Los nuevos catalanes de los que nadie habla

Los inmigrantes que llegan a Cataluña no deberían ser desdeñados. / legalteam.es
Los inmigrantes que llegan a Cataluña no deberían ser desdeñados. / legalteam.es

Llegaron a la región para una vida mejor, y ahora podrían ser parte importante del voto que busca separar a Cataluña de España.

Los nuevos catalanes de los que nadie habla

La apariencia y los nombres de estos nuevos catalanes son muy distintos a lo que se suele conocer por esa región. Un ejemplo es Gagandeep Singh Khalsa, lo que podría parecer un nombre poco probable para un nacionalista catalán. Y antes de mudarse desde la India hace nueve años, Khalsa ni siquiera sabía que los habitantes de la región tenían su propia lengua, cultura e historia, o que muchos de ellos querían alejarse de España.

Hoy, Khalsa es independentista, parte de una gran población de migrantes cuyas opiniones se espera sean críticas si la región logra llevar a cabo un referéndum sobre la independencia el próximo 1 de octubre. Cataluña es "siempre maltratada", asegura Khalsa, un portavoz de la comunidad sikh de Cataluña. Y él al menos, está convencido de que no necesita a Madrid. "Lo tenemos todo".

En un momento de creciente xenofobia en toda Europa, los nacionalistas catalanes han sido notablemente acogedores hacia los migrantes. Esa postura tiene el potencial de pagar, y pagar bien. Entre 2000 y 2010, la población de la región aumentó en un 20 por ciento a 7,5 millones - un aumento impulsada en gran parte por la inmigración. Mientras que muchos de esos recién llegados no pueden votar, un número cada vez más creciente sí que puede hacerlo.

Entre 2009 y 2015, unas 220.000 personas se convirtieron en ciudadanos españoles naturalizados en Cataluña, lo que equivale a alrededor del 3 por ciento de la población de la región. Saoka Kingolo, un activista de la independencia centrado en los inmigrantes, dijo que hasta 500.000 catalanes nacidos en el extranjero serán elegibles para votar en el referéndum.

Eso no es un gran número. Pero podría ser suficiente. Si los independentistas catalanes logran una victoria, es probable que sea una muy cerrada. Una encuesta reciente situó el voto para dejar a España en 44,3 por ciento, un poco más de 4 puntos por detrás del 48,5 por ciento que votaría en contra de abandonar el reino.

De cualquier modo las encuestas sobre la independencia catalana son notoriamente volátiles, aunque suelen mostrar algunas tendencias muy amplias y claras. Los votantes con padres catalanes son abrumadoramente favorables a la independencia, mientras que los que tienen padres de otras partes de España son reacios o indiferentes a una independencia.

Los inmigrantes recientes se encuentran en el medio, casi divididos en partes iguales entre los que votarían por la independencia, los que elegirían seguir siendo parte de España, y los que sencillamente se abstendrían, según un sondeo de 2013 del Instituto de Ciencias Políticas y Sociales de la Universidad Autónoma de Barcelona.

Eso los convierte en un terreno fértil para quienes buscan romper con Madrid y los activistas independentistas se han propuesto conquistar a los recién llegados a la región con una retórica de bienvenida y promesas de políticas que faciliten la obtención de permisos de trabajo y ciudadanía.

Eso sí, todo esto será útil o factible sólo si la región puede superar la resistencia de Madrid a celebrar un referéndum en absoluto, lo cual se aprecia muy difícil.

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