Salud y Rock & Roll en Sevilla: Dios salve a Loquillo, el rey del rock

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Loquillo. / Mundiario

Un directo imbatible y record de ventas que catapultan a Loquillo al título de rey del rock. María Fidalgo Casares, especialista en los 80, analiza el concierto del artista barcelonés de Sevilla.

Salud y Rock & Roll en Sevilla: Dios salve a Loquillo, el rey del rock

Por fin, la gira Salud y RocK & Roll llevó a Sevilla al más grande rocker de la historia de la música española: José María Sanz, Loquillo (Barcelona 1960).

Un concierto en el que demostró que, hoy y ahora en el rock, Loquillo está por encima del bien y del mal. No necesita más argumentos: dos números uno consecutivos en ventas –en el oscuro panorama del mundo discográfico– y los llenos de sus directos imbatibles. 

Vídeo de Loquillo.

 

La Cartuja de Sevilla, escenario del concierto, todo un bucle. Loquillo exhibía la vigencia y el poderío del rock –la más grande y genuina aportación de América a la Historia del arte–, en el mismo espacio físico que Colón eligió para agradecer a la providencia, su descubrimiento del Nuevo Mundo.

Muy reciente la apoteosis de su concierto en Madrid, de esos que pasan a la posteridad en las biografías de las grandes estrellas. Frente a él, la cita de Sevilla se antojaba mucho más intimista y rutinaria, y  además aunque pocos lo reconozcan, Sevilla es un territorio algo hostil para el rock and roll.

Tres mil personas en una noche de otoño con calor de verano tropical donde no todos peinaban canas. Muchos con el guiño cómplice de la camiseta logotípica,  pero sobre todo conmovían los rostros expectantes de aquellos que traslucían la emoción de saber que Loquillo esa noche les iba a hacer sentir y  conseguir en un instante mágico  volver  a ser aquellos que fueron. Aunque al día siguiente aterrizasen en la rutina que les ha tocado vivir.

Y el loco superó todas las expectativas, porque ofreció un concierto inolvidable con música de alto voltaje cualitativo y emocional. Un cuidado y equilibrado repertorio que gustó a todos en el que defendió con coraje sus nuevos trabajos, pero fue generoso con su público y no olvidó sus himnos ya ancestrales. Fue parco en palabras, pero simpático en los gestos y hasta se vio más bailarín que en otras ocasiones. Saludó a Sevilla y la incluyó en su letra de Quiero un camión…

¿ Magnetismo? ¿ Aura?...

Loquillo inauguró la noche cual aparición sobrenatural, como sólo abren los grandes artistas  internacionales, llenándolo todo con su presencia, con ese carisma y ese porte que le hace único y que le distingue desde que era un chaval en sus primeros conciertos en Madrid, Barcelona y en Clangor, sala mítica de la movida.

Dos metros de negro zaíno y su clásica  americana, con ese señorío singular que en España muy pocos poseen- por no decir nadie- y que consiguió ipso facto poner en situación –y el corazón en un puño– a su público, corroborando con seguridad, apostura masculina,  chulería   -  Si, soy Loquillo, aquí estoy… Una arrogancia escénica y estética  en grado superlativo.

El pistoletazo de salida lo marcó Salud y Rock and Roll, abriendo una espita poderosa como declaración de principios. Toda una experiencia musical y visceral . Un comienzo con un sonido vibrante y perfecto que disparó temas sin dar tregua ni respiro y que espoleó cuerpos, almas y memorias. 

Tras Salud y rock and roll, nuevos y viejos temas… La ciudad de las mujeres, A tono bravo, Territorios libres, Planeta rock, El hombre de negro, Cruzando el paraíso, Viento del Este, Rompeolas, Memoria de jóvenes airados , Chanel, cocaína y don Perignon, Carne para Linda, la Mataré, -   bofetada a los obtusos que criticaban u  incorrección política-  Ritmo de Garaje, Eres un rocker, Piratas, Quiero un camión, Esto no es Hawai, En el final de los días, Rock and roll actitud .

Y como colofón tres cargas de  intensidad histórica: Feo fuerte y formal, Rock & Roll Star y Cadillac Solitario. Canciones  legendarias, que asoman hoy con dimensión épica  y que conmueven las entrañas al  ser escuchadas  en directo, porque hacen sentir al público partícipe de la historia musical  de este país. Porque aunque Loquillo insista en el pragmatismo de que  “el final de la obra es lo que se recuerda de un artista”... lo cierto es que estas y otras que vendrán «están escritas para ser compartidas, cantadas, para permanecer vivas»". 

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Loquillo.

 

Una  banda eficaz y compenetrada

Sin dominar ningún instrumento y sin tener una voz grandilocuente.,se explica su supervivencia por su personalidad arrolladora, su instinto en elegir las canciones y una banda que le arrropaTres supuestos que maneja como florete de esgrima  y que ofrece a su público como un perfeccionista.  Su banda actual  es bastión imprescindible  del  éxito del espectáculo: Igor Paskual, Josu García, Mario Cobo, Alfonso Alcalá, Raúl Bernal y Laurent Castagnet.

Una banda sin nombre, pero que se manifiesta  compuesta por brillantes individualidades,  cual nobles caballeros que envuelven al rey. Todos tienen su tiempo y ofrecen lo mejor de sí mismos con un sonido electrizante, dando un espectáculo que les distingue de otros grupos en que los que la banda es mera comparsa. Sorprende que sean tan personales y se les de tanta cancha  en el escenario  cuando a su líder se le  suele  acusar tanto de divismo y soberbia. Transmiten oficio, emoción y sobre todo algo que contagia al público: ilusión y disfrute del trabajo bien hecho.

