El rock se hace sesentón, con viejas glorias en escena y muy pocas novedades

Primer disco grabado por Elvis, con 18 años, en Memphis (julio de 1953).
Primer disco grabado por Elvis, con 18 años, en Memphis. Julio de 1953.

Verano de 1953: el rock and roll inicia su andadura. Bill Halley, Elvis Presley o el disc-jockey Alan Freed ponen los cimientos. Seis décadas después, el rock se ha hecho sesentón.

El rock se hace sesentón, con viejas glorias en escena y muy pocas novedades

“Por una parte es por dinero; por otra, el espectáculo...” Así comienza una de las canciones más populares de la música rock,  “Blue suede shoes (“Zapatos de ante azul”) que Carl Perkins compuso a mediados de los años 50 del siglo pasado. Dinero y espectáculo. Un buen resumen para conmemorar hoy los sesenta años del nacimiento del fenómeno conocido como Rock and Roll, una música que surgió como rebeldía (y juego) ante lo establecido y que transformaría la existencia de varias generaciones de jóvenes occidentales. Aunque el nacimiento “oficial” del Rock es 1954, en el año anterior se escribe la —llamémosle— protohistoria del fenómeno: el disc-jockey de Ohio Alan Freed inicia un programa de radio de música popular negra; Bill Haley y su grupo The Comets lanzan “Crazy man, crazy” —su primer éxito—, y Elvis Presley, el 18 de julio de hace sesenta años, entra en la discográfica Sun de Memphis para grabar un disco de regalo su madre, titulado “My happiness”. No volverá hasta el julio siguiente, pero de ahí saldrá “That’s all right, mama”, los cimientos del rock.

Hoy, sesenta años después, esta música no traicionó esa ansia de “por una parte es por dinero; por otra, el espectáculo”. El rock fue sincero desde el principio. No en vano, hablamos de la sociedad norteamericana, construida sobre esos piares. Pero en el rock, o en el pop, hemos podido encontrar, de vez en cuando, algún tipo de revolución o protesta frente a lo que los propios norteamericanos llaman el stablisment. En estos sesenta años hubo de todo: desde la revolución sin pretenderlo de Elvis Presley, hasta el puro ocio discotequero de los setenta, pasando por lo que se llamó la contra-cultura hippie o “espíritu de Woodstock” o la autoparodia (el punk). Todo eso... hasta la mediocridad y falta de inspiración actuales.

Porque ningún especialista niega hoy, con este rock ya sesentón, que el espíritu innovador y/o “revolucionario” que pudo tener el rock and roll ya no está. (Quizás esa actitud podamos encontrarla hoy en otras músicas, como el folk-rock, reinvidicadoras de los territorios, de lo local...). 

En la actualidad, el rock se alimenta de viejas glorias. El resto son reiteraciones (incluso los afamados Wilco no hacen nada nuevo; solo tendríamos que escuchar a Gram Parsons). Las viejas glorias tiran del negocio. Sostienen el prestigio que le pueda quedar. El pasado mes se estrenaba en todo el mundo el documental Springsteen and I sobre Bruce. Un original film producido por Ridley Scott donde los protagonistas son los fans. Ellos hablan del artista como del “héroe de la clase obrera”. Otros que mantienen la dignidad son Neil Young, Bob Dylan, Van Morrison... incluso los Stones. Porque este rock de sesenta años tiene muy claro que “one is for the money; two for the show...?

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