Palabras ausentes que a los labios de los jóvenes se resisten a volver
Cuantas cosas podemos hacer por los jóvenes sin ventura, para que una vida buena les sea posible, para que tengan una nueva verdad.
Mi hermana, abnegada profesora de secundaria en un colegio público de ciudad, ha sufrido cambios en su voz por insistir en enseñar, por resistirse a flaquear en la tarea de dotar de la herramienta del saber a grupos de adolescentes que acuden a sus aulas sin ver que escuchan sin pensar que viven sin soñar, por la pereza, la agresión y la falta de sentido que para ellos, sus vidas parecen tener.
Ante esta realidad, veo en retrospectiva lo que era la secundaria de generaciones anteriores, no solo la que nos tocó vivir en los “ochentas”, sino que también la de nuestros hijos mayores, teníamos una actitud diferente, teníamos ganas de vivir. Hoy con dolor, vemos como, van desapareciendo de la boca de esos jóvenes, palabras como: Futuro, sonrisa y libertad. Ellos continúan sometidos, aún sin proponérselo, a sus propias desventuras.
Cuantas cosas podemos hacer por ellos, con palabras como: Escucha, acción y bondad para que una vida buena les sea posible; en un presidio donde no ven más allá de la reja, en una dependencia donde no existe nada más que el crack y en un sufrimiento donde la oscuridad es la única luz posible. Tanta oportunidad tenemos de servir, tanta vida nos ha sido dada para compartir que vale la pena intentarlo, llevando poesía al penal, acogiendo al enfermo, sanando sus heridas y horadando con fuerza las paredes de esos infiernos, una y otra vez, para que se filtre la esperanza y brote la luz que yace dormida en esos corazones.
"Paciencia, proximidad, dulzura y misericordia" son las palabras preferidas del Papa Francisco. Te invito amigo a hacer el ejercicio de encontrar las tuyas, hazlo desde el corazón, ausculta en tus dones, en tus gracias y confirmada la respuesta, ponlas en tus manos dispuestas para la acción, ayudemos a que sus vidas tengan una nueva verdad.
