Los niños necesitan ser felices y con la música lo consiguen
La música hace que la imaginación del niño viaje por diversidad de mundos diferentes, que viva experiencias y emociones que hacen que enriquezca su mente y crezcan felices y relajados. Gracias a ello, potenciará su creatividad.
Escuchar música hace que el niño centre su atención en los diferentes sonidos y tonos de la canción, potenciando su concentración. Instrumentos como la guitarra, piano y violín son las mejores opciones a partir de los 5 años, su práctica constante hará que desarrollen una mayor capacidad de memoria, concentración y coordinación. Todo esto se verá reflejado en un aumento de su amor propio y autoestima, ya que conseguirán grandes logros, por ejemplo, llegar a tocar su canción favorita, mientras que por el camino llegan a comprender la importancia de ser perseverantes.
Bailar hace que los niños sigan el ritmo de la música encontrando una nueva forma de expresarse a través de su cuerpo. Brazos y piernas empiezan a moverse de forma armónica, coordinando sus movimientos y mejorando su desarrollo psicomotriz. Tanto baile y movimiento aumentará su rendimiento físico, facilitando el sueño y reduciendo el estrés.
Las diferentes notas, graves y agudas, hacen que su oído comience a diferenciar las diferentes tonalidades de las melodías. Su tímpano empieza a educarse y a madurar reconociendo los diferentes sonidos, mejorando su sistema auditivo.
A los niños les gusta la repetición e imitación, cantar piezas que ellos conozcan potenciará y perfeccionará su lenguaje y aprenderán a comunicar de otra manera sus sentimientos, además de ayudarles a memorizar.
La música ayuda a socializar. Gracias a la música se crean grupos dónde los niños y niñas comienzan a comunicarse entre ellos. Instrumentos muy buenos para tocar en grupo son los de percusión como, por ejemplo, las maracas, el triángulo o las claves.
El trabajo musical fortalece el trabajo cooperativo, el respeto de sí mismo y de los demás, tolerando los errores de otros, la solidaridad y estar más abierto a la crítica. En definitiva, los niños son seres emotivos y el sonido tiene una poderosa acción sobre la afectividad. @mundiario