Quién hace el Camino está obligado a parar en Villafranca de Montes de Oca

Iglesia de Santiago. / Andrè Bull
Iglesia de Santiago. / Andrè Bull

En la provincia de Burgos se encuentra esta población de raíces antiguas, un enclave típico del Camino de Santiago y lugar de descanso antes de afrontar un trecho sin servicios.

Quién hace el Camino está obligado a parar en Villafranca de Montes de Oca

Cuando la infraestructura viaria española se vertebraba dejando un mapa de marcado diseño radial a partir del epicentro madrileño, una de las excepciones a la regla era una carretera que atravesaba más de media España uniendo las ciudades de Vigo y Logroño, la Nacional-120, una ruta muy transitada en tiempos pasados como parte del eje que unía Galicia con Cataluña y con un trazado desde La Rioja hasta El Bierzo coincidente con el Camino de Santiago.

En el trayecto que un adolescente hacía de Santiago a Barcelona, ya hace unos años, hay cosas que se le han quedado grabadas a fuego, como aquellos ascensos y descensos interminables a puertos sin viaductos ni túneles, en los que perdías la cuenta del número de curvas, como ocurría en Piedrafita, el Manzanal o el Bruch. Y rescatando recuerdos de estos viajes que duraban más de un día por trayecto aflora el de un bar de carretera, en la misma N-120, al pie del puerto de la Pedraja, en la provincia de Burgos, en el que su principal atractivo era la presencia entre la clientela de una jabalí domesticado.

Este pueblo era Villafranca de Montes de Oca, un enclave que en la actualidad cuenta con poco más de un centenar de habitantes. Es el sucesor de la ciudad romana de Auca Autrigona que quedó arrasada por las incursiones musulmanas. Renacido, en la época visigoda, tuvo gran influencia política y religiosa siendo sede episcopal hasta que en 1.075 se trasladó a Burgos. Vestigios de un floreciente pasado son su iglesia parroquial dedicada a Santiago (siglo XVII) y el hospital de peregrinos de San Antonio Abad (siglo XIV), hoy convertido en hotel y albergue. 

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