Ante los neonazis que mataron a un homosexual sólo cabe decir: Malditos seáis

Durante estos días, grupos neonazis de Rusia han asesinado a un joven por ser homosexual y han vejado y maltratado a otros muchos. Según varios medios, el Gobierno no hace nada para detener esta barbarie, ante la que cabe decir: Malditos seáis.

Malditos seáis. Porque os escudáis en la fuerza, en la cobardía y en el descaro que proporciona estar protegidos por el grupo y lo utilizáis para ensañaros con el homosexual. 

Malditos seáis. Porque creéis que sois los mejores al acostaros con mujeres (¿qué clase de mujeres querrán acostarse con vosotros?). Resulta hasta ridícula esa justificación tan poco convincente. 

Malditos seáis. Porque admitís que tenéis el derecho de pegar, ultrajar y matar a otro ser humano simplemente porque sí, porque os excita la violencia sobre el indefenso y orinaros sobre su dignidad.

Malditos seáis. Porque después de hecho todo esto hacéis alarde de vuestro repugnante crimen en las redes sociales. 

Malditos seáis. Porque carecéis de conciencia, compasión e inteligencia, porque estáis hechos de hormigón armado donde nunca crecerá una flor.

Malditos seáis. Porque estáis convencidos de que estáis en lo cierto y de que vuestras agresiones han de curar una enfermedad que, en realidad, no es otra cosa que otra forma de amar. 

Malditos seáis. Porque nuestros hijos e hijas han de compartir un mundo donde, en cualquier momento, podrán cruzarse con vosotros y sufrir de esa cólera irracional que circula por vuestras venas.

Malditos seáis. Porque pretendéis arrancarnos la tranquilidad, la confianza y la esperanza en el ser humano con vuestra crueldad insana y vuestra sed de furia, convirtiéndoos en un fruto malogrado de nuestra especie.

Malditos seáis. Porque nunca pediréis perdón ni conoceréis el infinito dolor que habéis causado.

Malditos seáis. Porque sabemos que seguiréis alimentando a vuestros cachorros con el biberón de la rabia. 

Malditos seáis. Porque os ampara el Gobierno ruso con sus leyes, siendo cómplice en la sombra de vuestros delitos y extendiendo sobre todas vuestras infamias la terrible mano de la impunidad.

Malditos seáis.