Recordando la Torre de Babel
¿Cómo sería el mundo actual con un sólo idioma?
El Libro del Génesis relata el pecado de soberbia en que incurrieron los hombres en la ciudad de Babilonia del siglo XVIII antes de Cristo, al querer levantar un edificio, la Torre de Babel, que llegara hasta el cielo, hasta Dios. Sigue contando el libro sagrado que Dios castigó a la humanidad creando una enorme confusión entre quienes la construían, cuando empezaron a hablar cada uno una lengua diferente, lo que hizo imposible su terminación, ante la falta de entendimiento.
¿Cómo sería el mundo si los seres humanos utilizáramos un solo idioma? En principio, todo parece indicar que la vida habría sido más sencilla y hasta pacífica, dada la mayor facilidad para el entendimiento; aunque también habrá quien piense que la situación podría facilitar la disputa.
El hecho es que existen en el mundo entre 4.000 y 7.000 idiomas, por lo que la humanidad, a lo largo de su historia, ha tenido que acomodarse a la situación con pragmatismo, esfuerzo y empatía, para facilitar la comunicación entre diferentes grupos humanos.
En España, el “castigo” parece no haber terminado: siguen existiendo movimientos que añaden idiomas o dialectos a los reconocidos como oficiales, catalán, gallego y vasco; me estoy refiriendo al bable, andaluz, panocho murciano, menorquín, fala cacereña, catalán de la franja aragonesa y otros, la mayoría hablados tan solo por unos pocos miles de personas. Algunos de estos movimientos, además, promueven la creación de sus correspondientes academias de la lengua, como sucede en los casos de Asturias, Aragón y Andalucía, de momento -ya existen la valenciana y la balear. Lo último ha sido el movimiento enfavor de que el bable sea reconocido como lengua cooficial.
Naturalmente que idiomas y dialectos, costumbres y tradiciones, cultura, arquitectura, gastronomía y otras expresiones de las peculiaridades de cada región, deben ser promovidas y conservadas, porque enriquecen al territorio en que se asientan y a España en su conjunto.
Pero se tiende a identificar el concepto de cultura regional exclusivamente con el idioma, lo que supone un empobrecimiento insólito de aquélla. Además, el idioma o el dialecto se usan, principalmente, no como instrumento de comunicación, sino como elemento diferenciador, separador y hasta como arma arrojadiza contra los otros.
Los dialectos, como parte de la cultura, deben respetarse y conservarse, pero de esto a pretender elevarlos a lenguas cooficiales hay una gran diferencia. No olvidemos que la función natural de las lenguas es facilitar el entendimiento, la comunicación, entre los seres humanos. @mundiario