Silicon Valley: entre fiestas salvajes y la innovación tecnológica

Escena de El lobo de Wall Street. RR SS.
Escena de El lobo de Wall Street. / RR SS.

El valle tecnológico más famoso del mundo está en medio del huracán gracias al libro de la periodista Emily Chang que nos muestra un lugar muy distinto al que conocíamos en donde los altos ejecutivos son unos machistas que disfrutan de largas noches de juerga.

Silicon Valley: entre fiestas salvajes y la innovación tecnológica

Emily Chang es una periodista especializada en el área económica que presentó un fragmento de su nuevo libro en donde destapa las fiestas salvajes que los altos ejecutivos de Silicon Valley disfrutan. Según la autora, llenan las barras de grandes cantidades de alcohol, mujeres y drogas. La periodista se encargó de realizar entrevistas a distintas personalidades como líderes o estrellas tecnológicas del valle y así logró dar con las juergas en donde no existe el pudor, ni el respeto y que han logrado destruir la carrera de muchas mujeres que quieren salir adelante dentro del famoso valle del emprendimiento.

Brotopia, es el título del polémico manuscrito que pone en tela de juicio la forma en que son tratadas las mujeres en la meca de la tecnología. En él, la periodista es capaz de retratar la desigualdad que existe entre géneros, pero no solo eso, porque Chang hace patente el poder que tienen los ejecutivos (hombres) en toda la zona y de cómo lo usan haciendo que las mujeres emprendedoras asistan a estas fiestas privadas en donde todo es permitido.

 

¿Orgias?

“Para las mujeres del sector tech, Silicon Valley no es una tierra de fantasía poblada por unicornios, arcoíris de realidad virtual, piruletas fabricadas con impresoras 3D, donde los millones de dólares crecen en los árboles”, dice la descripción del libro. “Es una 'brotopia', donde los hombres tienen todas las cartas y hacen las reglas. Enormemente sobrepasadas en número, las mujeres se enfrentan a lugares de trabajo tóxicos plagados de discriminación y acoso sexual, donde los inversores se reúnen en jacuzzi y hacen networking en sex parties”.

La autora recalcó que para poder asistir a la fiesta sexual, es necesario que se reciba una invitación por medio de Facebook o Snapchat. En la invitación no se hace ningún comentario de índole sexual y suelen desaparecer de las redes para sí no tener ningún rastro que comprometa a los poderosos. En cuanto a la selección de invitados, Chang expresa que en el caso de los hombres, suelen ser personas importantes como altos ejecutivos, líderes tecnológicos o desarrolladores importantes; en el caso de ellas, tan solo hace falta que sean bonitas.

Las personas que asisten son solteras, parejas, esposos… hay toda una gama de personajes que incluso pueden llevar un invitado, siempre y cuando sea mujer. Las mujeres que asisten pueden rechazar a una persona que le guste, pero no puede pasar la noche sin haber intimidado sin una persona. La temática de la fiesta es muy variada, a veces, no es necesario un catering, sino que los propios invitados cocinan o la comida ya está a la orden de todos, las parejas empiezan a acoplarse y el alcohol junto a las drogas pasan de mano a mano.

El doble rasero del valle

No es el primer -y sospechamos que será el último- lugar en donde ocurran este tipo de encuentros sexuales parecidos a lo que vimos en la película El lobo de Wall Street (cuya historia fue cierta), el problema de todo esto, es la hipocresía del valle que siempre ha tratado de mantener una imagen pulcra y perfecta en donde reina la igualdad. Pero tal como dice uno de los testimonios del libro, “la confianza va en un solo sentido... el estigma de las mujeres por participar es mucho mayor. Se supone que estoy en una industria donde todo el mundo es abierto y tolerante, pero como mujer, el castigo es mucho más incierto”.

Si eres hombre, todo estará bien por asistir a una de estas fiestas, pero como mujer te estarás enfrentando al sexismo en donde un hombre no te contratará ni querrá hacer tratos contigo porque asististe o fuiste su pareja en la sex party.

Muchos se preguntarán entonces, ¿por qué ellas siguen asistiendo? Bueno, en primer lugar cada quien es libre de hacer con su cuerpo y vida, lo que desee. Pero en Silicon Valley la cosa se pone algo oscura cuando las mujeres son prácticamente obligadas, porque si no asisten las apartan del camino hacía el éxito. El valle es tal como reseña Chang en su libro que sale a la venta en febrero: “Silicon Valley es una utopía moderna en la que cualquiera puede cambiar el mundo. A no ser que seas una mujer”. @mundiario

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