Los niños de San Ildefonso cantando la lotería anuncian el comienzo de las fiestas

Las bolas de la suerte de la Lotería de Navidad. / Mundiario
Las bolas de la suerte de la Lotería de Navidad. / Mundiario

Todos los que llevamos un décimo o una modesta participación somos potencialmente ricos hasta que el sorteo nos despierta de nuestros sueños e ilusiones. 

Los niños de San Ildefonso cantando la lotería anuncian el comienzo de las fiestas

“Acércanse para todos días de común callejeo y suele añadirse al universal contento el afán desenfrenado de concurrir a los mismos sitios durante las mismas horas, sin meditar bastante que ni las calles estiran, ni los edificios encogen, por cuya razón suelen ser los vecinos, como avecillas, presas en las redes que los unos forman apretándose con los otros”.

Es un fragmento del Bando que el alcalde Tierno dirigía a los madrileños en diciembre de 1983 en el que describía el ambiente que rodea estas fiestas de Navidad que siguen caracterizándose por las aglomeraciones y el lleno, la simbología de luces y adornos, la fascinación por el consumo y los gestos y frases convencionales de deseos de paz, de felicidad y de amor que a veces suenan a sentimientos especialmente “enlatados” para esta época del año.

Pero a la mayoría de los ciudadanos lo que nos pone en trance alegre no es este ritual que anuncia la Navidad. Lo que realmente nos pone en situación son las voces blancas de los niños de San Ildefonso que esta mañana del 22 de diciembre, cantando la lotería, anuncian el comienzo de todas las fiestas. Esa musiquilla monótona que suena desde las nueve alimenta la ilusión, la fantasía y los sueños de millones de personas que llevamos unos décimos o unas modestas participaciones de la lotería nacional que antes del sorteo nos hacen potencialmente ricos.  

Después, a lo largo de esta mañana todos iremos despertando de nuestros sueños. Unos pocos, los afortunados, al verlos cumplidos –se reparten 2.408 millones de euros en premios– protagonizarán escenas emotivas con una alegría desbordada, que en muchos casos no es tanto por la cantidad dineraria del premio, como por el simbolismo que entraña haber sido tocados por la fortuna.

Otros, la mayoría, nos conformaremos con haber participado en el sorteo que mantuvo  nuestra ilusión que, según Eça de Queiroz, es tan necesaria para nuestra vida como las certezas. Pero regresar “de vacío” a la realidad nos mostrará un año más que la fortuna suele ser esquiva, casi nunca llega cuando se la espera o cuando se necesita y su reparto no responde a las leyes de la lógica.

Conocí a un paisano graduado en la “universidad del trabajo” que, haciendo gala de  gran realismo, decía siempre que el mejor sueño es aquel que se produce en la vigilia, lo  equivalente al dicho, también realista, “que la inspiración te pille trabajando”. Tal día  como hoy recordaba a sus conocidos sin suerte que “si queres que che toque a lotería, durme de noite e traballa de día”.

En fin, que la suerte nos acompañe. Y la suerte sigue estando en la salud, el trabajo y la convivencia armónica, bienes preciosos que hay que valorar más este año marcado por la pandemia y la crisis. Feliz Navidad para todos. @mundiario

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