Winston Churchill creía en la grandeza del universo y en la vida extraterrestre

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Winston Churchill. / Wikipedia.

Fue hallado un viejo ensayo del primer ministro británico más poderoso que se ha conocido, en donde se revelan pensamientos muy interesantes sobre la vida más allá de la Tierra.

Winston Churchill creía en la grandeza del universo y en la vida extraterrestre

El articulo data del año 1939, la Segunda Guerra Mundial estaba a punto de empezar y Churchill era uno de los políticos más influyentes de la época, en ese tiempo aun no sabía que sería clave en el desarrollo de la lucha y que sería el peor enemigo de los nazis. Churchill fue un estadista, líder, político, periodista, oficial del ejército, artista, historiador, escritor y tal vez la faceta que faltó por desarrollar es la que ahora está siendo redescubierta.

El primer ministro era un gran divulgador de la ciencia, muchos de sus ensayos publicados tenían que ver sobre la evolución y temas científicos, era un lector voraz de las teorías de Darwin, fue un gran apoyo e impulsor de telescopios, laboratorios y tecnologías; así mismo, solía rodearse de científicos y eruditos para mantenerse informado, y ahora con el ensayo descubierto, solo se demuestra la pasión que el líder sentía por el avance y la innovación.

Mario Livio es un astrofísico autor de importantes artículos, él fue quien publicó los ensayos de Churchill en la revista ‘Nature’, asegura que resulta interesante el pensamiento del que fuera primer ministro, puesto que difiere de las líneas generales que siguen los políticos; Churchill demuestra que era un hombre de ciencia e innovación, su pensamiento era como el de un científico y tenía una visión del futuro que se adapta a lo que hoy conocemos.

La sombra científica de Churchill

El documento cuenta con once páginas y había pasado años archivado en el US National Churchill Museum en Missouri. Lleva por nombre ‘¿Estamos solos en el Universo?’, fue escrito con mecanógrafo y lo más probable es que Churchill se haya basado en el Principio Copérnico, que nos dice que la Tierra no es el centro de todo y tampoco se encuentra favorecida para que en ella haya vida, y que es imposible que los humanos seamos los únicos en tan basto espacio.

En su pensamiento, Churchill creía que la vida es la capacidad de reproducirse, multiplicarse y evolucionar, además señalaba que esto era posible gracias a la existencia del agua y otras condiciones. Así mismo señalaba que era imposible que la Tierra fuera el único planeta que gozara de dichas bondades para reproducir la vida, y que en otros planetas debían de haber indicios de alguna otra existencia.

De igual forma, Churchill tenía conocimientos avanzados sobre lo que hoy conocemos como la zona de habitabilidad, en donde hay que ubicarse en un punto medio dentro del Sistema Solar para que exista vida. Esto se debe a que si el planeta se encentra en el exterior, tienden a ser fríos y glaciales, y si se encuentran muy cerca del Sol, esto acabaría con toda esperanza de vida. El primer ministro describió que para que existiera algún tipo de vida, había que estar “entre unos pocos grados de congelación y el punto de ebullición del agua”.

Así mismo, él creía que en los únicos planetas en donde podría haber alguna vida solo podían ser Marte o Venus, debido a sus cercanías con la Tierra. Ahora bien, la parte más interesante del razonamiento del primer ministro deviene de su pensamiento hacia la existencia de otras estrellas que tengan planetas que orbiten a su alrededor.

Esta manera de pensar era muy adelanta a su época, su razonamiento ocurre años antes del descubrimiento de los miles de exoplanetas que hoy conocemos; además el visionario Churchill explicó en su ensayo que nuestra estrella es una más de cientos, por lo que es posible que existan millones y que entre tantas hallan planetas que tengan las mismas condiciones de la Tierra y por lo tanto puedan albergar vida.

Por otra parte, el ministro encuentra que para el humano era imposible saber si habían más de esos planetas con vida o plantas como las nuestras, pero aseguraba que con los avances de la humanidad algún día sería posible llegar a otros planetas, explorarlos e ir cada vez más lejos hasta saciar toda pregunta formulada.

Un toque cínico del ministro es patente cuando asegura que no cree que los terrícolas hayan hecho grandes cosas como para ser únicos en la inmensidad del universo, por lo que prefiere creer en la existencia de otros seres que tal vez hasta sean superiores al humano, o en la existencia de otras criaturas, plantas y formas de pensar y de coexistir.

Hoy en día, Churchill podría estar tranquilo sabiendo que la humanidad ya ha viajado al espacio, visitado la luna y enviando misiones a Marte. Que existen otros universos y que algún día quizás encontremos al hermano perdido del planeta Tierra; porque las exploraciones y la continua expansión del conocimiento y de la ciencia seguirá hasta que el humanos se canse de hacerse preguntas y de imaginarse llegando más y más lejos.

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