La OMS dice que la “fatiga de la pandemia” ha afectado al 60% de la población en Europa

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El director regional de la OMS para Europa, el médico belga Hans Kluge / WHO.org
No se trata solo de aplicar las medidas de bioseguridad, sino de que los Gobiernos enseñen a sus poblaciones a adaptarse al nuevo sistema de vida con una nueva cultura global de prevención sanitaria.
La OMS dice que la “fatiga de la pandemia” ha afectado al 60% de la población en Europa

Los límites de una sociedad se alcanzan o llegan a su clímax cuando una crisis o la alteración del orden público se ven sometidos a un nivel de presión en cualquier ámbito de la vida colectiva. El sistema de vida está a prueba actualmente en todos los países del mundo, pero una región en especial corre el mayor riesgo global de volver a ser el epicentro mundial de la crisis biológica que hoy tiene a la humanidad en un estado de descomposición social, humanitaria y económica. 

Y es que según la Organización Mundial de la Salud (OMS), tras ocho meses de pandemia de Covid-19, una de las consecuencias directas que ha afectado a cerca del 60% de la población europea es la denominada "fatiga pandémica". Confinamiento, miedo al contagio, pérdida de seres queridos, de trabajo son algunos algunos de los factores que generan e inducen ese estado de conmoción civil, que va desde los núcleos familiares a todos los segmentos del tejido socioeconómico. El impacto de la emergencia sanitaria ha agotado a una gran cantidad de ciudadanos, tanto física como mentalmente. 


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Esto implica que aproximadamente 300 millones de personas en el conjunto de los países de la Unión Europea han sufrido algún tipo de estado psicosocial negativo producto de las restricciones públicas, el aislamiento social y la austeridad derivada de la crisis económica y la caída del consumo por el shock que la pandemia ha causado al detener la movilidad laboral, comercial y financiera por la expansión del miedo colectivo al contagio. 

Con base en los resultados de encuestas realizadas en los países de la Unión Europea, la OMS ha reconocido que “la fatiga es uno de los efectos de la pandemia que más se está incrementando”. Un reciente informe del organismo detalla que , principalmente, “muchos ciudadanos están experimentando sensaciones de estrés, apatía y desmotivación”. Así lo asegura la autoridad sanitaria internacional en el documento Pandemic fatigue: Reinvigorating the public to prevent COVID-19.

Por lo tanto, el contexto psicosocial es extremadamente comprometedor si se entiende que las políticas públicas de los Gobiernos no han dado resultado en la atención del impacto civil causado por la crisis económica derivada de la Covid-19. Si bien los subsidios parciales reaniman el consumo, no solucionan los problemas estructurales provocados por el confinamiento, pues las estrategias epidemiológicas de los países europeos no han logrado contener los rebrotes, dado que la segunda ola de la pandemia ya se expande por el viejo continente. 

De hecho, los países están notificando más casos de "fatiga pandémica", por la que las personas se sienten “desmotivadas para seguir las recomendaciones y restricciones de las autoridades sanitarias”, según la OMS. “Así, está disminuyendo su esfuerzo por mantenerse informados y las percepciones del riesgo relacionadas con la Covid-19 también se están reduciendo”, advirtió el organismo. Esto tiene repercusión en la capacidad de los Estados para alertar a las poblaciones con eficacia y con la seguridad de que la sociedad acatará las normas de bioseguridad mientras llega la vacuna que inmunizará a la dinámica y agitada población europea, así como el resto del mundo.

"En mitad de esta prolongada emergencia de salud pública, que ha obligado a las personas a vivir con incertidumbre y trastornos durante muchos meses, es de esperar estos niveles de fatiga", ha declarado el director regional de la OMS en Europa, el doctor Hans Henri Kluge. 

Entonces, resulta imperativo que los Gobiernos atiendan las causas de problemas estructurales en esta contingencia, como la contracción del mercado laboral y la liberación gradual de algunas medidas restrictivas. De esta forma, la tensión psicosocial se suavizará y podría reducirse los focos de depresión en varios segmentos de la población, no solo en Europa, sino también en otras regiones donde la pandemia ha causado daños sistémicos a gran escala, como América Latina y Estados Unidos (actuales epicentros mundiales de la Covid-19). 

“Sin embargo, es necesario revitalizar y reactivar los esfuerzos para abordar los cambiantes desafíos de la Covid-19. Mensajes como el correcto lavado de manos, el uso de mascarillas o mantener la distancia física de seguridad están dejando de ser eficaces entre la población y, por ello, la OMS insta a los países a elaborar planes de acción nacionales en base a estrategias multifactoriales”, dijo el director del organismo para Europa.

No se trata solo de aplicar las medidas de bioseguridad, sino de que los Gobiernos enseñen a sus poblaciones a adaptarse al nuevo sistema de vida con una nueva cultura e idiosincrasia global de prevención sanitaria en pro del estado de conservación social en medio de una crisis multidimensional como la actual, la más grande del siglo XXI. @mundiario 

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