Si quieres vivir mucho guarda un poco de vino rancio y un amigo viejo

Vino de reserva. / Mundiario
Vino de reserva. / Mundiario

No incurras en el error frecuente de confundir la amistad con sucedáneos como las relaciones laborales, profesionales,  de ocio o  deporte; evitarás muchos desengaños.

Si quieres vivir mucho guarda un poco de vino rancio y un amigo viejo

No incurras en el error frecuente de confundir la amistad con sucedáneos como las relaciones laborales, profesionales,  de ocio o  deporte; evitarás muchos desengaños.

Es frecuente confundir la amistad con las relaciones kleenex, de usar y tirar, lo que provoca decepciones cuando desaparece el contacto profesional, laboral, de ocio, etc. Debemos ser conscientes de lo transitorio y lo permanente, lo principal y lo accesorio, el interés respetable y la entrega incondicional.

El tiempo, los desengaños y la experiencia son como un cedazo por el que pasamos las relaciones personales para quedarnos con las auténticas.

¿Dónde está la autenticidad?, ¿qué es la amistad?

La amistad es la  alegría de dar sin esperar y que el otro sienta la satisfacción de darte a ti.

La amistad se encuentra, surge espontáneamente, cuando menos lo esperas e, incluso, cuando más lo necesitas. En cualquier lugar,  de forma sencilla; pero ni la busques, ni la mendigues, porque recibirás un sucedáneo.

En la amistad hay  entrega, comprensión, perdón sin adjetivos y, sobre todo, lealtad; lealtad pese a las circunstancias, distancia, frecuencia en el trato o avatares de la vida; una lealtad comparable a un cirio  con pábilo perenne..

La sinceridad, aunque lo que escuchemos no nos guste, es cualidad fundamental de la amistad: el amigo tiene el deber y el derecho de abrirnos los ojos.

La amistad es muy parecida a la tarea  del vigía, que observa y protege  desde la distancia. La amistad respeta el espacio del otro, sin agobiar. La amistad es compartir alegrías y tristezas con quien gozará y sufrirá con nosotros.

La amistad se mantiene en el ámbito de lo restringido, sin alardes, sin algarabía, serenamente, sosegadamente. Solidaridad, tolerancia, respeto,  cortesía, son otra cosa: carecen  de calor y, con demasiado frecuencia, de sinceridad.

Sólo la amistad da lugar a  reencuentros como el de los dos amigos surgidos de la imaginación de Sandor Marai en su novela  El último encuentro.

Me gusta comparar la amistad con el vino, porque en el cuidado de una y otro hay muchas similitudes que deben conducir a su mejora con el transcurso del tiempo.

Si quieres vivir mucho sigue el consejo de Pitágoras y guarda un poco de vino rancio y un amigo viejo.

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