Un pan por un servicio, así sobrevive un taxista en Venezuela

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Un taxi en Maracaibo, Venezuela. / MUNDIARIO

En Maracaibo, segunda ciudad de Venezuela, los taxistas están sufriendo en primera persona los avatares de una de las peores economías del mundo, donde un neumático puede costar un año de salario.

Un pan por un servicio, así sobrevive un taxista en Venezuela

Historias van y vienen detrás del volante. Ser taxista en Venezuela y con el canibalismo económico en que se vive no es fácil. Con Bs. 180 mil diarios solo sirve para el diario en la comida. Ante la falta de efectivo han tenido que recurrir al trueque. Un pan campesino, desde 5 de Julio hasta la Paz, entre tantas anécdotas.

Herminio Antúnez, es un profesional del volante con 20 años de experiencia. Manejando su Chevrolet Corsa 97 ha palpado distintos procesos históricos en el país sudamericano, pero nunca un “periodo especial” como el actual. Según él, el ser taxista se está extinguiendo, ya que por ejemplo en la Línea Cial, en Maracaibo, al occidente venezolano, de 80 coches, ahora solo quedan laborando unos 14.

“Los repuestos están incomprables. Un cambio de aceite ronda el millón y medio bolívares. Lo que se hace aquí es para comer. Se daña una unidad y simplemente deja de operar”, sostuvo.

Un cambio de aceite está valorado actualmente en casi millón y medio de bolívares.

Además, Antúnez reveló que usar el método de la transferencia bancaria no ha sido la solución, pues se busca la buena fe de la gente, pero algunos clientes no pagan y se hacen los locos. Por ello han preferido aceptar cualquier tipo  de alimento por el costo del servicio.

“Es mejor para nosotros. Medio kilo de margarina está en 50 mil bolívares, lo que puede salir una carrera de 5 de Julio (céntrica avenida en Maracaibo) a San Francisco (segundo municipio del Zulia). De verdad prefiero así pues me ahorro la cola en la panadería o dolor de cabeza por conseguir el efectivo para adquirirla”, explicó.

Entre tantas historias el viejo taxista, entre lágrimas, narró que la más anecdótica y triste fue cuando aceptó canjear una carrera del Bicentenario (Supermercado) a la urbanización La Paz por un pan campesino.

“Ese día me sentí triste e impotente, pues la señora de me dijo, solo tengo un pan campesino y yo dije que no había problema, pero al darme el pan, me confesó que me estaba dando la cena de su pequeño nieto. Se me rompió el corazón y le regresé el pan”.

Así es el día a día de los taxistas en Maracaibo, quienes intentan sobrevivir a una de las peores crisis económicas en su historia, donde hemos retrocedido en lo social y financiero, regresando a la sociedad del truque en plena era del Bitcoin.

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