La perversión del lenguaje a todos los niveles, es un hecho

Irene Montero, ministra de igualdad. / Mundiario
Irene Montero, ministra de igualdad. / Mundiario
Con todo lo que eso significa y las consecuencias que tiene.
La perversión del lenguaje a todos los niveles, es un hecho

Vivimos tiempo de eslóganes, consignas y frases hechas que otros elaboran y Juan Español se adhiere incondicionalmente a esos mensajes simplistas, que reducen la realidad a cuatro palabras y con los que nada resuelven.

Empecemos por  igualdad: todos con uniforme mao –por cierto, ya no es moda. A poco que se reflexione, concluiremos que no siempre el trato igual es la panacea, el objetivo debe ser dar a cada uno lo que le corresponde por preparación, dedicación, esfuerzo...

Son muchos los que de la igualdad pasan sin reparo a defender la desigualdad: mayor castigo a quien agrede, maltrata o mata a una mujer, por el hecho de ser mujer. Lo que habrá que considerar son las agravantes que concurren, tanto en este caso como en casos similares con ancianos, niños o discapacitados o abuso de menores, etc., para graduar la pena.

La teoría que pretende imponerse en cuanto  a los homo, hetero, trans, bisex, es otra faceta de la igualdad: el sexo de cada cual debe ser una decisión personal. Decir esto es pretender combatir contra la naturaleza, que, al nacer, asigna a los seres vivos un sexo, masculino o femenino, macho o hembra. Otra cosa diferente es la inclinación o la voluntad de los seres humanos, masculina o femenina, en cuanto a la forma de utilizar el sexo. El uso diferente del sexo natural asignado, queda en la esfera privada; lo que se llama  cambio de sexo es un eufemismo,  una apariencia externa y de comportamiento.

Con el llamado lenguaje inclusivo, pasa algo parecido: nos quieren hacer ver como natural lo que es un mero desbarro lingüístico infantiloide, que considera femenino lo que acaba en “a” , masculino lo que finaliza en “o”, y ambiguo lo terminado en “e”; las dos primeras conducen a errores gramaticales y humorísticos, y la tercera resulta ridicula: “hijes” o “todes”

También hay que hablar del feminismo excluyente, que siembra el resentimiento contra el hombre, por el hecho de que algunos malvados sean protagonistas de situaciones escandalosas.

Tengo la impresión  que el asunto del llamado lenguaje inclusivo es una publicidad barata, poco imaginativa, a la que generalmente se adhieren de boquilla quienes tienen pocas ideas eficaces para defender la cacareada, falsa e injusta igualdad, por procedimientos como auxilio material y de acogida a los maltratados –ancianos, niños, mujeres, cualquier ser humano-, vigilancia sobre el cumplimiento de la normativa salarial, enseñanza de la urbanidad en los colegios, etc.

Les pondré a continuación algunos ejemplos del lenguaje inclusivo  de su máxima adalid, tomados de varios discursos y entrevistas, y comprobarán, que, tras el habitual “compañeros y compañeras”, se olvida de lo que defiende, prueba de su falta de convicción o de que ha percibido que sus entrevistas y discursos resultan ridículos; “dos hijos prematuros”, “mellizos”, “niños”, “hijos”, “abuelos”, “padres”, “nietos”, “niñeros”, por poner sólo ejemplos familiares (Montero dixit)

No puedo evitar otra forma de hablar de estos personajes, que suelen utilizar un lenguaje vulgar para referirse a estos temas: “... a ver si puede dejar de ser bollera, maricón, bisexual o persona trans” (Montero dixit)

Su pareja, hace unos días, en un mitin dijo que “a la derecha y la ultraderecha todo lo público le parece una mierda” (Iglesias dixit).

Sólo lenguaje vulgar, chabacano, poco realista, ajeno a la realidad y a la verdad, para referirse a “sus temas” estrella, porque de los que de verdad preocupan a los españoles poco dicen y menos hacen. @mundiario

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