¡Paz y Bien!

Feliz 2018. / FrAn LaReo para Mundiario
Fiesta de navidad. / RR SS.

Feliz Navidad a quienes comparten el sentido cristiano de la Navidad, y a quienes, desde otras convicciones, se sienten seres humanos de buena voluntad.

Feliz Navidad a quienes comparten el sentido cristiano de la Navidad, y a quienes, desde otras convicciones, se sienten seres humanos de buena voluntad.

La Navidad viene perdiendo su carácter genuino desde hace años, al ir desapareciendo signos distintivos que, aún para los no creyentes, tienen un sentido especial, que respetaban.

El saludo más habitual en los próximos días será “felicidades”, “felices fiestas” o, “felices navidades”, cuando Navidad, sólo hay una, la Natividad del Señor, que es lo que se conmemora.

En la iluminación exterior faltan elementos distintivos naturales: pesebre, Jesús, José y María, los pastorcillos, el ángel; aún se conserva la estrella -de forma más estilizada, eso sí-, pero sin la clásica estela que, con su aparente movimiento, indicaba el camino a seguir, tanto a los Reyes Magos como a  la humanidad.

¡Qué decir de los bondadosos Reyes de Oriente! Las cabalgatas tradicionales incluyen reyes poco creíbles, tanto en su atuendo como en su prestancia personal, llegándose al punto de utilizar “reinas magas”, en aras de la igualdad de género.

Los poblados navideños instalados en las plazas de cualquier ciudad son extraños a nuestras tradiciones y paisajes y los “belenes” incluyen figuras anacrónicas, fuera de lugar.

Los ingenuos villancicos  han sido sustituidos por canciones que poco o nada tienen que ver con la Navidad; hecho lamentable, dado su origen popular como expresión espontánea y alegre de un acontecimiento cristiano.  

Esta apropiación indebida  de la Navidad desvirtuada, no es sino  una confirmación del olvido –y hasta la renuncia, diría yo- por parte de los países europeos, del origen de su acervo. Y se produce una profunda contradicción  en relación con  el desprecio que manifestamos hacia el imparable fenómeno de la inmigración que llega a Europa con su cultura, historia, costumbres y religión a cuestas.

Por si alguien lo ha pensado, me anticipo a manifestar que  nada está  más lejos de mí que el nacionalismo intransigente y  segregador; ahora bien, si somos  nosotros quienes nos apartamos de nuestros orígenes, no podremos lamentar que algún día pueda imponerse lo que viene, inexorablemente, de fuera.

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