¡No, no me quiero vacunar!

Enfermera María Santomil. / BBC News Mundo
Enfermera María Santomil. / BBC News Mundo

La enfermera española, María Santomil, realizó una extensa catarsis en una entrevista para la BBC News Mundo, donde expresó la profunda frustración que padecen con las personas que no se vacunan.

¡No, no me quiero vacunar!

Continuando con el tema de la nueva variante detectada en Sudáfrica, voy a desarrollar la obstinación a no querer vacunarse contra la covid-19, lo que como ya he manifestado, en varios artículos anteriores, va a generar un nuevo escenario que podría traernos viejas complicaciones. Para ello, transitaré brevemente por la historia de la medicina, en donde algunos de nosotros, quizá, podremos vernos reflejados.

La vacunación, según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), salva unas tres millones de vidas anuales a través de la inoculación de un antígeno, que para la actual pandemia puede ser el gen de la proteína S del SARS-CoV-2 o el mismo virus inactivado, el que termina por activar el sistema inmunitario de nuestro organismo, y así resiste a la infección.

Desde la vacuna contra la viruela hasta la actualidad, hay personas que se resisten o se niegan a sus beneficios: estoy remarcando lo sucedido en mayo de 1796, en el que el médico inglés Edward Jenner descubrió una forma de proteger a las personas, lo que condujo a la invención de la primera vacuna contra la viruela. Desde ese entonces, se han desarrollado diferentes vacunas contra patologías como la gripe, la tuberculosis, hepatitis, varicela, el HPV, tos ferina o convulsa, la poliomielitis, el sarampión, la difteria, el tétanos, entre otras. Por aquellos tiempos, me refiero a los de Edward Jenner, no faltaban quienes afirmaban que aquellos que se inocularan terminarían transformándose en vacas: esto se debía a que el inoculante contenía el virus que causaba esta enfermedad en este mamífero. La gran conclusión, es que en la actualidad no tenemos viruela en el planeta y nadie, absolutamente nadie, se ha convertido en una vaca.

Hoy, estamos en pleno proceso de una pandemia, que de alguna manera y gracias al aporte de las vacunas está siendo controlada, aunque el talón de Aquiles son quienes se niegan a utilizarlas, quizá, al ignorar que estamos en presencia de un ARN virus el cual, al pasar de una persona a otra, genera modificaciones al azar en sus proteínas que le pueden permitir hacerse cada vez más peligroso: al mutar podría ser más infeccioso o más letal. Estos grupos, los cuales han existido en todas las épocas —basta con recordar, por ejemplo, a la Liga Anti-mascarillas en EE UU o a los integrantes de la Marcha de las Antorchas, en Buenos Aires, en el momento de la mal llamada gripe española— se niegan a recibirlas bajo cualquier tipo de argumentos, aún arriesgándose a sufrir serias complicaciones o incluso la muerte; así actualmente existen los grupos anti-vacunas, que en EE UU han alcanzado al 30% de la población y en Argentina, si lo comparamos con el año anterior, el índice de confianza ha disminuido hasta alcanzar casi el 10% de la población. Y esto genera preocupación en la comunidad científica, quienes permanentemente han coincidido en que es necesario alcanzar una cobertura elevada de habitantes vacunados que permitiría una reducción de la circulación del virus, de la prevalencia de la enfermedad, de las muertes tempranas y por supuesto en el control definitivo de la pandemia que estresó y colapsó fuertemente a los sistemas sanitarios del mundo.

Vacuna contra la covid-19. / Pixabay

Vacuna contra la covid-19. / Pixabay

 


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En este contexto, voy a rescatar los dichos de una enfermera española, María Santomil, de 34 años, quien trabaja en urgencias del hospital de St. Mary's, en Londres, desde julio de 2014. En una entrevista para la BBC Mundo, y que fue replicada por varios medios de comunicación, la trabajadora de la salud expresó su profundo malestar, su angustia y la frustración que padecen al atender a personas que, en su mayoría, no se vacunan.

Un fuerte y contundente

En su extensa catarsis, expresó que "nos parece muy injusta, egoísta e ignorante la gente que, sin razón, dice: ¡No, no me quiero vacunar!"; a la vez que agregó "ahora mismo, una de las dificultades más grandes que tenemos en el hospital es precisamente la gente que no se adhiere a las recomendaciones de llevar el barbijo. Estamos agotados, mentalmente exhaustos; vivimos esperando que algo bueno vaya a pasar, pero ese final, esa luz al final del túnel, no llega nunca”.

"Muchos se niegan a creer que tienen la covid-19. Te dicen: no, esto es una neumonía. Me llama la atención que no solamente son jóvenes, sino que mucha gente de 40, 50 o 60 años que nunca se quiso poner la vacuna y que termina muy enferma. Hemos visto que alrededor del 80% de las personas que está en la zona de urgencias con coronavirus, y necesita soporte respiratorio, no está vacunada; a pesar de que los números de las hospitalizaciones bajaron los no vacunados  se siguen enfermando igual de grave".

"Todos son libres de pensar lo que quieran, de que hay una conspiración detrás o lo que sea. Sin embargo, lo que nosotros observamos no tiene nada de conspiración. Aquí hay gente que se enferma gravemente y que se muere".

"Muchas personas te dicen que no se vacunan porque no creen en ellas. Y tienes que respetarlos, pero intentas decirles: yo entiendo que tengas miedo porque es algo muy novedoso, pero se ha visto en la historia que hay enfermedades que fueron erradicadas gracias a las vacunas. Y obviamente están muy testeadas". "Y después piensas: esta es gente que quizá no duda en comer cinco hamburguesas semanales en McDonald’s o lleva 20 años tomando la píldora anticonceptiva, sabiendo que tiene muchísimos efectos secundarios, pero eso no lo cuestionan. En cambio, esto que afecta a la salud pública lo cuestionan. ¡Eso me enfada muchísimo!, porque además pretenden que des el 100% de vos para salvarlos. A veces tenemos situaciones surrealistas de gente que empieza a hacer lives en Facebook o videos para TikTok diciendo que tienen la covid-19. Me dan ganas de decirles: '¿En qué mundo vives?'. Es indudable que muchas veces perdemos la fe en la raza humana o el sentido común. Es muy cansador. Hay días en que lo toleras mejor, pero otros en que no; o, por ejemplo, cuando hacemos los test de coronavirus, muchas personas te dicen que no les gusta, que es horrible. Y yo les respondo: nosotros lo tenemos que hacer cuatro veces a la semana para que tú estés tranquilo y yo pueda venir a trabajar para ayudarte". "Algunos te lo agradecen, pero esas gracias no tienen que darlas aplaudiendo o diciéndolas. Lo que queremos realmente es que se vacunen, que se cuiden y que cuando les pidamos que se pongan la mascarilla, lo hagan. Es lo único que estamos pidiendo. Y no es por nosotros, es por todos".

"Es muy frustrante, porque aunque hagas lo imposible, te adhieras a las restricciones, si hay dos personas que no lo hacen, entonces tu trabajo no valdrá nada. Lo que estamos viviendo ahora con ómicron, no hace más que probar que por mucho que unos países o determinado número de personas lo haga bien, si esto no es un esfuerzo global, no hay manera de salir adelante. No se va a poder hacer nada y seguiremos en una situación cíclica en la que nosotros, probablemente, vamos a tener que estar con mascarilla por años, incluso de manera permanente". @mundiario

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