El organillo que escuchábamos en A Coruña

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Organillo.

Transeúntes y paseantes que iban a tomar los vinos por la calle de los Olmos entonaban las canciones que salían del organillo. El organillo interpretaba 10 canciones populares.

El organillo que escuchábamos en A Coruña

Muchos coruñeses recordarán el ambiente que había en la zona de los vinos de A Coruña en los años sesenta. En la esquina de Olmos estaba el organillo. Sonaban pasodobles, chotis o zarzuelas, piezas como La verbena de la Paloma, Madrid (de Agustín Lara), Pichi (que cantaba Celia Gámez), La Dolores, El relicario, El gato montés, La Violetera o Suspiros de España.

-Los Olmos era entonces una calle famosa y muy popular entre los visitantes de la meseta. Los bares eran entonces el Otero (famoso por sus calamares), el Somoza, O salto do can, Sucursal del Suso o Fornos mientras el organillo seguía desgranando sus alegres melodías.

Los mesetarios se sorprendían gratamente al pedir un vino del ribeiro en taza, un blanco de castilla o un rioja-paternina y recibir, sin más, una tapa de callos con garbanzos, fabada o en los buenos tiempos unos percebes, almejas y en ocasiones una nécora.

Si, amigo lector, en los años cincuenta el marisco se degustaba en Galicia y en pocos restaurantes de Madrid. Apenas salían camiones con marisco desde el puerto coruñés, y gallegos y visitantes disfrutábamos de ello.

-A la una y a las siete de la tarde muchos viandantes acudían a la zona a pasear, charlar y entrar los bares a tomar vinos. Los estudiantes lo hacían primero en la calle de la Barrera, en los bares Órdenes, Lois, Esquina, O Lión o A nosa casa. Años más tarde por la calle de la Barrera.

Los de mediana edad visitaban los bares de la calle Galera con el Suso, Puerto do Son, A miña casa, siete puertas, Pacovi o Villar y Paco. Por la Franja se entraba en el Patata, Fouciño o el Priorato.

-El organillo seguía tocando mes tras mes, en invierno y en verano desgranando sus conocidos ritmos, alegraban el ambiente al ir de vinos por los Olmos, mientras se entonaban para uno mismo las conocidas canciones.

Hace ya muchos años que el organillo desapareció, nunca más volvimos a escuchar su peculiar música, ir de vinos a los Olmos ya no concentra a tanta cantidad de gente como antes, y mucho menos te dan una tapa con un vino.

No podemos olvidar también en los años sesenta la vista de los mieleros de la Alcarria, vestidos con sus coloridos rajes regionales. También nos visitaba el vendedor ambulante de don Niocanor tocando el tambor, pero esto ya es otra historia.

Los tiempos cambian que es una barbaridad, como dice don Hilarión en la zarzuela La verbena de la paloma. @mundiario

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