Pillar antes a un mentiroso que a un cojo: claves para ser un polígrafo humano

Grandes mentiras.
Figura característica asociada a la mentira. / Facebook

¿A quién no le gustaría saber si le están mintiendo? Y al mentiroso, ¿no le gustaría conocer las claves para no ser pillado? Otro curioso y documentado análisis de esta autora.

Pillar antes a un mentiroso que a un cojo: claves para ser un polígrafo humano

¿A quién no le gustaría saber si le están mintiendo? Y al mentiroso, ¿no le gustaría conocer las claves para no ser pillado? Otro curioso y documentado análisis de esta autora.​

 

Todos somos mentirosos y a todos nos mienten. Una persona recibe diariamente entre 10 y 200 mentiras y emite de media al menos entre una y dos. Aceptamos ser engañados todos los días de nuestra vida por diversas razones que incluyen normalmente mantener secretos, relaciones o ser social y políticamente correctos, pese a que moralmente la mentira se rechace de plano en todas las culturas. Pero para que el acto del engaño se concrete es necesaria la reciprocidad, es decir, cuando se cuenta una mentira alguien tiene que creérsela.

Alfred Adler, psiquiatra, decía: «Una mentira no tendría sentido si la verdad no fuera percibida como peligrosa.». Es por eso que el ser humano la utiliza consciente o inconscientemente para rellenar ese incómodo espacio que se abre entre el deseo o la fantasía y la realidad.

Esa brecha no es fácilmente detectable. La ciencia de la comunicación establece que el común de los mortales somos capaces de detectar que nos están intentando engañar solo el 54% de las veces. Con la intención de salvar a la humanidad de la que ella ha denominado la “pandemia del engaño”, la especialista en social media Pamela Meyer, describe algunas claves lingüísticas y gestuales que pueden ayudarnos a desenmascarar desde al político en rueda de prensa con intenciones de dudosa veracidad hasta al amante canalla que asegura que esto no es lo que parece mientras jura amor eterno.

Indicadores gestuales:

> La sonrisa falsa: contraer músculos de las mejillas es un gesto consciente, el arrugar los ojos propio de una sonrisa verdadera no se puede fingir.

> Mecanismos de defensa y huida: parpadear más de la cuenta, encogerse de hombros, inmovilizar la parte superior del cuerpo, dirigir los pies hacia la salida de la habitación o utilizar objetos como barrera frente a la persona que pregunta.

> Discrepancia: mover la cabeza negando mientras se afirma verbalmente algo.

Indicadores lingüísticos:

> Negación extendida: consiste en negar doblemente (No, nunca te sería infiel.).

> Lenguaje distanciado: el mentiroso tiende a alejar de sí la atención, hablando en tercera persona e incluyéndose lo mínimo posible en la conversación (Jamás le contaría a esa mujer lo que me has dicho).

> Lenguaje negativo: el que miente se siente culpable inconscientemente y utiliza palabras con connotaciones negativas (Este puñetero móvil es un asco, siempre se muere. Por eso no te pude llamar.).

> Lenguaje formal: el embuste tiende a usar frases y palabras más cultas y rebuscadas para dar veracidad al discurso e insistir subliminalmente en que se les debe creer (A decir verdad, para ser sincero, niego categóricamente, etc.).

Si estos signos de engaño le parecen poco claros o muy generales, Meyer resalta una serie de señales delatoras que mostrarán fácilmente la discrepancia entre la acción y la palabra:

> Menor cooperación, por ejemplo, en un interrogatorio. Alguien sincero siempre estará más dispuesto a dar detalles de dónde se encontraba, cómo era la habitación o cuál era su relación con la víctima.

> Ordenación cronológica y saturación de detalles irrelevantes: mentir es un acto que requiere esfuerzo y preparación. La creación de una historia necesita una secuencia temporal y detalles absurdos que la refuercen y distraigan al interlocutor.

> Expresar signos de placer: esbozar una sonrisa mientras se relatan los hechos es una señal clara. Es famoso el espeluznante caso de Diana Downs, una madre que disparó a sus hijos para llamar la atención de un hombre, culpó a un supuesto indigente y acabó sonriendo mientras relataba su desolación en una entrevista en televisión.

De cualquier forma los gestos aislados no significan gran cosa. Empiece a desconfiar cuando en su interlocutor varios de ellos se den al mismo tiempo, afirma la experta. Estas claves le ayudarán, a falta de polígrafo, a no ser el miembro de la ecuación de la mentira que se cree la historia, pese a que la detección de microgestos requiere cierto entrenamiento. Si usted es un mentiroso — aunque como en todo en esta vida los hay buenos y malos no hay entrenamiento que valga, tristemente, la mente solo es consciente del 5% de los actos. El 95% restante puede dejarle en cualquier momento con el culo al aire.

 

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