Obdulio nos regala un cuento de horror

Edgar Allan Poe. / biography.com
Edgar Allan Poe / biography.com

Mi amigo del alma está empeñado en imitar a Edgar Allan Poe en eso de escribir relatos escalofriantes. La verdad es que no lo hace tan mal y, de paso, le hace desconectarse un poco del Mundial.

Obdulio nos regala un cuento de horror

Viene Obdulio a verme en esta tarde miamense con un cuervo posado en el hombro y una botella de amontillado en la mano. Me mira fijamente con sus ojos saltones, deja una hoja de papel sobre la mesa, da media vuelta y, se marcha sin decir esta boca juniors.  

La curiosidad me invade, agarro el papel y descubro que se trata de:

VEINTIDÓS MINUTOS

CUENTO DE HORROR DE OBDULIO DUPAROL

(¡Qué bien! ¡Mi amigo ha retomado su vocación por la escritura! Me alegro por él. Así le da otra dimensión a su vida; no todo puede ser fútbol. Pero bueno, leamos.)  

6:30 am

El hombre dormía plácidamente cuando la alarma sonó punzante y le hizo trizas su sueño favorito: allí estaba él frente al arco, a punto de patear el penal decisivo del mundial, la gloria en la punta de su bota derecha. Malhumorado, apagó el zumbido inoportuno y durante unos segundos alucinó sobre la oportunidad que se acababa de perder. Pasados un par de minutos le dio una ruidosa nalgada a su esposa y le espetó con tono áspero:

-Dale. Tu turno en la ducha.

La mujer emitió un leve quejido, se levantó y, medio dormida, se metió en el baño.  

6:34 am

El hombre se incorporó y, todavía molesto, se dirigió a la cocina. Con desgano llenó de agua la tetera y la puso al fuego. Aprovechó el tiempo que demoraría el líquido en hervir para sacar dos tazas, ponerles sendas bolsitas de té y colocarlas sobre la meseta de la cocina. Mientras esperaba, se puso a buscar los comentarios previos a los partidos del día.

6:38 am

El hombre miró la tetera atentamente. Ya el agua debía haber empezado a hervir. "¿Habré echado demasiada?", se preguntó.

6:42 am

Algo no le cuadraba. Habían pasado ocho minutos desde que puso la tetera al fuego y el agua ni siquiera daba señales de hervir. "Qué cosa más rara", se dijo.

6:46 am

El hombre no estaba dispuesto a esperar más. Doce minutos eran demasiado. "Debería haber hervido diez veces ya", pensó. Con cuidado presionó la palanquita que abría la boquilla de la tetera y se acercó para mirar dentro. En eso estaba, cuando una mano con tatuajes futboleros salió del agujero, lo agarró por el cuello y, con fuerza descomunal, lo haló hacia el interior del recipiente.

6:50 am

La mujer, con el cabello mojado y en ropa interior, preguntó desde la puerta del cuarto: "¿Ya está el té?" Silencio. Unos segundos más tarde: "¿El desayuno...?" De nuevo silencio. La mujer salió del dormitorio, dio unos pasos hasta la cocina y justo entonces la tetera comenzó a silbar. Apagó la hornilla, vertió el agua hirviente en su taza y se preguntó: "¿Dónde se habrá metido…?" Puso un poco de leche en su té y comenzó a sorberlo lentamente.

6:52 am

Ya casi había terminado, cuando la mujer se percató de las pantuflas del hombre frente a la estufa.  Se rascó una oreja y se preguntó: “¿Habrá desaparecido? Bueno, como la selección argentina ayer… Mejor. ¡Me tiene harta con el dichoso mundial!” Y a continuación, se dirigió a la alcoba para terminar de vestirse. @mundiario

FIN

Horripilante, ¿no es cierto?

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