Una "nueva normalidad": la de antes

Una mujer en forma posa en la playa. / Pexels.com.
Una mujer en forma posa en la playa. / Pexels.com.
Revivir el pasado depende de un sinfín de circunstancias que no están muchas veces en nuestra mano.
Una "nueva normalidad": la de antes

Y es que esta nueva normalidad, como han dado en llamar al decurso de nuestras vidas tras el confinamiento, nos retrotrae a la de unas décadas atrás y que creíamos definitivamente enterrada hasta la presente resurrección. Efímera también ésta, por supuesto, aunque si no fuese porque crece sobre los ERTEs y miles de fallecidos,  votaría por que durase para retroceder en el tiempo a los días de entonces y su tranquilidad. Dictadura aparte.

Revivir el pasado depende de un sinfín de circunstancias que no están muchas veces en nuestra mano. Ha tenido que ser este virus quien con sus protuberancias perfore, a más de la inmunidad de muchos, las barreras de la Historia y allane el camino para volver a aquel ayer que, según dijera Simone Weil, es la única realidad porque no muere nunca. Bastaría, caso de dudarlo, con preguntar a los de Vox o a las periódicas epidemias, lo que viene a ser lo mismo, sobre las ganas de repetir lo ya sufrido. Nos vuelve ahora, a lo vivido antes, la escasez de turistas y en consecuencia la despoblación de numerosas ciudades durante estos meses con el silencio consiguiente. Sin embargo, fue la vista de la playa, hace unos días, el escenario que definitivamente me transportó a la adolescencia: sombrillas multicolores aunque en reducido número y familias reunidas sobre la arena con botellas, tuppers, cestas e incluso mantel a falta de bares abiertos. Estampas de album si no fuera por bikinis o top-less en lugar de los pudorosos bañadores femeninos de antaño.

Aseguraba Primo Levi que si algo ha sucedido puede pasar otra vez y, aunque él se refiriese a los campos de exterminio, su afirmación podría hacerse extensiva a mucho de cuanto ocurre hoy. Por lo demás, a veces progresar es desandar el camino; hacia unas aguas más limpias, al silencio nocturno de una Punta Ballena liberada de los tradicionales conflictos o a calles de nuevo transitables sin aprietos, así que se antoja acertado lo que sugirió el poeta Carlos Pujol y creo haber citado alguna otra vez por sentirme identificado con sus palabras: “Nunca se puede regresar a nada, pero hay que regresar para saberlo”.  Y, por supuesto, retroceso de impredecible duración. El virus dirá. @mundiario

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