Las percepciones sexuales y la pornografía internáutica

Sexo en la red. / RR SS
Sexo en la red. / RR SS

Las redes sociales e internet, en general, tienen numerosos contenidos pornográficos que afectan en gran medida el desarrollo psicológico y mental principalmente de los menores, así como el desarrollo de su vida personal y profesional.

Las percepciones sexuales y la pornografía internáutica

El ser humano está dotado de un instinto sexual en virtud del cual la naturaleza asegura su continuidad y mantiene la perdurabilidad del linaje humano en la tierra. La función primordial del sexo es la recreación, desde un punto de vista existencial, aunque los objetivos de satisfacer un instinto sexual no emanan principalmente de tal finalidad, sino del deseo de responder a un estímulo sexual innato que busca tal satisfacción, y que se va intensificando con el paso del tiempo, llegando a su punto más álgido cuando dicho estímulo es reforzado por las atracciones externas que el individuo visualiza tanto en su entorno como en internet.

Se recurre a distintas maneras de satisfacer un instinto sexual, ya sea practicando el sexo, masturbándose o casándose, cuando el sexo es prohibido fuera del matrimonio, desde un punto de vista religioso, siendo éste el caso por ejemplo de los musulmanes que cumplen con las directrices del Islam.

La no satisfacción de un deseo sexual deriva en efectos psicológicos, de mayor o menor intensidad, dependiendo de las percepciones religiosas, culturales y sociales que tenemos del sexo. Y es que, como ocurre en el mundo musulmán, la masturbación, que es un remedio para no caer en la fornicación, es desaconsejada y prohibida, lo cual implica la búsqueda de otras pistas. Así, la única manera ad hoc de establecer una relación sexual en el mundo musulmán, religiosa y socialmente lícita, es a través de una relación matrimonial.

Evidentemente, las normas religiosas no suelen respetarse, y es cada vez mayor el número de personas infectadas por VIH por no usar el preservativo. Reprimir el apetito sexual es cómo luchar desesperada e inútilmente contra una función biológica innata que ha nacido con el ser humano, y que se renueva constantemente cada vez que se satisface. Lo que amortigua la intensidad de dicho apetito, es llenar el tiempo libre de trabajo y evitar visualizar la producción pornográfica in crescendo existente en internet.

Se ha comprobado científicamente que ver pornografía tiene efectos negativos sobre el cerebro, debilitando la memoria y causando alteraciones en su morfología. A esto se le agrega la fatiga experimentada por estar viendo sexo durante mucho tiempo, el desorden en la vida diaria personal, y la interiorización mental de unas imágenes pornográficas cuyo cumplimiento es inviable ipso facto (de ahí la lucha interna), o imágenes lascivas como la felación, el coito anal y demás prácticas sexuales que a veces la mente humana repugna, por su tendencia innata a aceptar lo moralmente establecido. Verbi gratia, la boca tiene una función biológica determinada por la naturaleza; no obstante, la búsqueda de un máximo deleite sexual, o por una aberración sexual, ha hecho aparecer la felación, rechazada a veces por la mente por la no correspondencia de nuestras conductas con las funciones biológicas de cada una de las partes del cuerpo. No obstante, el deseo sexual desmesurado o el libertinaje han hecho posible todo esto.

Las redes sociales e internet, en general, tienen numerosos contenidos pornográficos que afectan en gran medida el desarrollo psicológico y mental principalmente de los menores, así como el desarrollo de su vida personal y profesional. Se ha llegado incluso a crear sitios pornográficos donde practican sexo personas con animales. Imagínense como se crecería y desarrollaría psicológica y mentalmente una persona que ve estas imágenes en internet, si no tiene la capacidad de frenar esta costumbre, a tenor de que ésta se convierte en obsesión, y posteriormente en un vicio difícil de erradicar. @mundiario

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