa música clásica al público en general y que nos permita a todos disfrutar de la emoción que nos produce.

Y todos, instituciones, empresas y público en general, deberíamos hacer algo para que quienes mantienen viva día a día esa actividad cultural pudieran seguir haciéndolo.

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