Una parada en Eligio: taberna culta y refugio de almas bohemias en Vigo

Taberna de Eligio.
Taberna de Eligio.

Eligio, de Leiro, fundó la taberna en la década de 1920 y le dio fama por la calidad de sus vinos de O Ribeiro. Ahora mismo la regenta su yerno, buen conversador.

Una parada en Eligio: taberna culta y refugio de almas bohemias en Vigo

Me llama un buen amigo que en breve emigrará, para que nos despidamos y charlemos sobre lo divino y lo humano. Un gran profesional que se nos va una temporada; buen amigo y  buen conversador. Tras callejear de manera dubitativa, cuando la noche ya caía de pleno, propongo la vieja taberna "Eligio", un símbolo de Vigo, refugio de almas bohemias y buscadores de buen vino y tertulia.

Eligio, natural de Leiro (Ourense), fundó la taberna en la década de 1920 y le dio fama por la calidad de sus vinos de O Ribeiro. Ahora mismo la regenta Carlos, su yerno, dueño y señor del “Eligio”, buen conversador, tipo noble con el carácter forjado en muchos años de mareas en la mercante, y de temporales tras el mostrador.

El “Eligio” se convirtió en auténtico hormiguero cultural de Vigo durante las décadas de 1960 y 1970, cuando era centro de reunión obligada de los artistas de la época. Cuelgan de sus paredes lienzos de pintores de renombre como Laxeiro, Urbano Lugrís, o José Lodeiro (uno de sus maravillosos "solpores"); y de las mismas destilan todavía los recuerdos y los ecos de miles de tertulias, de los mágicos cuentos de Cunqueiro, o de algún verso perdido de Ferrín.

El “Eligio” no tiene televisión, con lo cual en él sólo se puede hablar o beber,  dos actividades muy dignas y por desgracia últimamente en desuso cuando van de la mano.  Sólo zarpo en singladura al “Eligio” con buenos y muy cercanos amigos, ya que hay que preservarla y seleccionar bien a los invitados. Se sabe cuando se entra, pero nunca cuando se sale, ni en qué puerto terminará el viaje.  Ha superado la especulación urbanística, y la vieja taberna sigue viva en un pequeño callejón vigués llamado Travesía de  Aurora, ahogado entre altos edificios, pero firme como un mástil, esperemos que por muchos años.  

Recientemente, el exitoso escritor vigués Domingo Villar lo inmortalizó en su saga de novelas (Ojos de agua o La playa de los ahogados, por poner dos ejemplos) que protagoniza el inspector Leo Caldas, que acude con frecuencia al bar. Yo de hecho me lo he encontrado alguna que otra vez tomando las excelentes anchoas de Santoña que ofrece Carlos.

Igual un día con suerte, me encontraré con  el espíritu de Manoel Antonio…quién sabe si el “Eligio” es el heredero de su "Navy Bar". Algunas fuentes lo identifican con el ya desaparecido “Bar Comercio”, en la calle Montero Ríos, aunque parece que no era así. En cualquier caso, da bastante igual. El nombre es lo de menos.

Enchéronnos o vaso
con toda a auga do Mar
pra compor un cock-tail de horizontes(…)

No repouso dalgún vaso
tódalas noites naufraga o Bar.

Navy Bar. "De Catro a Catro". Manoel Antonio

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