De cómo Obdulio perdió el pelo y se quedó a vivir en Boston
Mi amigo del alma me contó hace poco una historia que me cautivó de principio a fin. Aquí se las dejo, narrada por el propio Obdu.
“Salí de La Habana en balsa con destino a los cayos de la Florida una noche de verano de 1995. Pensaba que en un par de días llegaría, pero la embarcación quedó atrapada en la Corriente del Golfo y empezó a derivar hacia el noreste. Así, pasé de largo los cayos y de pronto me vi torciendo hacia el norte. Pude divisar los edificios de Miami en lontananza, mas la fuerza de la corriente me impedía acercarme a la costa. Resignado, dejé que el condenado río azul me llevara hasta donde le diera su real gana".
“La maldita corriente a veces perdía potencia y me sumía en momentos de insoportable calma chicha en los que mi improvisada nave apenas avanzaba. No me quedaba más remedio entonces que lanzarme al agua y ponerme a nadar detrás de la balsa, empujándola con la cabeza. La fricción de mi cráneo contra la popa del artefacto fue lo que provocó la pérdida de mi largo y frondoso cabello".
“Luego de dos semanas y más de 1,600 millas navegadas, avisté la bahía de Boston. La dichosa corriente tuvo la gentileza de permitir que mi desvencijada embarcación se acercara a tierra y ¡al fin!, desembarqué en las márgenes del Mystic River".
“Justo en el lugar en que toqué tierra me estaba esperando... (Fanfarria bostoniana en Do M), ¡Clint Eastwood! El afamado actor/director había terminado la filmación de, casualmente, su película Mystic River y, en cuando me vio, me reconoció y me dijo en su español del sur de California":
- ¡Bienvenido, Obdulio! Quiero que vengas conmigo a Hollywood para que seas el protagonista de mi próximo filme.
“¡El hombre sabía de mis cualidades histriónicas, chico! No obstante, tuve el presentimiento de que como actor me iba a morir de hambre, por lo que le respondí con mi recién adquirido acento bostoniano":
- Gracias Clint, pero no puedo irme contigo a Hollywood. Mi lugar está aquí, en Massachusetts, la tierra de los Kennedy, las universidades famosas y la crema de almejas.
“Incrédulo, Eastwood me miró fijamente durante diez minutos y al cabo me dijo":
- Alguien me advirtió que eras medio idiota.
“Y con la misma dio media vuelta y se marchó".
“Y así fue que fijé residencia en Boston. Allí viví durante años, sin un pelo en la cabeza, pero feliz de haber desdeñado el Hollywood frívolo y glamoroso. No me arrepiento en lo más mínimo. En fin de cuentas, a mí me encanta la crema de almejas”.
Interesante, ¿verdad?
Dice el Obdu que, cada vez que hace el cuento aquí en Miami, hay alguien que se lo cree de punta a cabo. @mundiario