Sentimiento cofrade

Cofradía de la Pasión y Nuestra Señora del Mayor Dolor, en A Coruña en 2019. / Mundiario
Cofradía de la Pasión y Nuestra Señora del Mayor Dolor, en A Coruña en 2019. / Mundiario
Esta Semana Santa es diferente. Diferente porque el escenario de pandemia global hace que experimentemos un tiempo que es inédito para millones, y millones, de personas. 

Diferente porque estos días son tradicionalmente de vacaciones y desplazamiento para mucha gente. Porque es una época festiva en el plano socio-cultural que bebe del hecho religioso. Y en ello, muchos países de tradición cristiana, como España, son testigos del avivamiento de este fenómeno que tiene su reflejo en la multitud de procesiones, la celebración de los Oficios, las retransmisiones y películas ad hoc, y en la participación emocional o/y física de numerosísimas personas en la "propia" Semana Santa.

Con permiso del lector, quien esto escribe es miembro de una cofradía coruñesa, la de la Pasión del Señor y Nuestra Señora del Mayor Dolor. 

La "rutina" cofrade del pasado año, y también de los anteriores, que varía "más en menos que en más" según cada Cofradía, era: La asistencia a la emblemática Procesión del Viernes de Dolores, con gran tradición en nuestra ciudad y que se remonta al siglo XVIII. La presencia en "La Borriquita" el Domingo de Ramos, muy querida por tantos coruñeses que se dan cita en la Plaza de Vigo. Los oficios del Jueves Santo, con el lavatorio de pies a los Apóstoles, y la posterior visita de monumentos —un hábito extendido y de oración en los distintos templos de la ciudad—. La Hora Santa en la que el sacerdote presenta una meditación a última hora de la noche con la iglesia en absoluto recogimiento. La procesión del Vía Crucis a prima hora de la mañana del Viernes Santo, que transita silente por las místicas rúas de la Ciudad Vieja, con parada y rezo de las 14 Estaciones. La procesión del Santo Entierro en la que participan conjuntamente las cofradías de nuestra ciudad, reunidas en María Pita el mismo Viernes a la tarde. Y la Vigilia Pascual, que se celebra a las once de la noche siendo un acto verdaderamente hermoso que da comienzo con el templo sin luz, sucesivamente iluminado con las velas de los fieles.

Los actos que acabo de citar no son eventos folclóricos o pseudoculturales. Forman parte de lo cultural de un país, sí; pero porque la religión, por su influjo antropológico, es un elemento principal como conformador de la cultura. El cofrade, o el "colaborador", que también los hay cada año, siente "algo". Y así me lo transmitía un conocido que vive en León, que no es practicante y aún no ha bautizado a su hijo. Pero que me expresó que no desea apartarse de su participación en las procesiones de su ciudad, en las que es un miembro activo; porque en ese momento de silencio e introspección junto a sus "hermanos" vive algo distinto, muy distinto al ruido de la rutina diaria; y en ese espacio temporal se erige en él un sentimiento religioso quizás no del todo identificado o asumido.

Los estudios sobre bienestar subjetivo, que es el nombre académico que se otorga a la felicidad y la satisfacción vital, recogen en su conjunto que la variable "religiosidad" influye positiva y muy significativamente en dicho bienestar. Las mismas investigaciones expresan que ello se debe a diversas causas: Por un lado la importancia de la Fe: que otorga sentido y significado a la vida, y seguridad existencial; reduce el impacto negativo asociado a los traumas que acontecen; mitiga el sentimiento de culpa a partir del perdón de los pecados; y está presente como rito en los sucesos más importantes de la vida: nacimiento, matrimonio y muerte. Y por otro lado, la religiosidad influye positivamente en la felicidad y la satisfacción vital porque la integración social en actividades religiosas y el arraigo en una comunidad con unos mismos valores y referencias, es relevante a efectos de la sociabilidad y del apoyo emocional y ayuda mutua que se origina entre sus miembros. (Veánse si es de interés los estudios que en este sentido han conducido reputados psicólogos, sociólogos y economistas como Argyle, Pollner, Kahneman, Putnam, y Barro, entre otros).

El sentimiento cofrade en Semana Santa es de introspección, hondura en la fe y fraternidad. Es decir, el Bien Relacional (amor mutuo, compañerismo, reconocimiento y arraigo) es producido y consumido en toda su dimensión. Porque por un lado el creyente siente el Amor de Dios y por otro lo experimenta en comunión con el resto de cofrades que lo acompañan procesionando o participando en los oficios, de modo expresivo y carente de toda instrumentalidad.

Ese sentimiento cofrade está presente en el mismo montaje de Pasos, que en la cofradía a la que pertenezco y que tiene sede en la iglesia parroquial de San Jorge, acontece, el primer Viernes de Cuaresma, cuando la iglesia cierra sus puertas a las ocho y media de la tarde. Ese sentimiento está presente cuando nos reunimos en la entrada de la parroquia, nos abrazamos y conversamos animadamente, sin olvidar el paralelo recogimiento que implica este tiempo. Está presente también cuando procesionamos por la Calle Real y por la Avenida de la Marina; sintiéndonos además llenos por la implícita identificación con la hermosa e histórica ciudad de A Coruña.

El sentimiento cofrade este año se vive diferente. Pero permanece intacto. No solo porque la televisión y las nuevas tecnologías capacitan para seguir la Semana Santa y mantener el contacto entre nosotros. Sino también porque este año, Jesús está igualmente en las calles. Está con los enfermos, con los policías y sanitarios y con todos los que luchan en primera línea contra esta pandemia. Jesús si cabe está más presente en el corazón de muchas personas. Y algo es cierto, y es que en las situaciones difíciles tiende a incrementarse la religiosidad de los individuos. Tal es así que la Bendición Urbi et Orbi del Papa el pasado 27 de marzo batió records de audiencia en un conocido canal de televisión de nuestro país.

Como cofrade, he deseado expresar este sentimiento en el que también y siempre se encuentra la Esperanza, a pesar de las pruebas y situaciones difíciles o muy difíciles como la que hoy vivimos. @mundiario

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