Una compenetración fluida y natural  de eficacia contundente que  Loquillo reconoce como una herencia del basket. “La cosa va bien si te rodeas de los mejores, si el peor en el grupo siempre soy yo”, 

La puesta en escena sin caer en alardes está perfectamente sincronizada, atinados juegos de luces y cambios de ropa “El rock and roll siempre ha sido un ritual, me gusta compartir eso”.

Casi cuarenta  años de trayectoria 

Pocos músicos en la historia pueden  presumir de atesorar en casi cuatro décadas de carrera musical  decenas de éxitos. Y que no sólo siguen tan en forma como cuando empezaron, sino que su trayectoria se ha diversificado y sigue en ascensión. Y es que su repertorio es imbatible. Contenta a los que buscan la nostalgia, pero es atractivo, perfectamente válido y coherente para las nuevas generaciones porque mantiene  incólume su imagen de rocker  que "marca la diferencia sin haceros reverencias", de qué si no los últimos éxitos de ventas de sus discos.

Los conciertos de Loquillo están muy lejos de ser una parodia de sus conciertos de la movida.  Tal vez hayan perdido parte de la frescura y la espontaneidad que fue intrínseca a este movimiento cultural -eso lo hemos perdido todos-,pero  a cambio han crecido en todos los sentidos y no tienen nada que envidiar a los grandes conciertos de las estrellas del star system americanos. Exhibe lo que ha sido una perfecta y sincronizada evolución del rock de los años de la movida hasta sus últimas producciones. Ahora conviven los legendarios éxitos compuestos por Sabino Méndez , sus creaciones rockeras  más recientes y sus letras de poesía contemporánea .Sabino Méndez, Gabriel Sopeña, Luis Alberto de Cuenca, Carlos Segarra e Igor Paskual  junto  a Johnny Cash, Johnny Hallyday, Gene Vincent, o los Clash. 

 Los ochenteros

Dejamos en este análisis  al margen su controvertida figura medíática que hace que los periodistas se interesen mas por lo que declara que por su música... En el sorprendente y hasta  saturante panorama de revival  de los 80 , hay que matizar algo significativo: la fidelidad de los ochenteros por aquel que forjó parte de la banda sonora de sus vidas en aquella en la década mítica en la que el carpe diem era un todo inseparable con la música, Pero también debe constatarse el  gran valor emocional de estos encuentros, en los que los que pasan de cincuenta vienen a tocar con las manos, cual ilusión virtual,  aquel paraíso perdido.

Sin embargo no nos equivoquemos, el caso de Loquillo  se desmarca y adquiere especial carta de naturaleza porque sí, ofrece en bandeja de plata las sensaciones añoradas, pero da mucho más, porque sobrepasa la esfera del  ejercicio de nostalgia para exhibir sin recato y con poderío la supervivencia y la vigencia absoluta de “la actitud” que le convierte en un representante del rock eterno, sin modas ni décadas asignadas.

Los ochenta fueron su lugar natural, pero en los noventa contra viento y marea  asume que la vida es una batalla campal  y persiste, pese a sentirse durante dos décadas al margen de todo lo que estaba de moda. Ese riesgo, esa coherencia y ese no abandonar teniendo todo en contra le ha hecho ser quien es ahora y  su autenticidad le ha catapulta a la posteridad.

Otros ochenteros siguen ofreciendo los productos antiguos con más o menos dignidad, o reniegan ingratamente de lo que le han hecho ser quienes son. En eso, Loquillo da sopas con honda porque tiene la generosidad de ser el mismo siempre, sin falsear su imagen, pero se reinventa siempre dentro de sus parámetros enriqueciendo la calidad de su rock and roll.

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Loquillo.

 

Representa lo que los idealistas ochenteros de corazón quisiéramos seguir siendo...

Loquillo representa en cierta manera lo que los idealistas ochenteros de corazón quisiéramos seguir siendo… Alguien que conserva esa esencia que nos forjó a todos, pero que con el tiempo ha mantenido,magnificado convertido en su moderna seña de identidad … Todos aquellos valores de " cuando fuimos los mejores" en él permanecen íntegros, pero no por ejercicio de nostalgia, sino por "actitud". Ha sobrevivido a los críticos de los 80 que decían que la música era mediocre, a los que le criticaban por ser una copia española del rock americano,  a los indies que lo ninguneaban y hoy duermen el sueño de los justos, hasta los que le acusaban de ser un macarra de barrio y han tenido que tragarse que  aquel chaval del tupé y ademanes de matón ha trocado macarrería en distinción y ahora es un artista con mayúsculas y  es el gran señor del rock.

Sus dos últimas producciones Código Rocker y Viento del Este –este último incluyendo obra  del artista coruñés  Fernando Pereira con grafismos sugestivos que danzan al compás de la música–, alcanzaron de forma consecutiva el número uno en ventas. Son la prueba irrefutable de su triunfo, la bofetada a los críticos y munición incontestable para su proverbial arrogancia y el desafío de nuevos proyectos que compartir con su público. trabajando "con el ADN a flor de piel". Si, porque  Loquillo  ya está en la cúspide, ya es el rey del rock. Nadie le hace sombra y nadie se le compara. Un trono ganado a pulso, no heredado, sobre el que domina  desafiante el mundo del rock, y  desde el que divisa el futuro. Independencia, libertad, creación y modernidad, son sus consignas.. pero sobre todo "actitud".

Dios Salve a Loquillo, el rey del rock.

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